30. Soledad como oxígeno

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Adam permanece de pies frente al cuerpo inerte de Javier apreciando el líquido rojo carmesí salir desenfrenadamente por el agujero que posee en la cabeza, hasta que parte de su rostro y lo que antes fue un hermoso cabello oscuro quedan empapados en sangre.

Se acerca un poco hasta quedar a unos centímetros del chico que yace en la tierra de aquel alejado bosque. . . —Esta vez tu hermanita no te pudo salvar — dice con una sonrisa dibujada en el rostro y luego se aleja del cuerpo y del bosque.

Con pasos calmados y lentos se sube a la camioneta que se encuentra aparcada junto a la vía. —Vayamos a Scottsdale. Ya sabes como se pone pesada la policía, además necesito con urgencia unas vacaciones— le dice al conductor  mientras se pone cómodo en la espaciosa camioneta como si nada hubiera pasado.

**

Alana y Peter se encuentran sentados en la sala de espera cuando aparece el Doctor que atiende a la joven. Ellos al observarlo se levantan rápidamente y lo invaden de preguntas.

El doctor con serenidad les explica la situación mientras están en el ascensor —Faltan muchos análisis por hacerle y la recuperación requiere de meses o quizás años, por lo que deben tener paciencia.

—¡Anna! —dicen los tres al unísono —Mi niña ¿como te sientes? — pregunta Alana lanzándose a los brazos de su hija mientras la saluda con cientos de besos. —Creí que nunca más iba a volver a verte. . .

Anna aturdida parpadea varias veces acostumbrandose a la luz y a la emoción que flota en el lugar, traga saliva y pregunta sin expresión alguna en el rostro —¿Y Mark? —.

Alana y Peter se observan desconcertados. —¿Vas despertando después de muchos meses en coma y lo primero que preguntas es por Mark? —pregunta Peter claramente confundido.

—¿Donde está Javier? — pregunta rodando los ojos mientras Alana la observa con intriga.

—Le acabo de enviar un texto diciendo que venga —responde ella decepcionada por la reacción de su hija al despertar.

—De acuerdo, quiero verlo. —dice tajante.

Ellos asienten y el doctor toma nota de cada acto, gesto y palabra. —¿Y Mark? —pregunta Peter sacando nuevamente el tema a colación.

—Quiero estar sola por favor —respondió ella penetrando con la mirada a sus padres, luego dirigiéndole una mirada de súplica al doctor donde le pedía que los sacara a todos.

La pareja sale de la habitación con el semblante completamente rígido, esperaban un reencuentro más emotivo, con más palabras y menos silencios. El doctor les pide paciencia debido al impacto que puede ser para ella despertar y sentir todo tan extraño.

—Es mucho tiempo el que durmió, solo denle tiempo para acostumbrarse —les explicó el doctor mientras los acompañaba al ascensor.

Anna siente todo tan lejano, Ias personas, el lugar y hasta a ella misma. Quiere moverse con libertad pero sus extremidades duelen y están tiesas. Las cosas que quiere recordar se vuelven difusas pero su horrible último recuerdo permanece intacto como si hubiera ocurrido hace solo minutos y duele de la misma forma. Un nudo se forma en su garganta al pensar que la barriga de Avril debe estar tan inflada como un enorme globo mientras que los definidos brazos de Mark la rodean para protegerla del mundo. El dolor más agudo que jamás haya sentido se sitúa en el fondo de sus entrañas haciéndola casi estremecer, una ira descomunal la invade y promete que jamás le volverán a ver la cara de esa manera.

Las palabras de Peter hacen eco en su mente como si de una reproducción se tratara, meses en coma. ¿Cuantos? ¿Cuatro? ¿cinco? O ¿seis? No está del todo segura, pareciera que el tiempo hubiera corrido como el viento, rápido y ruidoso pero no lo suficiente para despertarla a tiempo, el rostro de Alana se veía cansado y un poco demacrado mientras que Peter estaba más silencioso que de costumbre. Se sintió estúpida por apartar a sus padres cuando necesitaba tantas respuestas.

~June~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora