Capítulo 4: ÉL

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Killian sabía perfectamente que Emma era una mujer capaz de defenderse, pero cuando vio a ese tal "Neal" intentar pegarle interrumpió la situación. No sabía porqué, pero no podía tolerar la idea de un hombre maltratando a Emma, y menos cuando ese hombre era también el padre de Henry. ¿Qué habría pasado para que la relación entre ellos se rompa? ¿Sería ese hombre la causa por la que Emma era tan cerrada y rechazaba la idea del amor en su vida? ¿Y por qué se estaba preguntando todo eso cuando él y Emma no eran nada?

Los días siguientes fueron una tortura. Emma lo ignoraba y lo evitaba. Killian no entendía porque le molestaba tanto su actitud cuando recién a penas estaban comenzando a llevarse bien como compañeros, pero le molestaba mucho. Era como si la situación era peor que antes. Porque antes no sabía que Emma era inteligente, fuerte y buena. Antes podía fantasear con que ella era la mala de la historia, era la persona que le había quitado el caso que él quería. Ahora no, ahora sabía que ella tenía algo personal con el caso, algo que probablemente era más doloroso de cualquier idea que podía imaginar.

Un par de semanas después, cuando llegó una mañana a la comisaría se encontró con alguien que no esperaba. Henry estaba sentado allí en el escritorio de Emma. Killian se sorprendió de que Henry sea el único que estaba allí, sus compañeros debían estar todos en reunión o algo.

- Hola Killian. – Saludó Henry al notarlo allí.

- Hola Henry. – Devolvió el saludo. - ¿No tendrías que estar en el colegio? – Preguntó con curiosidad.

- Hay reunión de maestros, así que entro más tarde. – Respondió Henry.

- ¿Qué haces acá solo? ¿Te dejaron a cargo de la comisaría? – Cuestionó Killian en forma chistosa.

. Tenían cosas para hablar que un niño no puede escuchar, según las palabras de mamá. – Explicó Henry imitando la tonalidad de su madre.

- Bueno, ya que estás acá, ¿Qué te parece si desayunamos? – Propuso Killian.

- Me parece genial. – Asistió Henry.

Killian llamó al bar Granny's, que estaba en la misma cuadra de la comisaría, y pidió chocolate y panqueques para Henry, y huevos, tocino y café para él. A los quince minutos Ruby, una de las encargadas del bar, les trajo el pedido. Desayunaron en el escritorio de él, mientras jugaban a las cartas y Killian le contaba historias de algunos de los arrestos que había hecho. Al pasar ese rato con el niño, Killian pudo dar cuenta de lo maravilloso y grandioso que era, lo cual probablemente tenía que ver mucho con Emma.

- ¿Qué están haciendo? – Preguntó Emma mirando la situación sorprendida.

- Desayunamos. – Respondió Henry. – ¡Ey, eso es mío! – Se quejó cuando su madre agarró su chocolate y tomó un sorbo.

- Pensé que te había enseñado a compartir. – Dijo Emma soltando una pequeña risa ante la queja de su hijo.

- No cuando se trata de chocolate. – Le recordó Henry.

- Cierto. – Aceptó Emma devolviéndole el chocolate. – Pero tenemos que irnos o vas a llegar tarde al colegio. – Indicó después de mirar la hora.

- Bien, pero antes voy al baño. – Dijo Henry.

Henry se fue al baño, dejando a Killian y Emma solos. A Killian le había encantado ver ese pequeño intercambio entre madre e hijo, ver a Emma en ese rol era ver todo un nuevo lado de ella que no conocía. Los comentarios, las risas, las miradas y todo lo que compartían mostraba que tenían una relación basada en la confianza y el amor. Mientas miraba esos intercambios, se encontró preguntándose que se sentiría tener la confianza y el amor de Emma.

Breaking GlassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora