Frenesí

1.8K 95 10
                                    

¿Qué es el tiempo? ¿Qué debemos hacer con él ya sea mucho o poco? Les he hecho esta pregunta a cientos de personas por décadas —no puedo decir siglos porque aún soy joven—, unos dicen que el tiempo es para esperar, ¿qué esperas? ¿Una persona? ¿Un animal? ¿Una señal profética con aire evangelista? Otros dicen que para observar y aprender, alguien aseguro que actuar y vivir... Así que: esperar, observar, aprender, actuar y vivir. Oh, claro, también dijeron que se refería a amar.

Ninguna de esas respuestas me convence, creo que es porque yo no he hecho nada con mi tiempo realmente, resulta tan relativo que ya da lo mismo si pasa un día a un año. Apenas y noto el curso que ha tomado la humanidad, cada década, cada moda extravagante que sacude y deja alborotado a todo el mundo... Pero, ah, no he venido para contar lo que no he hecho durante mis casi cien años de vida —aseguro que no será de relevancia en este relato y si lo es, lo diré—; de hecho podría resumirlo en tres palabras: huir, matar y amar. Enseguida contaré por qué.

Durante toda mi vida había residido en Shingashina, un pequeño pueblo rodeado por bosques y enmarañadas leyendas, mitos sobre vampiros, hombres lobo, brujas... Lo sobrenatural siempre estaba presente como un problema propio que todos tenían que combatir con uñas y dientes, es más: con la vida, si esta garantizaba paz alguna. Obviamente no todo el mundo sabía de la existencia de tales criaturas, las tomaban así: como leyendas y nada más y vivían largas vidas creyendo que los ataques "animal" eran cada vez más frecuentes en ciertas temporadas. Los encargados del orden entre lo sobrenatural era el consejo de la ciudad, conformado mayormente por aquellos descendientes de familias "fundadoras" —as que habían creado el pueblo hacía más de cien años—, entre otras personas calificadas para el trabajo. La tarea de cazar vampiros no podía ser menos emocionante, claro que eliminarlos era el principal objetivo.

Mi familia, los Jaeger, eran una de las fundadoras, por supuesto yo no me enteré de todo ese rollo del consejo hasta que cumplí dieciocho años, cuando mi padre me confesó que en realidad mi madre no había muerto de un "ataque animal". La noticia me hizo hervir la sangre y jurar que los mataría a todos y cada uno. Fue entonces cuando mi padre comenzó a entrenarme, al principio únicamente para mi protección, pero cuando maté mi primer vampiro cambió de idea. Tenía que aprender sobre cómo lanzar estacas y... Debo decir que los vampiros tienen muchas debilidades, me parecieron menos inmortales cuando las conocí todas: primero, no podían salir a la luz del sol porque esta terminaba quemándolos, convirtiéndolos en una masa de cenizas; segundo, existía una hierba llamada Verbena que los debilitabas por un rato; y por último las estacas de madera, que clavadas justo en el corazón terminaban con aquella existencia tan inverosímil.

Pero aún con esas debilidades ellos eran superiores, poseían fuerza, velocidad y sentidos más finos que cualquiera, envolvían tanto misterio y asombro... En otros tiempos habían amenazado fieramente la supervivencia del pueblo, regresaban, desaparecían, se perdían en las leyendas...

Ahora bien, contaré lo que podrían llamar el principio y fin de mí, a ver si de alguna forma el recordarlo todo me ayuda. He sabido de individuos que escriben sus vivencias cada cierto tiempo para leerlas todas juntas años más tarde, como si la consciencia no pesara tanto algunas veces como para dejarse influenciar por un pasado trágico.

Esa tarde había salido al cementerio para visitar la tumba de mi madre como acostumbraba cuando tenía problemas, por alguna razón ese lugar me ayudaba a pensar más despejadamente, sin embargo aquella vez me quedé dormido, y me despertó alguien que me agitaba de un lado a otro, era mi amigo, Armin.

—Sabía que estarías aquí, Eren —me dijo al salir del cementerio— ¿Estás bien? Sé que es común que vengas aquí pero... —añadió al ir avanzando

The Vampire DiariesNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ