37. No todo sale como se planea

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—Anna sube esto al segundo piso —ordenó Alana caminando con sus zapatos de suela alta por el sótano mientras señalaba una polvorienta caja de discos.

—¿Cuando dejaré de trabajar como una esclava? —preguntó irritada mientras sacudía el polvo y arrugaba la nariz a su supervisora.

—Cuando yo lo crea conveniente —respondió ésta dirigiéndole una mirada gélida que hirió en lo más profundo a la joven trabajadora.

—Ha pasado una semana desde que estoy esforzandome por ganar tu perdón y lo único que haces es quejarte de todo lo que hago aquí. —respondió Anna volviéndose para mirar a su progenitora a los ojos e imitó su voz —Anna no ordenaste los discos del pasillo 4. Anna no subiste las cajas. Anna esto Anna aquello. . . ¡para ti nunca es suficiente!

Alana parpadeó molesta y herida por las palabras de su hija. Ella estaba consciente que le exigía la perfección a Anna, pero lo hacía por su propio bien. Aunque la última semana solo era por fastidiarla y castigarla.

—¡Ha pasado una semana desde que llegué y ni siquiera has preguntando dónde estoy viviendo! —exclamó dolida al recordar las claras palabras de su madre y la mirada decepcionada de Peter el día que llegó de Hayward. «Si has tenido el valor para irte por tu cuenta durante unos días, tenlo ahora para vivir sola por tu cuenta» su corazón se paralizó al escuchar esas palabras tan despiadadas salir de los finos y delicados labios de su madre. No la creía capaz de dejarla sin techo hasta que al observar detalladamente el sofá se percató que su maleta púrpura se hayaba repleta de ropa. Sin inmutarse entró, tomó con furia su maleta y salió sin decir una palabra, sin pedir perdón ni suplicar el techo. Se sentó en las escaleras con su gorda maleta y marcó rápidamente el número de Thiago. Cuando éste contestó se dirigió casi enseguida a buscarla. —¿Qué sucedió? —preguntó mientras veía a la chica hacerse más pequeña en las escaleras. Anna le contó las palabras de su madre y él tenso, apretó la mandíbula mientras acomodaba la maleta en la moto. Condujo media hora hasta llegar a un edificio alto e imponente. —A mi novia tal vez no le agrade la idea de que te quedes en el piso pero. . . —los ojos de Anna se abrieron con sorpresa y ella negó mientras también se negaba a avanzar.

—No voy a causarte problemas con tu novia —dijo sintiéndose peor —No quiero ser motivo de discusión —murmuró sintiéndose indefensa después de tanto tiempo. No tenía un techo donde pasar la noche y la única persona que podría ayudarla tenía suficientes problemas como para añadir otro.

—¡Nada de eso! —aseguró él asiendola de un brazo y con el otro tomando la maleta —Ella no es mi novia legal, solo un pasatiempos —dijo tratando que su amiga y cómplice se sintiera un poco más calmada.

Anna no quería avanzar pero al encontrarse sola e indefensa no le quedó otra opción. Cuando llegaron al piso ella se quedó en el pasillo acompañada de su maleta de rueditas mientras Thiago entraba a hablar con su pasatiempo. Primero se escuchó un grito y luego un silencio sepulcral que aterró a Anna, luego otro grito y segundos después apareció Thiago con una sonrisa en el rostro y un pequeño manchón de sangre en la parte del abdomen.

—Pasa —dijo guiñandole un ojo —Todo está en orden.

—¿Qué te sucedió ahí? —inquirió saber la muchacha alarmada mientras entraba arrastrando su maleta.

El olor a canela invadió sus sentidos y quiso alagar el pulcro departamento pero entendió que no era el momento al percatarse de la presencia de una mujer formidable de pies junto a una ventana con un cuchillo en manos, de él escurrían unas gotas rojas y Anna quiso correr fuera del lugar de no ser por las manos de Thiago que la sostuvieron con firmeza brindandole una absoluta confianza. La mujer depositó el cuchillo en la mesa y sonrió de forma malévola. Anna advirtió un corte en su brazo de unos cinco centímetros aparentemente recién hecho. Sintió un retortijon en el estómago al tiempo que se acercaba con miedo para presentarse. —Anna — murmuró con la voz apenas audible.

~June~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora