Let me love you

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Armin Arlet

"No es para tanto, estará bien" Me decía luego de examinar la herida de Jean, el muy tonto no se había clavado bien la estaca, afortunadamente.

Suspiré una vez más y me dispuse a llevarlo hasta la cama para que descansara, tome su brazo y lo pasé por encima de mi hombro, luego medio lo arrastré hasta la habitación y lo dejé sobre la cama.

"Jean..." Pensé al verlo, no tardaría en despertar, así que tenía que apresurarme si quería ayudarlo.

Ya no había tiempo para detenerme a pensar si era correcto o...

―Hola, Armin

―Hola, Reiner ―dije al teléfono

―¿Qué sucede? No sabes a quién me encontré

―Mmm, ¿podrías venir por favor?

―Por supuesto que sí, llegaré allí en un rato, prepara...

―El lugar, sí, te esperaré

―Ya quiero verte ―soltó una risita y luego colgó el teléfono.

Comencé a limpiar un poco el apartamento, ordenando los montones de libros en los libreros y cubriéndolos con pinturas y telas, a Reiner no le gustaba que yo me la pasara en eso. Luego de un rato el lugar parecía más presentable. Por último preparé una botella de vino, y tome una copa de jalón.

Lo que iba a hacer no tenía nombre...

―Hola ―dije abriendo la puerta luego de un rato, Reiner entró y enseguida se dirigió al sofá, sentándose cómodamente.

―Es bueno verte, Armin ―dijo sin despegar la mirada de mí mientras servía un par de copas de vino, luego me acerqué para pasarle la suya

―Te ves algo tenso... ―dije, él me sonrió e hizo un ademán de que me sentará a su lado, pero cuando me acerqué me empujo hasta sus piernas.

―Sigue tomando, te lo contaré todo ―dijo pasando su mano alrededor de mi cintura, sentí un extraño escalofrío recorrerme por la espalda y tomé toda la copa de una vez.

―Está bueno, ¿verdad? ―dije tratando de no sonar extraño, él se rio y dejó mi copa a un lado para atraerme a sus labios, besándome.

Hacía años conocía a Reiner, era su pasatiempo, su escape de la vida de Original... Tal vez ahora podría perderle aquel favor que siempre ofrecía...

No tardó mucho en mover sus manos por todo mi cuerpo, dejando caer el vino sobre el sofá y la alfombra mientras se acomodaba arriba de mí, besándome. Entonces lo aparté.

―¿Qué ocurre? ¿No te sientes bien? ―preguntó acariciándome un poco el cabello.

Yo sabía que no era más que un juguete para él, no significaba nada. Al principio me había molestado pero con el tiempo los beneficios se hicieron notar: bolsas de sangre a mi puerta, libros, cientos de cosas con las que buscaba comprarme: como a un amante...

―Quiero pedirte un favor ―dije enderezándome un poco

―¿Qué quieres?

―Estoy enterado de que puedes borrarle la memoria a los vampiros comunes, como yo, ¿no?

―Sí, es porque soy un Original, pero ¿qué tiene eso que ver?

―Podrías...

―¿A ti? ¿Qué será tan malo que quieres olvidarlo para siempre?

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