Sr. Nocturno - Kuroo Tetsurou

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Era una noche fría de invierno y [_________] corría por la calle, acelerando para llegar rápidamente a la tienda más cercana. Con cada paso que daba se reprochaba a ella misma el no haber comprado todo lo que necesitaba.

- Justo se me tenía que olvidar lo más importante – pensó para sí misma, molesta.

Con el frío calando hasta los huesos no quería salir de casa, sin embargo su error no podía ser pasado desapercibido. ¿Cómo había podio olvidar su cereal favorito? De verdad que era una desdichada, pero no podía evitarlo, su trabajo la consumía lentamente hasta dejarla alejada de las labores domésticas. Desde que había comenzado a vivir sola todo era absolutamente caótico y estresante.

Sumergida en sus problemas laborales, [_________] seguía su andanza hasta llegar al minisúper más cercano. Entró con velocidad, compró todo lo necesario y al salir se alistó nuevamente para correr, no obstante un maullido inofensivo llamó su atención. Giró su cabeza alerta hacia todas partes para descubrir de dónde provenía el sonido, hasta dar con un pequeño gato negro como la noche, sentado despreocupado cerca de la entrada del minisúper.

Momentáneamente pensó en pasar de largo, pero su amor por los animales, específicamente los gatos, la ancló en el lugar donde estaba parada. Además, ella no se dejaba llevar por tontas supersticiones; muy poco le importaba si los gatos negros eran de la mala suerte. Para no asustar al pequeño se volteó de lleno cuidadosamente. Dio pequeños pasos, silenciosa como una ninja hasta quedar cerca de la bola negra que maullaba sin cesar. Era más pequeño de lo que se veía y seguramente tenía hambre. Así pues [_________] lo tomó sin vacilar en su regazo, aun cargando con las compras que había realizado.

Pasaron unos minutos hasta que la chica llegó a su casa, con la nariz roja debido al frío pero esbozando una sonrisa de tranquilidad ya que había conseguido a un nuevo amigo. En casa no tenía mascotas, sin embargo siempre había pensado en adoptar a algún pequeño animal.

[_________] colocó al pequeño en el piso, mientras buscaba blusas viejas, periódico, comida y otros implementos que le sirvieran a su nuevo amigo. Así, en cuestión de tiempo construyó una pequeña "cama" improvisada con una caja de zapatos, todo para el diminuto acompañante. La caja del gato fue colocada justo al lado de la cama de [_________]. Le sirvió de comer lo que consideró apto para el animal y luego ella se recostó tranquila, vigilando al gato negro. Aprovechando su día libre llevaría al pequeño al veterinario.

- Primero debo de pensar en tu nombre – habló con severidad, frunciendo el ceño mientras pensaba en un buen nombre para el gato. Cuando dio con el adecuado sus ojos se abrieron, realmente ella era inteligente – te llamarás Señor Nocturno – aseguró, imaginando al gatito negro portando un collar con su nombre gravado.

Aquel día libre era un domingo soleado: un excelente día para llevar al Sr. Nocturno al veterinario. Siendo una mujer responsable [_________] quería asegurarse de cuidar a su nuevo amigo como era debido. Por suerte, cerca de su casa había un veterinario al que solían ir todos los vecinos, así que decidió no darle vueltas al asunto y fue directamente. Metió con cautela al felino en una bolsa que era del tamaño ideal para el animal. Caminó sin prisa, disfrutando de la brisa y de la compañía hasta llegar al establecimiento. El lugar estaba casi vacío, al parecer era muy temprano y no había muchos pacientes. Entró, se sentó en la recepción de la clínica veterinaria y esperó a que la atendieran. Al final de cuentas era un chequeo y no tenía prisa en lo absoluto.

Mientras esperaba, tarareaba un par de canciones y jugueteaba con el animalito que estaba receloso, deseando salir. Comenzó a maullar repetidas veces y [_________] tarareo para él, logrando calmarlo. Jamás pensó que podría tranquilizar a un pequeño gato de esa forma.

Cuando por fin llegó el turno de [_________], se levantó de su asiento y deseo de todo corazón que el felino estuviera en buenas condiciones. Al entrar al consultorio observó las clásicas cosas que hay en un consultorio veterinario, exceptuando cierta foto colgada en la pared. La sobresaliente foto era de un grupo de chicos vestidos de rojo; presumiblemente un uniforme de voleibol. En su centro un hombre con cabellera alborotada y negra, sonriendo con un semblante lleno de confianza.

- Nekoma – leyó la chica forzando sus ojos para ver qué era lo que decía un cartel que se extendía al fondo de la foto.

- ¿Oya, oya? – escuchó [_________] despabilando, dejando de mirar la foto y volteando instintivamente. Su mirada encontró a un hombre alto, con el mismo cabello alborotado que el chico de la foto. También esa sonrisa confiada y atractiva era la misma que la del chico. La única diferencia era que en lugar de un uniforme rojo chillón vestía una bata con su nombre bordado. "Kuroo Tetsurou"

- Buenas tardes – saludó rápidamente [_________] – Vengo a una consulta... digo, mi gato necesita una consulta – corrigió torpemente, no todos los días se topaba con hombres así – Lo encontré ayer en la calle y lo traje conmigo, estaba solo, pero se ve pequeño y no sé si esté bien...

[_________] sacó de la bolsa al minino, colocándolo en la larga mesa metálica, al centro de la habitación. Kuroo comenzó a chequear al animal con todo el cuidado del mundo.

- Así que usted era la que estaba tarareando afuera – comentó cortando el silencio en el que estaban médico y paciente – lo hace bien – agregó dibujando esa sonrisa confiada.

[_________] afirmó con la cabeza sin saber qué contestar, manteniéndose enfocada meramente en su animal.

- Y bien ¿cómo se llama? – preguntó Tetsurou sin dejarle tregua a la chica.

- [_________] – respondió casi por inercia la joven.

- Bueno, ciertamente también quería saber su nombre señorita [_________], pero me refería al gato – Kuroo soltó un chasqueo divertido con los dientes, aquella chica parecía un gatito asustado.

- Se llama Señor Nocturno – dijo la mujer afligiéndose por su error. Kuroo dejo de mirar momentáneamente al paciente y dirigió su mirada audaz a la dueña del animal.

- Le queda perfecto. Es un buen nombre – la sonrisa sexy que se dibujaba en el rostro del veterinario tubo efecto inmediato en [_________]. Definitivamente los gatos negros no eran de la mala suerte, y ese día [_________] lo comprobó.




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¿Qué dicen ustedes? Yo si puedo imaginarme a Kuroo como un sexy veterinario.





Haikyuu x lector - Fanfics - PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora