Capítulo 10 "Bálsamo"

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Levi contuvo un puchero y bajo la mirada que se inundaba de lágrimas, no, él no debía llorar porque si no su mamá se preocuparía. Soltó un suspiro para tranquilizarse y vio a su madre.

—Mami, ¿por qué no nos vamos lejos donde ese señor no nos encuentre?

—Él nos encontrará queramos o no pequeño—acarició la cabeza de su hijo y suspiró. —Solo nos queda aguantar un poco más...

—Está bien—dijo resignado volviendo a sentarse en la silla, sin ganas de comer ya.

— ¿Me traerás las flores?

—Si mamá—murmuró jugando con la cuchara en su mano.

—No te desanimes...por favor...

El pequeño soltó un largo suspiro y vio a su mamá sonriéndole de nuevo.

—No, te buscaré las flores más bonitas, te lo prometo.

Kuschel revolvió sus cabellos con ternura y sonrió también.

—Ese es mi niño.

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Carla salió de la habitación para acercarse al niño sentado al lado de la puerta que jugaba balanceando sus pies con tristeza, se sentó a su lado y acarició sus cabellos con dulzura.

—Levi, tu mami quiere verte—le dijo con tono suave llamando su atención.

—Ella está muy mal, ¿verdad? —preguntó con la voz quebrada y los ojitos llenos de lágrimas.

La castaña se mordió el labio inferior al verle tan devastado y acarició su rostro.

—El doctor dijo que probablemente esta sea su última noche...pero no quería que lo supieras.

—Ya lo sabía—dijo cubriéndose los ojos. —El doctor que la revisó antes dijo que no duraría mucho...

—Lo lamento mucho pequeño—dijo abrazándolo con fuerza.

La mujer era cálida como su mami por lo que se sintió un poco mejor con el abrazo, correspondiendo al instante, su mamá tenía razón cuando dijo que Carla era muy buena y amorosa.

—Está bien...—se limpió los ojos y suspiró. —Iré a verla antes de que se preocupe—dijo bajando de la silla despacio.

La mujer le sonrió y asintió poniéndose de pie también para acompañarlo dentro, Kuschel sonrió al ver a su hijo entrar y extendió los brazos esperando que subiera a la camilla para abrazarlo, Levi subió acercando la silla que había y se acomodó entre los brazos de su madre abrazándola con fuerza. La pelinegra sonrió al poder tener a su pequeño con ella, con tantos exámenes, medicinas y doctores no le dejaban verlo.

—Te he extrañado mucho pequeño.

—Y yo a ti mami—dijo restregando el rostro en el pecho de su madre provocando una risa cansada en la mayor.

— ¿Qué has hecho mientras me esperas? —preguntó dándole mimos al pequeño.

—La señora Carla me ha enseñado a leer y a escribir, y le hice un dibujo para pagarle todo lo que ha hecho por ti.

—Eso es muy tierno de tu parte, gracias mi amor.

Sonrió y suspiró, intentando grabar el aroma y el calor de su madre en su memoria.

—Quiero hablar contigo de algo muy importante—dijo ella acariciando sus pómulos. —Sabes que te amo, ¿verdad, pequeño?

—Yo también te amo mami.

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