Capítulo 18: Pedazos

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         —Mi~sa~… ¡Yata! ¡Yata! — se corrigió [Y/N], esquivando la botella que acababa de lanzarle el pelirrojo.

          —¡Te he dicho que no me llames así!

          Izumo sonrió, consciente de los grandes avances que estaba haciendo la pareja. A pesar de que Yata trataba de sonar enfadado, no podía disimular ni el sonrojo en sus mejillas ni la sonrisa que apareció en su cara cuando la joven le sacó la lengua.

          —Veo que ya estás mejor, [Y/N] — señaló el rubio.

          [Y/N] asintió sonriente. Empezaban a dolerle las mejillas de tanto sonreír, pero no podía disimular su felicidad. ¡Era viernes! Como le había prometido el pelirrojo, iban a ir juntos al skatepark.

          —¡Tenemos una cita! — exclamó, para desgracia del skater.

          —¡N-no lo es! — refutó el chico.
Puede que lo fuese, pero no iba a ser él quien lo reconociese delante del camarero, que ya sonreía con malicia.

          —¿Lo es o no lo es?— preguntó Izumo. En ese instante, la parte de él que disfrutaba de avergonzar al pelirrojo se frotaba las manos.

          —¡Claro que sí!

          —¡Claro que no!

          —¡Claro que lo es!

          —¡No! ¡No lo es!

          —P-puedo l-llevarte a-a un ska-skatepark c-conmigo— se burló [Y/N], imitando la voz del pelirrojo.

         —A mi eso me suena a cita— sentenció Izumo.

         Yata notaba como las mejillas le ardían. Abrió y cerró la boca un par de veces tratando de defenderse pero de su boca no salió ningún sonido. Se había quedado en blanco. Frustrado, le dio la espalda a Izumo y cogió la mano de la peli-[H/C]. Maldiciendo una vez más el día en que la conoció, tiró de ella hasta la puerta. Desde que la joven llegó a HOMRA, no había dejado de avergonzarle y discutir con él. Había puesto su vida patas arriba y, aun así, ni podía ni quería alejarse de ella.

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          Una pareja entró en su campo de visión y el hombre se mordió el labio relamiéndose con anticipación. Ambos jóvenes parecían disfrutar de la compañía en uno del otro. Desde su posición no podía distinguir lo que decían pero, por sus expresiones, la chica parecía estar burlándose del pelirrojo que sostenía su mano mientras evitaba mirarla. Tal vez pensaba que así no se notaría su sonrojo.

          Cuando la pareja se hubo alejado lo suficiente de su escondite, Hiroki se incorporó y comenzó a seguirles como llevaba haciendo toda la semana. Si no encontraba nada pronto, era hombre muerto. Jinkō no perdonaría más fallos. Sin embargo, lejos de sentirse presionado o nervioso, Hiroki estaba emocionado. Recordaba con extrema claridad el miedo en los ojos de [Y/N], su angustia, sus lágrimas, sus gritos desgarradores. Gracias a su buena memoria, era capaz de recordar la escena vividamente al cerrar los ojos.  

          Sorprendente y contrariamente a lo que había esperado, eso no había sido suficiente para romper a la chica. No hacia falta ser un genio para ver que se estaba recuperando y parecía que gran parte de esa recuperación se debía al chico que la acompañaba en ese momento.

          Ajenos al hombre que les seguía, la pareja llegó a su destino y dejó sus cosas sobre un banco cercano. Tras intercambiar algunas palabras, el pelirrojo señaló una de las rampas del skatepark y trazó con el dedo un camino a través de las pistas. Hiroki volvió a sonreír ante esta escena. Ansiaba el momento de poder terminar con la felicidad de esos dos tortolitos y volver a ver el dolor y el miedo de la joven.

Shut your mouth! [Yata Misaki x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora