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Lauren's POV

—Vale, Camila, si quieres ver mis fotos tengo que usar tu ordenador, así que calma. —Me senté en la mesa de su escritorio. Sus padres le habían comprado un portátil nuevo, uno normal para ser más exactos. Dios, era tan distinto todo ahora.

—Pero yo quiero salir a la calle. —Me hacía sonreír escucharla a mis espaldas mientras yo sacaba la tarjeta de memoria del bolsillo de mi mochila.

—Ya, ya sé que quieres salir a la calle, cariño. Pero... Las fotos no se ven bien en la calle. —Metí la tarjeta en la ranura que había a uno de los lados del ordenador. Aún tenía las pegatinas para protegerlo incluso.

—¿Pero no se pueden ver en la calle? —Solté una risa al escucharla, tecleando en el ordenador.

—No, la luz da en la pantalla de la cámara y no se ve nada. —Sus brazos pasaron por encima de mis hombros, acariciando mi pecho hasta abrazarme por la espalda.

—Entonces mejor aquí. ¿Sabes manejar esto? Tiene muchas... Cosas. —En la carpeta comenzaron a aparecer todas las fotos, y cliqué sobre la primera.

Justo cuando me fui a levantar, Camila se sentó sobre mi regazo de lado para poder mirarme a mí y a la pantalla a la vez. Había una foto en la que estaba ella escuchando música con los ojos cerrados, algo reclinada entre los cojines de la cama.

—Soy yo. —Hice una mueca con los labios presionados entre sí, mirándola con algo de miedo. Estaba claro que era algo raro hacerle fotos sin que ella lo supiese.

—Te dije que... Te dije que te hice algunas fotos, ya sabes... —Ella arrugó la nariz con las mejillas algo sonrojadas, girando la mirada hacia mí.

—¿Así estábamos en casa de tu abuela? —Lo recordaba. Recordaba que el único sitio donde podíamos estar tranquilas era en casa de mi abuela, recordaba que escuchaba música mientras yo dibujaba. —Me sacas mucho más guapa.

—La fotografía captura momentos, no hace a la gente más guapa.

Seguimos viendo las fotos, Camila no hablaba, simplemente estaba pegada a la pantalla con los ojos estudiando todos y cada uno de los detalles de la foto. Cuando quería cambiar de foto, ella me sujetaba la mano para que no lo hiciese. Así al menos durante tres minutos mirando cada foto. Por lo que había visto, las fotos del bosque y Vancouver le habían encantado.

En cuanto acabamos, simplemente me besó durante unos minutos quedándose sentada en mi regazo, con una mano en mi cuello, acariciándome la mejilla lentamente. Luego me pidió que la llevase fuera.

—¿Quieres que te lleve a ver Vancouver? —Le preguntaba mientras andábamos por la calle. Camila aún miraba a su alrededor, miraba las hojas de los árboles que se unían en una bóveda de ramas, hojas, tonos verdes y marrones que se fundían para formar un cuadro encima de nosotras.

—Claro, ¡claro! —Caminaba casi dando pequeños saltitos, tirando de mi brazo y mirándome con una de esas sonrisas que llenaban el alma. Camila era tan feliz, Camila estaba tan llena de vida que me daba pena estar casi podrida por dentro.

Camila paró de caminar en uno de los pasos de peatones y se plantó delante de mí mirándome a los ojos.

—Tus fotos son demasiado bonitas. —Se quedó en silencio cogiéndome de las manos, arrugando la nariz. —¿Puedo pedirte algo?

—¿Qué quieres? —Ladeé la cabeza hacia el lado en el que la tenía ella, viéndola sacar la lengua entre los dientes algo divertida.

—Quiero... ¿Podría poner la foto del atardecer en la bahía en mi habitación? Sería genial. Por fi. —Solté una risa al escucharla, poniendo las manos en sus mejillas asintiendo.

coldWhere stories live. Discover now