[31] Revelación.

8.5K 922 59
                                    

DIANA.

Fruncí el ceño por culpa del dolor que sentía en la parte trasera de mi cabeza. Aguantando un gemido adolorido, intenté llevarme las manos hasta el lugar en el que estaba segura que tenía sangre, cuando me di cuenta de que estaba atada de pies y manos.

Pasando la mirada por todos sitios, me fijé que todavía estaba en el bosque... pero no reconocía el lugar. Me estremecí de frío y dolor, pero intenté no producir ningún sonido más cuando escuché pasos acercándose.

  –No puedo creer que hayas sido tan estúpida, Corina –reprochaba la voz de una mujer adulta, con la furia rebosando en cada palabra–. Solo tenías que traer al niño vampiro, ¿cómo has podido fallar en algo tan simple?

Sentí cada músculo de mi cuerpo tensarse cuando reconocí esos olores tan familiares. Ahora entendía por qué había pensado en Jake antes de que la estúpida loba cayese sobre mí... ¿Cómo era posible que Corina estuviera haciendo esto? ¿Por qué iban detrás de Tobías?

Y lo más preocupante de todo... ¿El pequeño habría llegado sano y salvo a la aldea?

–Se nos escapó–refunfuñó Corina con la ira en la voz–. La zorra de Diana le avisó de que estábamos ahí, y el niño consiguió huir. Jamás pensé que un vampiro pudiera correr tan rápido, madre... Pero no te preocupes, ya tengo a varios lobos detrás de su rastro. Al parecer se asustó y se desvió del camino, si tenemos suerte esta misma noche lo tendremos aquí.

El miedo me recorrió por entera. Las lágrimas picaron en mis ojos mientras imaginaba lo que le podría ocurrir al vampiro si lo capturaban.

Por favor Tobías, que no te cojan... 

  –Más te vale, Corina–dijo entonces la mujer, que no podía ser otra que Marcella. Nunca me habían caído bien aquellas dos, y ahora entendía exactamente por qué–. Estamos arriesgando demasiado con esto, ¿entiendes? Si no matamos a ese niño, Amalia podrá tener una oportunidad para sanar... Y tú perderás el puesto de Alfa.

Contuve un gruñido furioso cuando entendí lo que querían hacer y el por qué. ¿Cómo podían ser tan ruines? ¿Cómo podían estar pensando en herir a un niño para conseguir un puesto que no les pertenecía? 

  –Ese puesto es mío, madre –se quejó Corina con arrogancia–. Lo fue desde que pisé esa estúpida aldea. Jake no es más que un horrible error en nuestros planes, y su jodida zorra no va a entrometerse más.

Apreté los dientes cuando sentí que mi cabeza empezaba a latir. Sin poder evitarlo, gemí de dolor y ambas se dieron cuenta de que estaba despierta. Marcella gruñó.

–¿Por qué la has tenido que traer, Corina? No es más que una molestia más –los ojos verdes de la loba adulta brillaron con hastío.

–Si las cosas se tuercen demasiado quizá podamos usarla para huir –dijo Corina con una mirada calculadora. 

–Sois unas zorras –les espeté con el odio a flor de piel–. Cuando Jake se entere de esto, se encargará de que os repudien a ambas... Eso si primero no os mata.

Marcella se echó a reír con frialdad.

  – Sigo siendo la Compañera del Alfa. De su Alfa, que además resulta ser su padre. Si algo me ocurre, el que será repudiado será él. ¿O es que no sabes que un lobo no puede ser líder a menos que tenga una pareja a su lado?

Tras esas palabras, ambas se alejaron de mí no sin antes ordenar a uno de sus subordinados que me vigilase. Sin embargo, eso no me importaba ahora. Me quedé en silencio mientras la estupefacción me recorría. ¿Un Alfa solo podía liderar si tenía pareja? ¿Por qué? Sentí la ansiedad recorriéndome por dentro, dándome cuenta entonces de que jamás había tenido una posibilidad de liderar a mi propia manada. ¿Cómo iba a hacerlo, si Rick no me quería ni mirar?

Me mordí el labio y no dije nada más... No pude.

* * * * * * * * * * * 

JAKE.

Llegué cerca de una pequeña cascada y maldije entre dientes cuando me di cuenta de que el rastro se había perdido, de nuevo. Llevaba tres horas buscando a ese pequeño vampiro, y estaba empezando a temerme lo peor. Sobre todo, el miedo me llevaba recorriendo por dentro desde que había dejado la aldea. 

¿Cómo iba a saber si Amalia estaba bien? 

No. 

Ni siquiera quería pensar en eso.

Volviendo a la realidad, maldije entre dientes de nuevo y me acerqué a la orilla para poder beber agua y seguir mi búsqueda, cuando sentí como algo puntiagudo me golpeaba el lomo. Gruñendo, me giré para ver quién era... y para mi estupefacción, no encontré a nadie.

Fruncí el ceño y miré por mi alrededor, olfateando el aire e intentando encontrar algún sonido que me revelase la posición del otro... Sin éxito.

Cuando una pequeña piedra pasó rozando mi cabeza, gruñí más fuerte y alcé mi mirada hacia arriba. 

Casi me habría echado a reír si hubiese podido.

Tobias, el pequeño niño vampiro, estaba subido en una de las ramas más altas de un enorme árbol. Casi me costó encontrarle pues estaba bien escondido tras las ramas. Sentí una especie de orgullo hacia él. Había sido listo al subirse a aquel árbol. ¿Quién en su sano juicio pensaría que un niño vampiro de doce años, se escondería ahí?

  –¿Jake? ¿Eres tú? –la voz susurrante y asustada del niño trajo la seriedad de nuevo a mí.

Asentí lentamente con la cabeza y me transformé en humano delante de él, demostrándole que no tenía que tenerme miedo. Agachado y desnudo, miré de nuevo hacia el árbol.

  –Sí, Tobias. Soy yo, puedes bajar.

Segundos después, escuché el sonido de las pequeñas ramas al moverse. Observé una sombra deslizándose con agilidad por el árbol y me quedé sorprendido al ver como saltaba al suelo y caía sin producir ningún ruido.

A pesar de que estaba altamente sorprendido, caminé lentamente hacia él. El pequeño vampiro tenía los ojos rojos húmedos por las lágrimas, y podía observar en el fondo de su mirada el miedo y el cansancio que tenía sobre sus pequeños hombros tras las horas pasadas. 

  –Tranquilo Tobias, todo está bien –o al menos, eso deseaba. Todavía no teníamos noticias sobre Diana, y Rick parecía estar más cabreado a cada segundo que pasaba.

–¿Y Diana? –preguntó con la voz temblorosa.

–La encontraremos –le aseguré–. Pero ahora debemos volver a la aldea, necesitas descansar y recuperarte. Has sido muy valiente, vampiro –Las mejillas del niño se sonrojaron y yo sonreí–. Vamos, aguanta un poco más. En cuanto lleguemos podremos hablar de lo ocurrido. 

Él asintió con obediencia y miró de nuevo hacia el interior del bosque. Transformándome en lobo, le di un pequeño golpe con el hocico en la mano y esperé hasta que él asintió.

Segundos después, ambos estábamos corriendo hacia la aldea. Hacia Amalia... y esperaba que hacia Diana.



UN SUEÑO IRREAL. || LB#2 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora