[45] Sorpresas.

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JAKE.

Inspiré lentamente una gran bocanada de aire mientras entrábamos en la sala que habían preparado para la reunión. Lo primero que vi fue a Lucan sentado delante de nosotros, observándonos fijamente e intentando relajar la tensión que había entre los lobos.

  –Calmaos –repitió por segunda vez, alzando la voz y llamando la atención de todos–. Todavía tenemos mucho de lo que hablar, así que será mejor que intentemos llevarnos lo mejor posible por ahora. 

–Estoy de acuerdo –apoyó John al vampiro, mirando a mi padre y a Marie sucesivamente–. Sea quien sea ese Alfa o lo que sea que ocurrió en el bosque, será mejor que lo hablemos cuando todo lo demás esté resuelto. Todavía tenemos que intentar entender qué es lo que ha ocurrido con Enric, Amalia y Tobías, y sobre qué se puede hacer con la recuperación del niño.

Me tensé levemente al notar el desconcierto de Amalia y me maldije mentalmente por no haberle contado lo ocurrido con el joven vampiro. Sentándome en la silla, la atraje hacia mí para que se sentara en mi regazo; ella, sonrojada, lo hizo. Sin embargo, Amalia no dejaba de morderse el labio, señal de que estaba empezando a ponerse nerviosa.

–Con respecto a eso... –interrumpió Marie con voz apenada, mirando a Lucan–. Tenía la esperanza de que vosotros pudieseis ayudarle.

  –Esperad –interrumpió Amalia de golpe, frunciendo el ceño– ¿Qué es lo que ha ocurrido con Tobías? 

Las miradas de todos se quedaron fijas en nosotros. Me aclaré la garganta para llamar su atención, pues era el único que tenía la obligación de contárselo, aunque no sabía cómo. Tobías se había convertido en una persona querida por todos, sobre todo para mi Compañera.

–Amalia –susurré su nombre. Ella me miró por encima del hombro, con el miedo de mi respuesta brillando en los ojos. Por primera vez, odié decirle la verdad–. Tobías parece tener grandes daños cerebrales; según el Sanador, parece estar en una especie de coma. Cuando lo encontraron tirado en el suelo de tu habitación, parecía estar completamente bien... pero no despertaba. Todavía sigue sin hacerlo. Lo siento, nena.

Se me partió el corazón al verla dos grandes lágrimas cayendo por sus mejillas. Cerré los ojos y apoyé la frente en su hombro, abrazándola por la cintura para intentar consolarla. Sin embargo, sabía que no había forma de hacerlo.

–Quiero... quiero verle –susurró entonces Amalia entre lágrimas–. Quiero ver cómo está.

Mi garganta se apretó con fuerza pero no pude negárselo. Asintiendo levemente, dejé que se levantara de mi regazo para segundos después levantarme de la silla.

–Espera –dijo entonces Rebecca, acercándose a nosotros–. Quédate, Jake, y habla de lo que sea que tengáis que hablar. Yo la acompañaré.

Fruncí el ceño y empecé a negar con la cabeza. No quería dejar a Amalia sola y mucho menos así, pero sabía que era algo necesario. ¿Quién si no hablaría en el nombre de mi Compañera? Era al único al que le había contado todo lo ocurrido con Enric; era el único que podía hablar en su lugar. 

A pesar de todo, me costaba dejarla ir.

  –No dejes que se culpe –le susurré a la Loba Blanca tras haber besado a mi Compañera en la frente–, ella no ha hecho nada.

–Eso es algo que no tienes que jurarme, lobo –dijo Rebecca con una pequeña sonrisa.

Entonces, me aparté de su camino y dejé que ella agarrara de la mano a Amalia, sacándola de la sala con rapidez. Suspiré y me giré, encontrándome con todas las miradas fijas en mí.

UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora