Pesadilla

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Eran las cuatro y media de la tarde, acababa de salir del instituto y ya estaba deseando llegar a casa. Antes nunca tenía demasiada prisa, pero ahora tenía alguien a quien cuidar. Alguien que me necesitaba.
De camino a casa compré unos muslos de pollo y algo de conejo, seguro que estaría hambrienta. Cuando llegué la casa estaba vacía, como siempre a esas horas. Dejé las bolsas de la compra en la cocina y subí corriendo a mi habitación. Quería verla. Cuando entré aún estaba dormida pero en cuanto le abrí la jaula comenzó a abrir los ojos. La acaricié la cabeza mientras se estiraba, era tan bonita. Me senté a su lado y sin tardar ni un minuto se colocó en mi regazo. Había cogido esa costumbre poco después de que la lleváramos al veterinario. Tenía tanto miedo... Me acuerdo de como lloraba en la consulta, cuando la hicieron las curas por primera vez. Desde entonces le había cogido aún más temor a la gente pero, sin embargo, en mi sí confiaba. Cuanto más tiempo pasábamos juntas más inseparables nos volvíamos. De hecho, tenía tanta confianza en ella que solo la enjaulaba cuando no estaba en casa por mi hermano, que "no se fía de tener un animal salvaje suelto por la casa".
-¿Tienes hambre preciosa?
No contestó pero sin embargo me miró con esos ojos que siempre me ponía cuando quería algo de comer. Nos sabíamos comunicar muy bien entre nosotras.
-Espera aquí, ahora mismo te traigo la comida.
Bajé las escaleras y abrí las bolsas de la compra, miré el reloj, eran las cinco. Todd no volvería hasta dentro de media o una hora.
Tardé unos 10 minutos pero ya tenía su comida lista, estaba subiendo las escaleras pensando en si tenía el cuenco en la habitación o me lo estaba dejando en la cocina. Vacilé un momento en la mitad de las escaleras y cuando iba a dar la vuelta para mirar en la cocina escuché algo que provenía de mi habitación.
Asustada subí las escaleras corriendo, tenía miedo de que algo se le huviese caído encima. Entré a toda prisa pero nada más cruzar el marco de la puerta me quedé petrificada.
Una chica, con orejas de zorro, colas y desnuda estaba tumbada sobre el suelo de mi habitación.
Al principio no entendí absolutamente nada de lo que estaba ocurriendo, pero cuando ella se levantó y me miró...
Era ella.
Sonreí. Sonreí y estuve más feliz que nunca.
Ella se había transformado.
Ahora era una Kumiho y ahora podríamos ser amigas para siempre.
Podríamos estar juntas para siempre.
-Tr... Traje tu comida...
Mi voz temblaba, ¿Le gustaría ahora la misma comida o...?
O...
En un segundo se acercó a mí y comencé a notar un gran dolor en mi pecho. Un gran dolor que dió paso a un gran vacío.
Caí al suelo mientras miraba a mi amiga, que se había sentado a mi lado mientras comía.
La miré y sonreí.
No sabía lo que comía... No sabía lo que necesitaba...
Por eso me ha pasado esto.
Fui tonta al no darme cuenta pero, al menos, ella me necesitó hasta el último momento. Nadie me había necesitado nunca... Hasta que ella llegó. Ahora podría sobrevivir sola.
Estaba tan feliz...
Gracias...

Me desperté sudorosa y horrorizada. ¿Qué se suponía que acababa de revivir en ese sueño?
Lo sabía bien...
Acababa de vivir los últimos momentos de Ahrielle.

Todd sonreía al verme temblar.
Para él, el juego acababa de comenzar


Touch my heart KumihoWhere stories live. Discover now