Remedio Casero - Kageyama Tobio

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[_______] miró con exasperación el reloj que portaba en su muñeca derecha. Faltaban exactamente cinco minutos para que las clases terminaran por ese día. Con disconformidad resopló cansada, mirando al profesor que aun daba su cátedra; a su alrededor se extendía un gran silencio, rodeada por sus compañeros de clase. Lo único irregular en el salón era el asiento frente a ella. Vacío.

- Kageyama jamás falta a clases – pensó la chica por décima cuarta vez en el día – eso significaría faltar al club de voleibol... y él nunca falta.

Los cinco minutos restantes de clase transcurrieron con una lentitud remarcable para [_______]. Sólo esperaba levantarse de su lugar y salir como rayo por la puerta del salón. Inmersa en sus pensares, la joven no se percató cuando la hora de salida llegó; su mirada estaba fija en el asiento vacío frente a ella.

- [_______]-san, el profesor encargado de la clase quiere hablar contigo. ¿No lo escuchaste? – interrumpió una amiga de la distraída chica, tocándole un hombro para despertarla.

- Claro, en seguida voy – respondió la muchacha, parándose de su asiento como resorte y guardando sus cosas con la misma prisa.

Acto seguido, [_______] salió del salón y persiguió al profesor que recién había abandonado la clase mientras ella estaba en otro mundo.

- Sensei, disculpe ¿qué necesita? – preguntó la chica tratando de ser cortés y ocultando su prisa.

- [_______]-san, vives cerca de Kageyama ¿o no? Me gustaría que le llevaras los apuntes de hoy. Me hablaron de su casa y parece que enfermó. Tú, siendo su vecina y amiga, eres la indicada para esa tarea.

La chica sonrió levemente y dio un gran suspiro. ¿Ese armador maníaco estaba enfermo? Tal y como [_______] había pensado pues le era inevitable preocuparse por aquél que era su amigo de la infancia y eterno amor secreto. Llevarle los apuntes escolares sería un gran pretexto para ir a verlo.

Así pues, la joven con renovado ánimo se despidió del profesor y salió de la escuela en un santiamén. Era increíblemente raro que Tobio enfermara y está demás decir que no la hacía sentir contenta, no obstante era una oportunidad perfecta para cuidar del jugador.

Primero que nada, la chica se dirigió a un mini súper, donde compró lo necesario para realizar cierto remedio exótico que conocía; su madre siempre le preparaba ese menjurje mágico sin importar la enfermedad. Aquél elixir le devolvía la vitalidad a cualquiera. 

Cuando compró todo lo necesario para hacer la mezcla que tenía en mente, fue directo hacia la casa del jugador. No paso mucho tiempo para que [_______] arribara al lugar donde Kageyama vivía. 

Estando frente a la entrada de la casa, la joven tocó el timbre y esperó pacientemente a que alguien saliera a atenderla. Para su suerte, quien salió fue la madre de Kageyama, una mujer de semblante amable, a diferencia de su hijo. Ya que Tobio y [_______] eran amigos desde años atrás, la madre del armador reconoció de inmediato el semblante de la muchacha, dejándola pasar de inmediato. La madre de Kageyama escoltó a [_______] por la casa; las dos mujeres subieron las escaleras y llegaron hasta el cuarto del joven enfermo.

- Tienes visitas – se limitó a decir la madre mientras tocaba un par de veces a la puerta de su hijo. Se escuchó un suspiro del otro lado de la habitación antes de que el jugador respondiera.

- Adelante – masculló Tobio con una voz ronca.

Al abrir la puerta de la habitación [_______] se encontró con Kageyama recostado y arropado por las gruesas cobijas de su cama, tan solo sus brazos eran los únicos que estaban destapados. Un termómetro se sostenía en su boca mientras que el jugador tenía en sus manos un balón de voleibol. Lanzaba el balón hacia arriba una y otra vez pues el aburrimiento lo vencía.

Haikyuu x lector - Fanfics - PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora