Solté mis manos de las suyas y las llevé a mi rostro por la emoción. Eso era impactante y muy dulce. Jamás me había pasado y era extraña la sensación en mi cuerpo.

Escuché a Brad soltar una risa leve. Como si le causara gracia o disfrutara de mi reacción.

Separé mis dedos unos con otros para ver entre ellos el rostro de Bradley. Sonreía.

-¿Que me miras idiota?

-Veo lo adorable que eres. Y... ahora -Quitó mis manos de mi cara -esos lindos y brillantes ojos verdes que tienes.

Sentí mis mejillas arder.

Compórtate Alicia.

Tomé la almohada a mi lado y se la aventé en toda la cara.

Rió.

Agarró la misma del suelo y volvió a tirármela.

-Alicia -sonrió y luego bajó la cabeza - Te quiero

Me sonrojé otra vez.

-¡BRADLEY! -Alguien aporreaba la puerta sin control. Brad respiró frustrado, poniendo los ojos en blanco- ¡Brad! ¡Abre la maldita puerta!-Se levantó de la cama- ¡Simpson! ¡Abre maldita sea!

-¡Ya voy! ¡Ya voy! -Abrió. Dejando entrar así al rubio de 185 centímetros. -¿Qué pasa? ¿A qué se debe tanto escándalo?

Tristan se dio cuenta de mi presencia en la habitación - Lamento si los interrumpí en algo pero...

Lo interrumpí.

-No, no interrumpías en nada pero... ¡¿Tu no estabas borracho?! -dije

Tristan que, en ese momento miraba a Brad, giró su cabeza cual exorcista hacia mí -¿Borracho? ¿Yo? ¿De dónde demo...? Ah claro. Rose.

-¿Entonces estas sobrio?

-Niñita, es muy temprano para emborracharse aún. Y yo no soy de esos.

-Entonces, lo que dijiste de Rose

Él me interrumpió.

-Ese no es el punto ahora. Chicos, Cat y Connor no están. James tampoco.

-De seguro están por ahí besándose o tal vez usando el regalo de Elenna ya saben... -dijo Brad con una mirada pervertida -Pero James, James de seguro anda por ahí cerca.

-Brad, no responden las llamadas. Los busqué por todos lados. No están.

-Oh vamos Tris -Chasqueo la lengua -no exageres. De seguro andan cerca.

-No sé Brad, tengo un mal presentimiento.

[EN ALGÚN LUGAR DE LA CIUDAD]
Narrador Omnisciente:

La noche estaba fría, mala noche para estar atados dentro de la cajuela de un auto, amordazados y sedados.
La chica de brillantes ojos era dueña de la 9 mm en su mano derecha. El muchacho de cabellos oscuros apoyado en la cajuela de aquel KIA negro, sostenía el tercer cigarro de la noche. Mientras tanto, el último chico, se paseaba de un lado a otro. Desesperado. Sabía que las órdenes dadas por el jefe estaban mal cumplidas. Habían cometido un error.

Metidos es la cajuela yacían Cathlyn Lewis y Connor Ball. A medio despertar por el cloroformo antes inhalado. 

Secuestrados por equivocación.

-Hay que dejarlos ir. No son los que necesitamos

-¿Estás loco? -dijo el chico -Verán nuestras caras.

La Princesa De The Vamps ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora