Capitulo 6

1.5K 99 11
                                    

Desperté aturdida, sentía ganas de vomitar, me dolía el estomago y me sentía mareada.
Llevé una mano a mi cabeza y la masajee, parpadee un par de veces tratando que nada siquiera moviéndose en mi cabeza. Ya no estaba en el jet, me encontraba en una habitación sucia, acostada y atada en una cama, no había una puerta, sólo una cortina morada gastada. No habían ventanas, no habían muebles, no había salida.
-¡Hey!- Grite.
Escuché pasos acercarse y el hombre que había curado antes mi herida y salvado de un violación apareció tras la cortina.
-¿Como se siente?.
-Como una maldita miserable atada- Respondi seca.- ¿Donde estoy?.
-En su destino, pronto el jefe le explicará bien.
Rode los ojos, rápidamente mire mi muñeca recordando como me la había maltratado aquel hombre. No estaba sangrado, la habían cocido.
-Una enfermera la cocio- Respondió antes que formulara alguna pregunta.
-¿Cuando?- Pregunte aturdida, no pude estar más de tres horas dormida.
-Hace dos días- Dijo simplemente.
Ahogue un grito, y de repente todas las piezas encajaron en su sitio. Sólo hay una manera para estar sin conciencia varios días. -Me mantuvieron drogada.- No era una pregunta, estaba afirmandolo, me estaban haciendo lo mismo que a Susan.
-Sí.
-Quiero ver a Stefano ya- Dije secamente.
El hombre se retiró y yo lloré en silencio, estoy hambienta, cansada y aterrada, más de dos días drogada, sólo Dios sabe lo que pasaron esos días.
Un par de minutos cuando Stefano entró con una gran sonrisa, se sentó en la esquina de la cama y me miró serio.
-Estas flacucha, no valdras nada de esa manera.- se giró y gritó- Agua y la cena para América.
-Quiero que te dejes de secretos dime de una vez que quieres de mi- Lo miré desafiante, aunque estoy conciente que luzco como una niña asustada.
-No tienes derecho a pedirme nada, tú, tan poca cosa, pero me gustas con tú actitud dura- sonrio- Tengo un nuevo prostibulo, pero mejorado, nueva mercancía, nuevo local, nueva clientela y lo mejor, sin preocuparme de las estúpida leyes de los estados unidos, porque Adivina que mi querida América, aquí la prostitución es legal.
Aprete los puños y mordi mi lengua intentando no llorar, basta de la débil Avalon, eso es lo que quiere él, que me derrumbe y no le daré la dicha.
-¿Donde estamos?
-No es tú asunto, ¿quién me garantiza que no iras corriendo en busca de tú hombrecito dándole tú ubicación?- Vaciló.
-Aunque así fuera no podrá rescatarme ¿no? Tienes más hombres a tú cargo según me he fijado.
Asitio una vez.
-Matame- Dije acercandome a él- Por favor, hazlo- Dije mirándolo a los ojos, me había prometido ser firme con mi actitud, pero es imposible hacerlo cuando seré una esclava otra vez.
-No, tú físico atrae clientes, tienes un aura atrayente Avalon- rasco su barba- Además que tengo que hacerte pagar de alguna manera tú estúpida trampa con Matt.
-No menciones su nombre- Me enfureci, no era quién para decir el nombre de mi esposo, no él.
Me miró y elevó una ceja.
-¿La pequeñas perra se molesta? Grabare cada una de tus revolcadas y se las mandaré, para que Matt admire como otro utiliza tú cuerpo.
Me estremeci y sin pensarlo lo patee en las costillas. El golpe sonó seco y lo vi levantarse lentamente del suelo. Se sacó su cinturón.
-Estas muerta- Y sin vacilación me golpeó, una, dos, diez veces con el cinturón. Salió dejándome al borde del desmayo, gritando y sangrado.
Aprete los ojos y me asegure que dentro de poco moriria, llevo más de cuatro días sin comer, de ser abusada y de no dormir, no aguantaría mucho tiempo.
Una mujer entró con mi cena en sus brazos, no me miró. Con un cuchillo desató las cuerdas de mis manos y pies.
-Come- Me ordenó y salió de la habitación.
Saqué mis lágrimas y me senté, ahogue un grito, mis muslos estaban marcados por el cinturón, también mi brazo izquierdo y mi hombro. Miré el plato, arroz, con pescado en trozos y un vaso con agua. Pensé por un momento, quizás contenía más droga pero a estas alturas prefiero estar drogada y no recordar. No pensé más y devoré el plato, el arroz estaba húmedo y el pescado pegajoso, pero tenía mucha hambre, tomé todo el vaso de un trago y limpie mi boca con el dorso de mi mano. Afuera escuché como un hombre gritaba.
"Alistense, tienen diez minutos, abriremos las puertas, las demoras equivalen a castigos" Dicho eso se acercó a mi habitación y sin abrir la cortina dijo.
-Sal.
Me puse lentamente de pie y abrí la cortina, había un amplio pasillo con varias cortinas a sus costados, deben ser las demás habitaciones, un hombre muy alto y de aspecto ruso me miró intimidante. Me tomó del brazo y me llevó por el oscuro pasillo, se detuvo al final, abrió esta vez una habitación con puerta, un baño.
-Aseate, vístete y sal.- Dijo y luego de pensar un momento volvió a hablar- No hagas estupideces, hay hombres alrededor de todo este lugar, escapar no es una opción. No me hagas perder mi poca paciencia- Después de eso me empujo dentro.

Te encontrare (de pensamientos de una prostituta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora