21.- No me iré

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Narra Alicia:

Estaba en clases de matemática, no tenía ganas de hacer los 30 ejercicios de la pizarra, así que sólo los copié. No tenía ganas de nada. No tenía apetito. No quería clases.

Nada.

Me quería ir.

Después de haber leído el informe policial de la muerte de Teresa, no podía tener mi mente concentrada en algo que no fuera eso. Además que, no fue cualquier tipo de muerte.
Al menos su cuerpo lo entregarían ese día por la tarde, en la casa de su hermana menor. Ni si quiera sabía que tenía una hermana menor. Tampoco que vivía en Birmingham.

Duncan, Taylor, Clarissa y Joy estuvieron conmigo a cada minuto del día. No quisieron dejarme sola. He de saber yo, por qué.

Luego de salir de la clase, me dirigí al salón de música. Solo estaba el profesor Bruno y Dylan. Al parecer preparando una canción, quizá para que. Me senté en un asiento, sin interrumpir. Simplemente escuchando lo linda que sonaba aquella música. El profesor Bruno tocaba el piano mientras Dylan realizaba un punteo con la guitarra. Sencillo, pero hermoso. Por un segundo había olvidado todo, hasta que dejaron de tocar.

Bruno me miró.

-¡Oh! Hola Alicia. ¿Qué tal? -le mostré una leve sonrisa, casi sin ganas.

-Vaya, ustedes dos -dijo refiriéndose- andan como si se les hubiera muerto alguien.

Auch.

-Profesor... -aclaré por mi parte- de echo sí. -Él carraspeó incómodo. Estaba pálido, lo entendía. No era su intención, sólo quería hacer un comentario y no le salió como esperaba.

Dylan, por otro lado se acercó al gran piano negro al fondo del salón. Sin decir una palabra, como siempre, en el momento que los demás alumnos comenzaron a llegar.

¿Por qué en la escuela no hablaba? ¿Por qué a mi sí me habló? ¿Que quería de mi precisamente? De seguro era cómplice de Derek. Tal vez, como nadie hablaba con él, como Dylan no era alguien muy relevante, era el secuaz perfecto para seguirme y espiarme. Por ejemplo, anoche. Él en su auto negro. ¿Como sabía que Brad llegaría en aquellos minutos exactamente? Tal vez, le puso un rastreador al auto. No habría otra conclusión.

Una vez el salón estaba lleno, Bruno, el profesor, comenzó la clase. -Hola chicos, espero estén bien. Hoy empezaremos con algo que todos aquí gustan, si no, no estarían en esta clase. -se escuchó una pequeña risa de todos- Vamos a tocar música. Eso es obvio. Pero ustedes tendrán que elegir. Instrumentos de viento o de cuerda. Sé que la mayoría sabe tocar así que no es problema. Tendrán que anotar su nombre en esta hoja -dijo tomándola de su escritorio- y anotando que instrumento tocarán. Tienen un mes para presentar su canción.

Estoy muerta.

Morida.

Bien muertona.

-¿Obligatoriamente? -pregunté

-Alicia, claro que sí. -Dijo -¡Oh! casi lo olvido. Quien lo haga mejor tiene posibilidades de una buena calificación en una asignatura.

Todos comenzaron a cuchichear entre ellos sobre el tema y yo, bueno yo suspiraba pensando que instrumento elegiría. Tenía claro que no sería de viento. Pero ¿Qué instrumento de cuerda tocaría? En un mes no podría aprender a tocar guitarra. Ni aunque llegara mi hada madrina. Pensé en el ukelele. No parecía tan difícil de aprender. Apenas tenía decidido que instrumento, cuando la hoja de los nombres llegó a mi lugar.

~Alicia Parks: Intrumento de cuerda: Ukelele

Miré la hora en el pequeño reloj del salón, aún faltaba demasiado. Suspiré. El día parecía no acabar.

La Princesa De The Vamps ©Where stories live. Discover now