[5] ¿Un nuevo amigo?

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AMALIA.

Relamí mis labios mientras miraba hacia ambos lados del pasillo, y agarrando con una mano la tela de mi vestido entré lentamente en la cocina. Al instante, los vampiros que se encargaban de cocinar y de limpiar se quedaron parados, mirándome como si fuese un fantasma o peor, como si fuese mi padre. Incluso pude ver a alguno de ellos temblar. Suspiré.

  –Sólo venía a... –empecé a decir, pero una muchacha se adelantó y con el ceño fruncido negó con la cabeza.

  –Lo siento, estamos trabajando. Por favor, márchate –su voz sonó tensa, pero lo que realmente me molestó fue su tono hiriente y frío, como si no fuese nada más que un estorbo. Apreté los labios en una fina línea y entrecerré los ojos.

–No voy a marcharme de aquí por que tú me lo digas, sigo siendo una invitada y deberías aprender a tratarme como tal –mi voz salió furiosa entre dientes, y cuando escuché jadeos asustados, me obligué a relajar mi expresión. Ellos me temían por algo que no podía evitar, pero tampoco iba a permitir que me trataran como si fuese un monstruo–. Por favor, sólo quiero un poco de agua caliente, nada más.  

 Un silencio sepulcral se extendió por la cocina hasta que un joven de pelo castaño se apresuró tan rápidamente a coger una pequeña tetera que estuvo a punto de caerse. 

  –Yo... yo lo haré –dijo firmemente mientras aseguraba la tetera entre sus brazos. Varias mujeres le miraron con el ceño fruncido, pero acabaron negando como si fuese un caso perdido y siguieron con sus labores.

La vampiro que me había exigido que me fuera hizo una mueca despectiva y, apartándose el pelo de los hombros, se giró dignamente y salió de la cocina por una puerta trasera. Suspiré aliviada y le sonreí agradecida al pequeño chico, que me indicó que me sentara en una mesa de madera.

Obedecí mientras observaba sus movimientos rápidos y nerviosos. Me mordí el labio para no reírme y negué con la cabeza cuando se empapó la camisa mientras intentaba llenar la tetera. Sin poder evitarlo, me levanté y caminé hacia él para ocupar su lugar; bajándole la fuerza al agua, levanté una ceja cuando él me miró como si hubiese salido de un pozo con tres cabezas.

–No... no era necesario, señora –dijo él con sus grandes ojos rojos mirándome avergonzados–. Se puede mojar el vestido si... 

  –No te preocupes, no voy a volver a la fiesta... –dudé al no poder completar la frase. El chico sonrió algo más relajado y me dijo que se llamaba Tobias. Devolviéndole la sonrisa añadí su nombre a la frase–Tobias.

Él se sonrojó un poco cuando la tetera se llenó y la dejé sobre el fuego. Mirándole de reojo, di un paso hacia atrás y dejé que él terminase de hacerlo. Mientras él se movía, ahora más relajado, pude ver que no superaría los doce años a pesar de tener un cuerpo demasiado alto y delgado para su edad, sus ojos eran tan claros que parecían de color naranja. Sus mejillas aniñadas eran pálidas y de apariencia suave, y con un revoltijo de pelo castaño cayéndole sobre la frente, su edad parecía disminuir.

Sin embargo, lo que me hizo sentir una calidez en el pecho fue su nerviosismo, pero no producido por el miedo. Él sólo estaba nervioso porque era una chica, y eso me hizo sonreír todavía más. Cuando el fuego empezó a calentar el agua, Tobias se giró y me miró con expresión satisfecha.

  –Si quiere puede ir a su habitación, señora. Yo le llevaré el agua cuando esté lista.

Me eché a reír, agradecida, y asentí. Apretando entre mis manos el pañuelo que me había dado aquella extraña anciana, deseé que lo que fuera que había envuelto en él me ayudase a conciliar el sueño.

UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora