Un incentivo para matar

22 3 3
                                    

Habían pasado cinco horas desde que "maté" a Todd. Ahrielle estaba preocupadísima y yo la verdad no estaba mucho mejor que ella. No sabíamos que tipo de cosas podría estar pasando el pobre Todd, ni tampoco si Shinto haya aprovechado la oportunidad para hacerle algo. Queríamos que volviese.
Ambas estábamos sentadas al lado de la cama de Todd, donde reposaba inerte. Inerte. Se me hacía tan raro pensar eso de Todd. Estaba muerto. Ahora mismo estaba muerto. Yo le había matado. Le había matado "temporalmente" pero aún así no podía evitar tener miedo de no ser capaz de revivirle.
'No te preocupes Ahryelle, seguro que estará bien'
-Hmp, ¿no debería ser yo la que te consolase?
'Supongo que si, pero pareces tan preocupada como yo por extraño que parezca, ya que te intentó matar varias veces'
-Ya... Pero tenía sus motivos...
'Aún así es extrañoque te preocupes tanto por el'
La verdad es que tenía razón. Ni yo misma entendía porque me preocupaba tanto por Todd, al fin y al cabo intentó matarme y a mi no me era nada. No me era nada... Era extraño. Pensar que no me era nada me escocía en mi interior. Me dolía. Jamás había tenido sentimientos por nadie, al menos no tantos hasta que me convertí en kumiho, pero esto era demasiado. No era ni razonal.
No me era nada...
-Supongo que soy extraña...
Nos miramos y sonreímos a la vez. Habíamos llegado a ser tan buenas amigas como para compenetrarnos hasta en eso. Me hacía muy feliz tenerla conmigo.
-Que bonita reunión familiar.
No. No podía ser verdad. ¿Qué hacía ella aquí?
Se balanceó desde el techo e intentó entrar a la habitación dando una voltereta pero justo antes de que sus pies tocasen el suelo la plaqué agarrandola de la cintura y caímos al patio desde el segundo piso. Por suerte, yo caí encima de ella.
-Eso ha sido un poco grosero, ¿no crees?
-¿Qué haces aquí Eva?
-Solo pasaba a haceros una visita.
-¿Cómo has llegado hasta aquí?
-Seguí vuestro olor. Tu lo disimulas muy bien, pero ya he matado a muchos kitsune como para no reconocer su peste.
-Vete. No eres bienvenida aquí.
-Vale, me está empezando a molestar un poco tu actitud. Yo, que vengo aquí a proponerte un trato como una buena amiga, solo recivo tu agresividad y rechazo. ¿Tan mala soy para ti?
-¿Hace falta que conteste?
-Supongo que no... Bueno, ¿me dejarás hablar al menos?
-Si luego te vas, por supuesto.
-Oh, deja de ser tan malvada, me duele de verdad. Te propongo que te unas a mí.
Pensaba que su ironía era lo único divertido que tenía, pero parecía que también se le daba bien contar chistes.
-Gracias por tu oferta pero si solo venías para decirme eso ya te puedes ir.
-¡Oh vamos! Piensa en todo lo que podríamos lograr juntas, ningún "mensajero" podría jamás con nosotras. Seríamos totalmente libres.
-Solo hay un problema con esa teoría.
-¿Cual?
-Tu ya eres libre. Por mucho que te han perseguido no consiguen acabar contigo, sabes de sobra que nadie puede, entonces mi pregunta es, ¿para qué me necesitas?
-Vaya, eres mas lista de lo que pensaba. ¿No vas a venir por las buenas verdad?
-Creo que tampoco hace falta que responda a eso.
-Muy bien, si no vienes por las buenas...
En un segundo saltó sobre mi, agarrándome del cuello con su mano derecha.
-Vendrás por las malas.
Le puse mi rodilla en su estómago y la lancé dando una voltereta hacia atrás.
-Que te lo crees tu.
Se levantó del suelo sonriendo, mientras movía su mano en círculos dejando como una especie de rastro rosa por donde pasaban sus dedos. De repente me señaló y caí al suelo abatida.
'¡Ahryelle!'
La voz de mi amiga resonó en mi cabezo como un eco lejano, estaba casi inconsciente.
'¡Ahryelle levanta por favor!'
Lo intentaba... Pero por mucho que trataba de forzar mis brazos y mis estos seguían sin responder.
-¡Guau! Perro ladrador poco mordedor ¿eh? No me puedo creer que ya estes así por un simple golpe.
Eva se acercó y se agachó junto a mi. Cogió mi cabeza entre sus manos y me obligo a mirarla pero, por desgracia para ella, mi mente se estaba nublando y comenzaba a perder el sentido.
-Hmp, supongo que tendre que darte un incentivo para que la próxima vez que nos veamos te apliques un poco más...
Soltó mi cabeza de repente y volvi a caer tumbada en el suelo.
-Quetal si... ¿mato a ese chico que tanto te gusta?
¿Qué? ¿De qué estaba hablando?
Saltó a la ventana de la habitación de Todd, y desde el marco, justo antes de entrar, me miró fijamente, amenazante. Su miraba fría me caló hasta los huesos.
-Espero que te hayas despedido de tu amigo Todd.
Entonces se giró y entró a la habitación de Todd.

Touch my heart KumihoWhere stories live. Discover now