Espero Que Aún Seas Bueno en Eso

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Estaba cambiando de canal al lado de Dan, mi nuevo mejor amigo; llevaba un atuendo casual y sus zapatillas descansaban sobre la mesa de centro, la cerveza a un lado y un cigarrillo entre los dedos. Él se encontraba con su celular en las manos cuando giró y me miró con un gesto un tanto extraño.

-¿Ya te enteraste? –preguntó, sus ojos estaban tan abiertos que me pareció intrigante. Dan, con esa actitud. Debía ser algo serio.

-No, ¿de qué? –mi voz se congelaba. Giró su móvil y vi en la pantalla la página de Panic! At The Disco, en la cual Spencer escribía su carta de despedida. Lo miré un tanto atónito, sorprendido y paralizado; mi corazón se agitaba y tragué saliva antes de ver la pantalla de nuevo. Spencer había sido mi primer, y por mucho tiempo, mejor amigo; lo conocía desde pequeño y hace tiempo que no hablaba con él. Tal vez meses, años. ¿A caso importaba? Sí. Supongo que ahora, sí.

Según la carta, se había ido por sus demonios, aquellos que le agobiaban desde que la fama nos sumergió en una neblina tan opaca y se encarnó en nuestro cuello como viles chinches que succionaban toda nuestra humildad. Demonios que sólo fueron ocultados con drogas y alcohol. Así Brendon no lo dijera jamás, él también había sido arrastrado por esos mismos demonios.

-Bueno, creo que Brendon ha conseguido lo que buscaba. La atención ahora es solo para el -dije fatigado y apagué el televisor. Realmente no había ni un gramo de lastima, sino de ira; contra el pelinegro. Aquel que había logrado ultrajar todo lo que había forjado, a mí. Yo había fundado Panic! Yo, era Panic!

Subí a mi habitación y me dejé caer en la cama mientras miraba twitter. No sé cómo puedo seguir a este hijo de puta llama-la-atención. Mis dedos se aferraban al teléfono y mis ojos estaban a punto de colapsar en llanto.

-Por idiota -respondí inconscientemente. Porque aún tengo la esperanza de que me pida de rodillas que vuelva, pero en el fondo sé que eso no pasará. Me aferraba a él, a la idea casi innata de que estuviera a mi lado, que todo hubiera sido distinto y mi vida se hubiera convertido en aquella que soñé. Tan utópica. La vida que él tenía y que me había ultrajado.

Me cubrí la cara con la almohada, avergonzado de mi mísera existencia y gimiendo de ira, y perdí la noción del tiempo, como hacía antes con ayuda del alcohol. Hasta que Dan habló, recostado en el marco de la puerta:

-Hey, me voy. Rachel quiere ver una película así que dormiré con ella –tan desinteresado era su tono, como sí no le importara mi colapso mental. Posiblemente era así, pero totalmente comprensible ¿no? Yo igual estaría cansado de escucharme todo el día.

Y lo último que pude percibir de él fue el sonido de la puerta cerrarse. Mi celular vibró y se reflejó un número desconocido. Esperé a que éste callara, pero seguía insistiendo y fatigado lo contesté.

-¿Diga?

-Hey... Ryan... Em... Soy Brenny –dijo nervioso y yo tragué saliva.

Era él, aquel chico con quien había pasado la mayoría de mi vida hasta ahora; mi compañero de viaje, uno de mis amigos y también una de las personas a las que más apreciaba. Pero ahora era diferente; no había manera de perdonarlo, porque, él tenía la culpa ¿no? Él había acabado con la banda, hasta con el mismo Spencer.

Me había cansado de tantas canciones como las de A Fever y quería seguir con el ritmo Pretty Odd pero al parecer él tenía otras ideas y no tenía planeado irse de mi banda ¿podrían culparme de irme? No podía seguir agobiándome por estupideces como un disco, discutir con Brendon sobre cuál nota iba mejor y si podía contribuir vocalmente y no solamente en los coros. Soy un hombre tranquilo, pero al perecer no puedes seguirle el ritmo a un chico con hiperactividad. Menos si éste te besa un día y al siguiente te presenta a una chica rubia oxigenada como su novia.

Things Have Changed ; ryden [parte 1/2]Where stories live. Discover now