CAPÍTULO DIECISIETE

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MAPEO

          Todo temblaba a mí alrededor, las mesas que estaban por encima de mi cabeza se movían como si tuviesen vida propia, al igual que las sillas y las camillas. Luego escuché un sonido muy fuerte que provenía de mi izquierda. Miré hacia arriba y vi un polvo abrirse paso por una pequeña abertura que dejaba las rendijas de las mesas.

          Volví a escuchar el mismo sonido que venía del mismo lugar, debajo de donde vi el polvo caer estaba Zoe con sus manos en la cabeza y recostada en posición fetal. Sin pensarlo dos veces, tomé su pie desnudo y la halé con fuerza hacia mí. Frank estaba al lado de ella, pero al parecer él mismo se dio cuenta de la situación y se apresuró a colocarse a mí lado.

          El piso me mandaba de un lado a otro, y no sólo a mí, todos los que estábamos bajo ese fuerte, inclusive los que estaban inconscientes, parecíamos que estábamos dentro de una lavadora a la cual le habían metido un ladrillo.

          Pensaba que Vanessa estaba desmayada, pero cuando volví a mirarla y asegurarme de que ella y André estuvieran bien, la vi sujeta a él como si fuera un oso de peluche. Ella lo estaba cubriendo con su cuerpo, aferrada a ese niño como si ella era la verdadera madre.

          A los segundos, el bamboleo del suelo se detuvo de repente, dejándome desconcertado y confundido a la espera de algo más, pero nada ocurrió.

—Alerta, creo que eso fue un premonitor. —Le dije a nadie en específico.

—¿Premonitor, qué es eso? —preguntó Vanessa acercándose con el bebé en brazos, su rostro delataba el miedo que ella estaba sintiendo, más ni una lágrima observé correr por su mejilla.

—Es un sismo que ocurre antes de un gran terremoto —dije seco, estaba asustado—. Hay que reforzar este fuerte.

          El fuerte era amplio donde estábamos ocultos, pero se veía que no era tan resistente, los que lo hayan hecho pensaron en la comodidad en vez de la seguridad.

—Si es verdad lo que dices, entonces, es muy peligroso salir —esbozó Zoe limpiándose unas lágrimas de sus mejillas. Ella susurró algo después que no logré entender, sólo sabía que tenía una palabra con "mierda"

—Ya pasó más de un minuto, no creo que haya sido un premonitor como dices —habló Frank—. Desde que me despertó Alan y el señor Vicenzo ha temblado pero no tan fuerte como éste. Construimos este fuerte rápido para meterlos a todos ustedes que aún dormían.

—¿Dónde están los doctores y enfermeros? —pregunté—. Ellos dijeron que nos cuidarían.

          Realmente era una pregunta disfrazada para preguntar por mi padre.

—Lo más probable es que escucharon la alerta de terremoto y todos huyeron. ¡Esos malnacidos! —espetó Zoe—. Desperté como en una caja de metal, tenía frío y todo estaba temblando.

—Nos dejaron aquí a nuestra suerte... —dejó escapar Frank.

—¡Imposible! —exclamé—. ¡Ellos dijeron que éramos prioridad nacional!

—¡Vaya prioridad nacional! —Bufó Frank—. ¡Encerrados en una torre bajo mesas y sillas para salvar nuestros traseros!

          Él me miraba con un poco de molestia, pero sabía que no era conmigo. Yo también estaba molesto con nuestro abandono en la ECC, pero siempre era optimista y le veía el lado bueno a las cosas aunque no los tuviesen.

—Vendrán por nosotros, ya verás. —Dejé escapar un suspiro cuando terminé de hablar y salí gateando del fuerte para reforzarlo.

          Frank venía tras de mí.

Z-Elección©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora