vii. editado, releer

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capítulo siete | calebel deber de un alfa

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capítulo siete | caleb
el deber de un alfa

          En verdad amo a mi madre, ella me dio la vida, me dio conocimientos al igual que mi padre, es la mujer mas dulce que conozco, una mujer que poco maldice, se podría decir que si suelta una o dos palabrotas al año, seria un milagro.

         Recuerdo cuando tenia solo nueve años, estaba jugando con Stefan y Salomón, jugábamos a las escondidas, recuerdo haberme subido a un árbol para que a Salomón, que en ese momento contaba hasta veinte, se le dificultara el encontrarme.

          Lo veía todo desde ahí arriba, debía estar a unos dos metros del suelo, él ya había encontrado a Stefan y ambos estaban algo desorientados, no podían verme u olerme, era gracioso.

         Había pasado media hora por lo que decidí que ya era momento de bajar, estaba a unos treinta centímetros del suelo cuando la rama de la que me sujetaba, se partió. Caí del árbol con el peso en mis rodillas. Se rasparon demasiado. Lloraba tanto del dolor que Savannah que estaba jugando con unas flores, salió corriendo en busca de mi madre. Luego de unos minutos vi su castaña cabellera ir corriendo asía donde yo me encontraba llorando. Se inclinó en donde estaba, tomó mis rodillas y las besó mientras decía que no era nada grabe y que los accidentes no existen, que es una enseñanza disfrazada. Yo no lo entendía, pero luego me explicó que esa caída me sirvió para darme cuenta de que no debo confiar mucho en las apariencias. La rama de la que me colgué era gruesa a simple vista, se veía fuerte y resistente, pero cuando la tomé, me di cuenta de que estaba seca y rota por dentro.

          Ahora que lo pienso, tendré mi momento filosófico del día. Básicamente, mi madre me ayudó a darme cuenta de que las apariencias engañan, la rama se veía fuerte, pero acabo siendo débil. Quizá Samantha sea así, solo la vi por unos minutos, pero cuando me rechazó, a pesar de que su rostro estaba duro sus ojos...ellos me veían con dolor, como si en verdad ella no quisiera rechazarme. Quizá sea así. En verdad me alegra siempre haber escuchado las enseñanzas de mi madre, es una mujer sabia.

          Ella es tan dulce, cariñosa, bondadosa, pasiva e inteligente, ella jamas se equivoca en algo.

         Pero siempre hay una primera vez para todo, hasta mi madre se equivoca. Su error es no saber cuándo permanecer en silencio.

          Supongo qué es algo de familia.

          — No quiero llevarla madre, inventaré algo y la excusaré.

          — ¡El Consejo lo descubrirá, Caleb! ¡A sus ojos ella es tú Luna, si no la llevas levantaras sospechas! —Desde hace ya unos años mi madre comenzó a levantarme la voz cada vez que hablamos, eso no me gusta.

          — No es mi Luna, solo la mujer con la que estoy obligado a tomar —declaro.

         — Aún así es la mujer con la que pasarás el resto de tus días. Ella debe ir contigo lo quieras o no, son ordenes del Consejo.

MI ROGUE [1] © [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora