Capitulo 17

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Una hora después me senté en uno de los cubículos del restaurante mexicano en la esquina de Drake y Beech.

Un cactus de cerámica y un coyote de peluche estaban puestos en la pared frente a mí.

Un hombre que llevaba puesto un sombrero más ancho que él estaba paseándose por ahí, rasgueando acordes en su guitarra. El me dio una serenata mientras la chica de alterne ponía menús sobre la mesa. Fruncí el entrecejo cuando vi la insignia en la portada. The Borderline. Nunca antes había comido aquí, y sin embargo algo en el nombre se me hacía vagamente familiar.

Laura vino detrás de mí y se sentó en la silla opuesta. Nuestro camarero estaba a sus pies.

- Cuatro chimis, crema agria extra, un plato con nachos y otro con frijoles negros -le dijo Laura sin consultar el menú.

- Un burrito rojo

- ¿Cuentas separadas?

 - Yo no le voy a pagar a ella 

Laura  y yo dijimos al mismo tiempo.

Después de que nuestro camarero se fuese, dije:

- Cuatro chimis. Estoy ansiosa por saber su conexión con las frutas.

- No empieces. Me muero de hambre. No he comido nada desde el almuerzo. -Ella hizo una pausa.- Si no cuentas el Hot Tamales, porque yo no lo estoy contando.

 Laura es voluptuosa, una escandinava, y era increíblemente sexy de una manera no ortodoxa. Ha habido días en los que nuestra amistad era la única cosa que evitaba mi envidia. Junto a Laura, la única cosa que tenía a mi favor eran mis piernas y tal vez mi metabolismo, pero definitivamente no mi cabello.

- Más vale que traiga los nachos rápido -dijo Laura.- Me va a dar urticaria si no como algo salado en los próximos cuarenta y cinco segundos y de todas maneras las primeras tres letras de la palabra ‘dieta’ debería decirte que es lo que quiero hacer.

- Ellos hacen la salsa con tomates -mencioné- Eso es rojo y los aguacates son una fruta, creo.

Su rostro resplandeció.

- Y ordenaremos daiquiris de fresa.

 Laura tenía razón. Esta dieta era fácil.

- Vuelvo enseguida -dijo ella, saliendo del cubículo-

Mientras esperaba por ella, me encontré concentrada en el chico que estaba unas mesas más al frente. Él estaba trabajando duramente, estregando un trapo sobre la mesa.

Había algo extrañamente familiar en la manera en que se movía, en la manera en que su camisa caía sobre el arco de su bien definida espalda. Casi como si él sospechara que estaba siendo observado, él se enderezó, se dio la vuelta y sus ojos se fijaron en los míos al mismo tiempo que yo comprendí por qué me era tan familiar. Niall. No podía creerlo.

Pensé en golpearme la frente cuando recordé que él me había dicho que trabajaba en el Borderline.

Limpiándose las manos en su delantal, él caminó hacia mí, aparentemente disfrutando de mi incomodidad mientras yo miraba alrededor buscando alguna manera de escapar y descubriendo que no podía ir a ninguna parte, que solo podía hundirme más en el cubículo.

- Vaya, vaya -él dijo- ¿Cinco días a la semana no son suficiente para mí? ¿También me tienes que dar una tarde?

- Me disculpo por la desafortunada coincidencia.

Él se sentó en la silla de Laura.

Cuando él puso los brazos sobre la mesa, estos eran tan largos que cruzaron mi lado de la mesa.

El beso del angelWhere stories live. Discover now