Capítulo siete

292 22 3
                                    



—Bien, Nicole. Tenemos noticias —comenzó a Apreté la mano de Max cuando la doctora entró al consultorio con los resultados del examen de sangre que me había realizado. Víctima del silencio que nos acompañaba, sus tacones repiqueteaban a cada paso que ella ejercía. Cuando se sentó en la silla en frente de nosotros, miré rápidamente sus ojos color ámbar, el tono de su piel era carbón que hacía fuego con todo su exuberante cuerpo. Carraspeó un par de veces y apoyó sus codos sobre la mesa, leyendo su tabla de expediente. Respiré hondo tratando de diluir mis miedos.

hablar. Aunque la tranquilidad con la que ella decía las cosas no me hizo calmar. Sentía que en cualquier momento me iba poner a gritar como desquiciada por la incertidumbre.

Llevaba más de veinte minutos sentada en estas cuatro paredes, intestadas a olor clínico que los disfraza con limpiador de lavanda, solo esperando por algo que me diera una señal del cómo continuar. Las pláticas reconfortarles con Max de camino acá, no hicieron su trabajo de diluir mis miedos. No es que no lo supiera o lo sintiera, pero igual quería pruebas irrefutables de que no era mi imaginación y que de verdad tenía un hijo dentro de mí.

Decir que estaba temblando de miedo como una niña que entra al prescolar por primera vez, era un eufemismo colándose en mis pensamientos.

La doctora revisó una vez más los expedientes e hizo una mueca pensativa. No sé si trataba con ello de mantener el suspenso, pero igual me irrito. —Efectivamente, ¡serás mamá! —A su afirmación la acompañó una sonrisa deslumbrante, aunque quizá era monótona. ¿A cuántas señoras que pasan por aquí no les dice que están en estado de gestación con la misma sonrisa practicada de dientes ligeramente torcidos?

Rápido se colocó el papel de profesional y continuó sin ningún arrebato. —. La próxima cita la pondré a mediados de la semana para realizarte un ultrasonido. ¿Has tenido algún síntoma, aparte de la perdida de tu periodo hace un mes?

— ¿Es seguro? —Fue una pregunta imprudente, sabiendo que me encontraba en el mejor hospital de San Diego, y dudo que aquí se toleren las equivocaciones, pero fue lo primero que salió de mis labios resecos.

Ella hizo una mueca distraída. También miró a Max preguntando con sus gestos a qué me refería. — ¿Cómo?

—El embarazo, quiero decir. ¿Está segura que estoy embarazada? ¿Los resultados no se alteraron o algo?

No es que fuera algo divertido, al menos yo no me hubiera reído como lo hizo ella; era grosero hacerlo. Se supone que yo era su paciente y merecía mejor trato a como se trata a un loco.

Max palmeó mi pierna acreciendo una sonrisa incomoda. Muy seguido él hacía eso, como para mostrarse más autosuficiente por mí y, también, para mostrar su vergüenza por mis actos. Es algo que estoy muy acostumbrada viniendo de él. Al principio me parecía algo normal sabiendo que puedo llegar a hacer muy difícil de lidiar, pero conforme pasó el tiempo y él no ha hecho el esfuerzo por acoplarse a mi actitud atrabancada y espontánea, se ha anotado a su lista de defectos: se ridiculiza de mí.

— ¿Qué dije? —Le susurré.

— ¿En serio? —abrió los ojos hacia mí para mostrar un punto erróneo.

Bufé y me crucé de brazos y de piernas, dejándome caer en el respaldo de la silla.

Cuando la doctora dejó de reír, empezó a escribir en su bloc de recetas, evadió la respuesta obvia y preguntó si teníamos alguna duda; aseguró que podríamos llamarla por si surgía una anomalía durante estos días. También me dijo que era completamente normal que estuviera nerviosa sabiendo que era madre primeriza, ella había sido peor cuando tuvo a su primer hijo, así que eso me consoló y olvidé el hecho que se rio de mí. Max hizo preguntas, muchas preguntas que consiguieron el objetivo de tranquilizarlo más o menos de los nervios, y no me pasó desapercibido el brillo de sus ojos ni su agarre en mi mano que se volvió un poco más fuerte.

Walking on the mark » Justin Bieber (#2 TPLIM)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu