7.- ¡SOBRE MI CADÁVER!

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Narra Alicia:

-Vamos preciosa, te llevaré al mejor restaurante de la ciudad- dijo rodeándome con su brazo por la cintura. Me sentía feliz, linda y querida por sobre todo. Ese chico me estaba cambiando la vida.
Subimos a su auto, la noche era perfecta. Las estrellas brillaban más que otras veces. La luna, la luna era enorme. Era lo más hermoso que había visto. Él, vestía muy bien. Con su chaqueta de cuero y su camiseta blanca bajo ella, sus jeens negros y zapatos del mismo color. Su pelo alborotado a la perfección le daba un toque seductor. Sonreía satisfecho. No sabía la razón. Lo único que sabía era que yo también lo hacía, sonreía. Sonreía porque al fin el chico que tanto me llamaba la atención estaba en otra cita conmigo. Todo era irreal. Conducía tranquilo con una mano en el volante y la otra en los cambios. Yo miraba el camino tranquila.
Ya estando en el centro de la ciudad aceleró un poco. Pasamos fuera de un restaurante, era precioso, al parecer costoso, pero él no se detuvo.

Tal vez sea otro

Unas cuadras más allá pasamos otro restaurante y él no paró el auto. Seguía insistiendo a mi cabeza que no se preocupara, que pronto llegaríamos a nuestro destino. Confiaba en él. Tomó el camino hacia las afueras de la ciudad. Me llamó un tanto la atención, pero no me alarmé. Solo me causó intriga. Entonces incorporé de nuevo en mi asiento.

-¿Donde nos llevas?- dije y sonrió. -No te preocupes, ya llegaremos- dijo

Pasaron 10, 15, 20 minutos hasta que por fin detuvo el auto. Miré a mi alrededor y no era un restaurante cuatro estrellas, no alcanzaba ni para dos. Ni siquiera era un restaurante, no había nada. Solo una bella vista hacia el horizonte. Además de árboles, muchos árboles.
Miré hacia afuera, la noche y el clima habían cambiado. Las hojas se movían alborotadas por el fuerte viento. La luna ya no se veía. Solo daba a conocer su blanco resplandor a través de las oscuras nubes que cubrían el cielo. Algo no andaba bien.

-Bueno, si no vamos a un restaurante, bajemos a ver- dije con una mano en la puerta del auto. Traté de abrirlo, pero escuché ese ruido que hacen las puertas al cerrarlas con seguro. Él sacó las llaves del auto y las metió en su bolsillo.

-Vamos, que haces- dije un tanto angustiada. Esto no tenía buena pinta. Me miró, serio al principio. Luego con una sonrisa perturbadora. Ya no era esa sonrisa de galán, ni de buen chico. Era otra persona.

-Me estas asustando- dije. Traté de abrir la puerta sin resultados. Era inútil. Solo él podía hacerlo. -Vamos a divertirnos Ali- dijo -¿Sabes? Eres una chica hermosa. Quizá, podrías mostrarme bajo ese bonito vestido que llevas puesto. -dijo jugando con los tirantes del vestido que efectivamente llevaba puesto.

-No, no quiero hacer nada contigo. Mejor abre la puerta- dije insistiendo otra vez con la puerta .

-¿Así que no quieres? Vamos Ali preciosa, si no es por las buenas- puso su mano en mi barbilla, como si estuviera examinando cada centímetro de mi rostro- será por las malas.- su tono de voz cambió. Su actitud cambió. Su posición cambió. Ya no estaba sentado con el cuerpo en dirección al frente. Ahora estaba frente a mi, molesto. Con intensiones que no quería imaginarme.
Tomó una de mis muñecas, sin intención de soltarla y desabrochó él cinturón de su pantalón con su otra mano. Tenía que salir de ahí. Yo seguía gritándole que me soltara. Pero no lo hacía. Comenzó a besarme a la fuerza. Sentía sus fríos labios en mi cuello. Me daba asco, repugnancia. Pero no me soltaba. Insistí gritándole, "suéltame". Pero parecía disfrutarlo, reía y besaba mi cuerpo mientras lo hacía.

-Grita todo lo que quieras, no te van a oír. -dijo jadeante. Estaba desesperada. Tenía que hacer algo. Con la fuerza suficiente golpeé su abdomen con mi rodilla.

La Princesa De The Vamps ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora