Cuando el día huye de la noche

193 18 11
                                    

Sus uñas se enterraban más en la puerta de caoba del bar, mis gemidos eran sofocados por su mano y mi pene estaba punto de correrse. Era inexplicable el cómo podía hacerte enloquecer y eso era lo que más necesitaba, enloquecer para tomar un poco de valor. Tal vez había encontrado a alguien que reemplazara a Brendon. Aunque bueno, esos instantes de éxtasis no aliviaron mucho de lo que había pasado hace medio día. Realmente sentía que aquello no era sólo por Brendon, sino por ella.


Rompí la pequeña galleta de harina, saqué el papelito y lo leí detenidamente: Te reencontrarás con viejas amistades y te dañará quien menos lo imagines.

–Que estupidez –pronuncié fatigado y volví a comer de mi arroz que, en mi opinión, no tenía nada de oriental. Yo quería ir a comer alitas, pero Helena debía que insistir tanto en ir a comer a este jodido restaurante chino.

–No digas eso, Ryan. Las galletas nunca mienten, son místicas –respondió Tom con una pizca de burla, yo solo rodee los ojos fatigado, sin embargo, reí un poco ante su mal chiste.

Mirada a Helena por el rabillo del ojo y ella mantenía la mirada baja, enfocada en su teléfono y jugando con el arroz. Coloqué una mano sobre su pierna y sólo recibí una sonrisa forzada de su parte, así como un movimiento que hizo mi mano caer de su cuerpo.

–Ryan, te llaman por teléfono –pronunció la castaña mirando con incógnita mi celular.

Número privado. Vaya. No creía que se tratara de Brendon, a menos que haya visto que su numero había sido bloqueado y estuviera ahora hablando de un numero completamente distinto. No confiaba mucho, pues tenía los contactos que necesitaba y aquella mala broma de esa "fan" fingiendo ser Brendon, no habían ayudado a mi confianza. Sin embargo, viendo que la llamada persistía, la acepté. Aunque no hablé y solamente esperé a que aquel desconocido lo hiciera primero.

–¿Hola? –preguntó y una voz que casi había olvidado me alarmó –. Hey, Ross. Espero no haber interrumpido nada, si sabes a que me refiero -rió -. Pero no tengo nada que hacer y pensé en llamar a un viejo amigo a tomar unos tragos.

La propuesta del teñido sonaba un poco tentadora, pero a la vez era un sinónimo de problemas, lo presentía. Y no se trataba de que no me atrajera buscarlos, pasar una buena noche de borrachera y tonterías. Sin embargo, no sabía si meterse en problemas sería lo más adecuado en estos momentos. Menos con la distancia que se estaba formando, claramente, entre Helena y yo.

–No estoy de humor, Pete. He tenido... unos malos ratos y lo único que quiero es descansar, escribir música y dejar que mi cuerpo viaje.

–¿Has visto a Jon últimamente o por qué tanta afición a viajarte? -volvió a reir, pero calló casi instantaneamente al escuchar simplemente silencio por mi parte -. Vamos, Ryan, eres en único que no tiene una hembra controladora.

–Creo que mi respuesta sigue siendo no.

–¿Z Berg te golpea o algo? –rió, otra vez.

Miré a Helena disimuladamente antes de responder, esperando a que no me escuchase; sentía en ella cierto alejamiento cuando alguien la mencionaba o salía a colación en alguna charla. Realmente no entendía por qué; sí, habíamos sido novios algún tiempo, pero eso ya había quedado tan atrás, que no debía preocuparle. Sin embargo, no iba a obligarla a dejar de sentir alguna emoción a disgusto.

–Ya no hablamos más.

–Oh entiendo, entiendo.

Ya no hubo algo más por parte del, por el momento, rubio. Sólo entonces escuché una voz de fondo. Insiste un poco más. Es así como estaba a punto de pronunciar otra palabra, pero fue interrumpido por mí, quien ya estaba harto de la conversación con fines ajenos a lo que mencionaba.

Things Have Changed ; ryden [parte 1/2]Where stories live. Discover now