Incondicionalmente

693 76 11
                                    

Cada día el doctor Smith me daba un vaso con sangre que yo saboreaba hasta la más mínima gota, la sensación del espeso líquido en mi garganta duraba tan poco, quien sabe cuándo podría saciar mi sed completamente o al menos lo necesario para tener la fuerza suficiente para escapar de ese agujero. Por más que le daba vueltas al asunto no hallaba una forma, aquella miserable ración me mantenía tan débil para no contrariar en los experimentos aparte de mis gritos, y sólo para que no terminara secándome. Una vez había intentado morder al doctor pero su sangre me quemó la lengua, claro, él tomaba verbena, lo que también impedía que lo influenciara.

Él no solía llamarnos por nuestros nombres sino por una serie de números que nunca memoricé, era algo como: "uno—nueve—seis—cuatro", en mi caso. Levi decía que era como si nos marcara con un código. Los "experimentos" variaban semana a semana, el doctor Smith buscaba descifrar porque la sangre de vampiro contenía poderes curativos, vaya que parecía disfrutar desollar mi cuerpo, me veía como un niño que juega con juguete al que se le da cuerda y no deja de moverse, al que por más que se le golpee no muestra una grieta, por momentos trataba de disimular ese asombro pero no era muy convincente. Le encantaba indagar en esos terrenos, adentrarse en lo inimaginable viendo que mi sangre era real, así me tirara de un acantilado yo sobreviviría, el día que se le ocurriera eso tal vez por fin aclararía todas sus dudas.

Por lo pronto seguiría con el mismo método, y yo con la misma rutina. El ver a Levi cada mañana hacía esa existencia algo menos miserable, él era un misterio para mí, su mirada relejaba cierto sufrimiento, el gris de sus ojos parecía humo recién apagado, ¿sólo eso había quedado de su fuego interior? Sus ropas lucían más viejas y desgastadas que las mías. Al principio no cruzaba palabras conmigo, limitándose a observarme un rato, allí era cuando yo rompía el silencio y le preguntaba cualquier cosa, poco a poco fue desenvolviéndose. Mi llegada lo confortó un poco, nadie puede apartarse del mundo para siempre, y menos cuando se es inmortal.

Por esos días me preguntaba qué estaría haciendo mi padre y si Armin seguía vivo. ¿Qué le habían dicho a los vecinos, amigos, que me conocían? La pregunta más importante: ¿la rubia no había regresado por ellos también? Una noche al pensar en eso inconscientemente comencé a llorar, como si de algo sirviera eso. Pero se sentía diferente, aquella misma tristeza que había tenido durante años por mi madre me asaltó de repente, y era peor. Pero que cualquier jodido experimento, mayor a que me arrancaran los ojos, y este si dejaba cicatrices.

—¿Qué diablos te pasa? —me dijo Levi desde el otro lado de la reja. Lo había despertado. Era de noche, la luz lunar se escurría por las paredes dándonos la claridad suficiente para vernos el uno al otro, claro, que el que nuestra visión fuera más fina ayudaba.

—Yo... Mi padre... —balbucee, arrastrándome hasta un lado de él con la cabeza baja

—¿Qué pasa con él?

—No te lo diré... —dije tratando de parar las lágrimas, aquel era un dolor tan grande que de haber estado de pie me habría tirado al piso.

—Aguántate entonces, déjame dormir en paz —y se giró para alejarse

—¡No! —Grité— No puedes dejarme así... No cuando estoy muriendo por dentro... —murmuré entrecortadamente, alargando mi mano hasta su camisa a través de los barrotes.

—Sólo estás confundido —respondió con un suspiró

—¡No es cierto! ¡Estoy enfadado! Si yo...

—Entonces estás asustado. Es normal —concluyó arrodillándose enfrente de mí, lo más cerca que había estado hasta ahora y tomó mi mano entre las suyas. Aquel contacto me hizo alzar la mirada, de improviso mi corazón se aceleró— Eres joven y además vampiro, ¿sabías que tus emociones también se vuelven más finas? —Recorrió sus dedos por la palma de mi mano— Todo es más brillante, lo hermoso es más hermoso, más oscuro, más cálido, todo se eleva, se dispara...

The Vampire DiariesWhere stories live. Discover now