CAPÍTULO VEINTIDÓS

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KATH GRIER

—¡Vicenzo! —Llamó a todo pulmón Zeon, subiendo como un loco los peldaños cilíndricos de la escalera— ¡Vicenzo!

          Tanto el señor Vicenzo como Zeon ya habían salido de las aguas negras, y ahora no los podíamos ver desde el pequeño agujero de la alcantarilla. Por ello esperábamos nuestro turno para hacer lo mismo.

—Pero, ¿qué le pasó al amigo? —esbozó Alan haciéndose el gracioso—. Creo que el olor a mierda de acá abajo lo volvió loco.

—Alan no. —Negó Vanessa moviendo su cabeza de lado a lado y con sus manos en la cintura—. No, sólo no.

          Alan no me desagradaba del todo, pero sus comentarios eran un cruce entre algo idiota con algo fuera de lugar. Vanessa cada vez que tenía la oportunidad de cortársela, lo hacía y para mí eso bastaba.

—Chicos, subamos. Este olor me está mareando —comentó Hanny descansando su mano en su enorme panza de embarazada—. Necesitaré un poco de ayuda para poder subir esa escalera.

—Yo te ayudo —dijo Frank saliendo de las sombras. Desde que lo mordió el Contemporáneo ha estado muy distante de todos—. Subiré primero y te daré la mano para que te ayudes un poco.

          Hanny asintió y le dio espacio para que subiera. Frank lo hizo y cuando estaba a más de cuatro peldaños estiró su mano y la mujer la recibió. Poco a poco fueron subiendo hasta que llegaron a la salida y Frank tuvo que tomar a la embarazada por ambos brazos y ayudarla a salir.

           Vanessa era la siguiente en subir.

—¡Wow! —Empezó Alan—. Lindas nalgas.

«Vaya idiota» dije en mi mente.

           Vanessa se detuvo, bajó nuevamente los peldaños que había subido con toda la calma del mundo, se giró frente a Alan y de un momento a otro un sonido de choque estalló en el silencio de las aguas servidas. La cachetada más merecida que había visto.

—¡A mí me respetas! —exclamó molesta Vanessa, la chica estaba roja de la furia.

          No podía aguantar la risa, pero lo estaba intentando. Vi a Zoe que estaba igual o más molesta que Vanessa y eso me dio un poco más de risa. Era eso o la cara que tenía Alan de perplejo, tomándose su mejilla izquierda justo donde la chica enfurecida había golpeado.

          Vanessa volvió a girarse y empezó a subir las escaleras nuevamente, pero ésta vez sujetando un poco la bata en la parte de abajo mientras lo hacía.

—No creo haber hecho nada malo —dijo Alan viendo a los que estábamos aún abajo.

          Cuando iba a seguir hablando, Zoe lo interrumpió:

—Das asco —en su tono había un poco de desaprobación. Bueno, yo diría que mucho.

—Chico, es mejor que subas ya —demandó mi padre, dirigiéndose a Alan.

          Sin hablar, Alan obedeció y empezó a escalar para salir.

****

         Hugo y Kath subieron sin decir ni una sola palabra. Aunque ellos también se habían reído mientras mi padre comentó lo que estaba pensando sobre lo ocurrido con Alan y Vanessa.

—Sube —le dije a Zoe.

—¿También quieres una bofetada? —Escupió—. ¿Por qué crees que me quedé de última?

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