Capítulo 17: El tiempo no lo cura todo... si no se lo usa con sabiduría.

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La muchacha la hizo caminar por bastante tiempo, sentía que podía congelarse y su estómago vacío no le ayudaba en nada. Pero su mente estaba tan lleno de sólo salvar a Yang, que todo lo dejaba secundario.

Blake: ¿Nos has... estado siguiendo o algo así? –su voz tembló un poco al preguntar eso.

¿?: Vivo sola en el bosque de Tailí, al noroeste de Ital –a ella parecía molestarle muy poco el frío.

Blake: Eso... no responde mucho a mi pregunta.

¿?: Vine por plantas medicinales a Ital y escuché el aullido de un lobo.

Blake: ¿Le conoces?

¿?: Algo así... Sólo que dejó de visitarme hace unos meses... Pensé que esta vez podía volver a verlo, pero sólo estaba ayudándote a ti. No pude verlo... ni una sola vez... -aprieta la mandíbula.

Blake se limitó a responder esta vez y rodearse con sus brazos para frotarlos. La chica tenía un parche en el ojo izquierdo, pero por más tapado que estaba, podía verse salir una cicatriz bastante seria. Tampoco buscaba preguntarle tanto acerca de aquel lobo que ni siquiera pudo ver, pero que por alguna extraña razón, llamaba un poco su atención.

¿?: Soy Weiss...

-Blake...

La ojiazul asintió sin mirarla y continuaron caminando. Ya se estaba acostumbrando a pasar por bajas temperaturas y horas de trayecto, pero su cuerpo se sentía realmente exhausto.

Weiss: Aquí es –avisa, caminando sobre unas baldosas cuadradas y grises, tapadas por la nieve, que hacían un bello camino hasta una cabaña.

El lugar se veía acogedor, con una forma triangular bastante particular, tenía unos bellos faroles en los costados de la puerta, con una vela dentro cada uno. También había una ventana en cada lado. Pegado a todo esto, arriba, podía notarse muy bien la presencia de la alcoba. Todo construido con madera rústica y piedras. A diferencia de la anterior en la que estaba, que era de ladrillos.

Weiss sacó una llave del bolsillo y la introdujo al cerrojo; mientras Blake volteaba un poco la cabeza hacia un costado para ver la pequeña granja detrás de la cabaña.

Blake: ¿Tienes un establo?

Weiss: Si, allí coloco los animales en invierno. La vaca, las ovejas y las gallinas están allí también –explica mientras empuja la puerta con algo de fuerza para abrirla.

Al ingresar, la peliblanco le invitó una taza de leche caliente y unas galletas, lo que provocó un poco de malos recuerdos en Blake. No pudo disfrutar casi nada del buen sabor, por su mente no dejaba de pasar el qué habría pasado si ella no hubiese dejado sola a Yang, ¿esto que estaba pasándole era bueno o malo? No podía colocarle un título.

Blake: ¿La granja... es toda tuya o la compartes con algún pariente? –indaga para alejar un poco sus malos recuerdos.

Weiss: Es mía. Todo lo que está aquí... es mío –gira el rostro y apoya la taza de café en la mesa de madera.

Blake: Vaya... Debió costarte conseguirlo todo tú sola –al terminar esa frase, un escalofrío le recorrió toda la columna al recordar que la muchacha había perdido a alguien, se arrepintió bastante de agregar la última palabra. O haber hablado.

Weiss: Mi esposa... me ayudó mucho... -dijo casi entre palabras cortadas- Soy algo torpe y débil para los trabajos que requieren fuerza, ella construyó el establo y la cabaña. Yo la ayudaba como podía... -su mirada llena de nostalgia era tan profunda que Blake no necesitaba ver sus dos ojos para notar tanto dolor en la ojiazul.

La Plaga -Finalizada-Where stories live. Discover now