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001|. TONY STARK
IRON MAN

 TONY STARKIRON MAN

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       Ataques de pánico

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       Ataques de pánico. Tony Stark sufría de ataques de pánico. ¿Quién lo diría? El genio multimillonario que parecía lustrar su confianza en el rostro de todos sufría de ataques de pánico desde el ataque en Nueva York —desde que se hizo público al mundo la existencia de los aliens completamente verificada—.

      Claro que el genio no comenzaría a divulgar sus secretos con la prensa. Podría ser capaz de dar la dirección de su casa a un terrorista, pero nunca admitiría que tenía defectos —nunca admitiría que tenía temores—. Nadie sabía nada. Ni Pepper, ni Rhodes, ni Samantha —quien era, según sus propias palabras, la razón de su existencia—.

      Tony siempre había luchado por mantener sus ataques de pánico en secreto. Siempre buscando mantenerse calmado y actuar de forma relajada frente a ellos. Y, claro que, cuando comenzaba a sentir la falta de aire, la presión en su pecho y las incontrolables ganas de correr, él lo hacía. Él salía corriendo.

      La preocupación de Samantha por él había crecido con el pasar de los días. A medida que avanzaba el tiempo, más constante eran las veces que Tony se levantaba de repente y salía corriendo del lugar, aclamando que <<había olvidado de algo muy importante>> o había tenido una <<idea revolucionaria>>.

      Pero Samantha se había cansado de su actitud. Por lo que decidió enfrentarlo. El resultado fue abrumador, para ambos —. Tony, necesitamos hablar.

      Tony frunció el ceño, girándose hacia la mujer y mirándole —. Sea lo que sea que escuchaste, no fui yo. Bueno, tal vez sí fui yo, pero no fue a propósito.

      Samantha apretó los labios, el tema era serio. Ella debía mantenerse en esa actitud si quería descubrir la verdad —. ¿Qué te ocurre?

      — ¿A qué te refieres, Sam?—, inquirió el hombre. Esta vez, él se levantó de su lugar y se acercó a ella, tomándola por los codos y acariciando sus brazos hasta llegar a tomar sus manos. Ella suspiró mientras entrelazaban sus dedos y observó un momento su agarre antes de mirarle a los ojos.

      —No soy estúpida, Tony. Notó que comienzas a respirar de una forma extraña, como si te faltara el aire y te marchas tan rápido como surgieron aquellas dificultades. Te di espacio, esperaba que me lo dijeras, pero parece que no lo harás por cuenta propio. Tony––.

      El castaño se alejó de ella, posando sus manos contra la mesa mientras echaba la cabeza hacia adelante. Su pecho comenzó a subir y bajar —estaba volviendo a suceder—. Tony intentó marcharse de la situación, pero Samantha lo detuvo, tomándole por los brazos mientras le miraba preocupada.

      —Déjame salir—, negó Tony y, entonces, ella le dejó. Pero le acompañó.

      A caminata torpe y apresurada, ambos salieron hacia el patio trasero. Tony se dejó caer al suelo, sus manos se aferraron a su cabeza mientras respiraba con brusquedad. Samantha se sentó a su lado y colocó su mano sobre su espalda, ella reconoció los síntomas.

      —Concéntrate en mí voz, Tony—, habló calmada y pausadamente —. Todo está bien. Nosotros dos estamos aquí juntos. El sol brilla y los pájaros cantan. Estamos a salvo, estoy feliz contigo.

      Samantha se detuvo cuando el sabor salado embargó sus labios. Ella se percató que sus mejillas estaban mojadas debido a su llanto en silencio. Con su mano libre, rápidamente secó su rostro, sabiendo que Tony se culparía también por ello —. ¿Te sientes mejor?

      El pecho de Tony ya se movía a un ritmo regular. Sus manos habían dejado de apretar su cabello mientras ella escuchaba como el sonido de sus respiraciones se regularizaba. Él se giró hacia ella y largó un suspiro que había estado conteniendo por demasiado tiempo.

      — ¿Cómo lo supiste?—, preguntó en un susurro. Sus ojos estaban cristalizados mientras los labios de la mujer se curvaron en una suave sonrisa. Una sonrisa llena de melancolía.

      —Mi hermano menor solía tener ataques de pánico después que nuestros padres se separaron—, explicó con una mueca la mujer. Los primeros meses de la separación de sus padres habían sido demasiado difíciles para su hermano y ella se obligó a sí misma a mantener la frente en alto —ella era la hermana mayor después de todo—. Mi madre estaba destrozada por la separación aunque reconocía que era lo mejor y mi padre se rodeó de trabajo para superarla. Por lo que yo me hice cargo de cuidar a Tobías. Al comienzo fue aterrador pero, con el tiempo, aprendí a cómo ayudarle.

      Tony le observó un momento. Realmente le observó. Pensó en todo lo que ella había pasado. Desde la separación de sus padres hasta hacerse cargo de su hermano; al igual que cómo había logrado descubrir un plan del Gobierno que incluía objetivos inmorales y cómo ella tuvo el valor para salir a hablar del tema. Sin duda, la mujer que tenía frente a él era extraordinaria.

      Por lo que se acercó a ella y la abrazó. Sus brazos rodearon su cintura y la acercó a su cuerpo, estrechándola con fuerza como si temiera que se fuera a esfumar a mitad del aire. Y Samantha agradeció el gesto, envolviendo sus brazos por sobre sus hombros mientras sonreía aliviada.

      —Debería de habértelo dicho desde el comienzo.

      —Puedes decirlo de nuevo, si quieres—, la sonrisa de ella se agrandó y los labios de Tony se curvaron hacia arriba —. Puedes hablar con Tobías, si así lo deseas. Así como yo, él aprendió trucos con el paso del tiempo para controlarse o evitar por completo los ataques.

      Tony se alejó de ella lo suficiente para observar su rostro. Sus brazos aún rodeaban el cuerpo de ella mientras asentía —. Lo tendré en cuenta—, prometió antes de besar sus labios suavemente. Él le agradecía por quedarse a su lado, sin importar qué, siempre brindándole su apoyo.

 Él le agradecía por quedarse a su lado, sin importar qué, siempre brindándole su apoyo

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