53

110 13 0
                                    

Despreciable John:

       ¿Dime por qué no puedo dejar de llorar? ¿A caso es permanente tu efecto?
       Cuando tu clase comenzó explicaste la actividad, me dijiste que teníamos que salir con la orientadora para llegar a un acuerdo respecto a la calificación, no sé por qué te creí.
       Salimos, y todo indicaba que llegaríamos a orientación, no me dirigías la palabra, estabas un metro delante de mí, tu paso era enérgico y te metiste a la biblioteca, no pensé que fueras capaz de mentir ahí, en tu área laboral.
       Caminaste hasta llegar al final, en un rincón, no había nadie ahí, ni si quiera el bibliotecario. Te giraste y viste que yo estaba lejos de ti, te acercaste y me besaste, me tomaste por la cintura y no te importó que pudieran vernos, no te importó tu trabajo, no te importó nada.
       Casi de inmediato te aparté, tú no cediste tan fácil, tuve que volverlo a intentar hasta que me soltaste.

       —¿Estás de mente? —susurré molesta.

       Lis latidos estaban tan disparados y, por un momento, creí que estaba cayendo de nuevo.

       —Me preocupé mucho por ti, no me avisaste que te irías ni nada —respondiste posando tus manos en mi rostro.

       —No tengo porqué darte explicaciones.

       —Tendremos un hijo —argumentaste.

       Quería morirme en ese momento, más bien quería golpearte y luego huir lejos de ti, estabas rompiendo mi esperanza, yo no creo estar embarazada.

       —¡No estoy embarazada! —alcé la voz olvidando el lugar en el que estábamos. Me quedé en silencio, esperando que alguien llegara a decirme: “shhh”, pero nadie llegó.

       —Por favor Layla, ya pasó demasiado.—Tu voz estaba en un tono de irritación, de nuevo me sentí sola, esa manera en la que lo dijiste... Yo creía que tú preferías que no estuviera embarazada, y estabas hablando tan seguro, como si eso me fuera a atar a ti y se volviera en la solución de nuestra relación quebrada.

       —No lo estoy —mentí, pero tu actitud llegaba casi a la arrogancia que me hizo decir eso sin estar confirmado.

       —No te creo. —Eras otro John, ya no eras el que me apoyó semanas atrás.

       —No me interesa. —Estaba cortando todo entre nosotros, no estaba dispuesta a seguir con esa conversación, salí de ahí y fui al aula.

       Todo ese apoyo que habías mostrado, puedo asegurarlo, era falso... era falso como todo tú, desde que llegaste a mi vida no has hecho nada más que mentir.
       ¿Qué voy a hacer si resultaba todo lo contrario a lo que te hice creer? Ahora estoy en casa, sola. No sé si llamar a Jesse o quedarme con mi pequeño secreto. De nuevo me lastimas, John.
 

Layla

Advertencias Para NO IlusionarmeWhere stories live. Discover now