4. De indecisiones y advertencias

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Estoy distraído pensando aquello, cuando veo pasar una mancha amarillenta entre la separación de dos autos estacionados. Pestañeo. ¿Ha sido alguien con un sweater de abuelita color crema o solo lo estoy imaginando? Pestañeo otra vez. Debe ser mi imaginación.

Vuelvo la vista a Lucía.

—Tierra llamando a Pablo—ser burla de mí, con una risita.

—¿Ah?

—Te decía que voy al tocador. No tardo—dice ella, mientras se levanta.

Cuando desaparece, me paso las manos por la cara. Debo estar cansado demasiado cansado. Es imposible que haya imaginado a Adela andando por la calle. Y si es así, seguramente es porque todos los días la veo en la tienda. No falta nunca, siempre llega antes que todos. Es como si esa tienda fuera su hogar. Y por otro lado, tampoco deja de perseguirme. Tendré que hablar con ella sobre eso.

Estoy pensando en aquello, cuando escucho unos golpeteos en la ventana. Doy un respingo del susto. Vuelvo la vista hacia el vidrio y definitivamente no puedo creerlo.

Ilabaca de tu madre.

Es Adela.

—¡Pablo!—articula detrás del vidrio de la ventana.

No puedo creerlo. Esto ha superado todos los niveles. "¿Qué estás haciendo aquí?" articulo con los labios, gesticulando además con las manos. La castaña me dice con sus manos que espere y se da la vuelta para entrar al restaurante. Apenas llega, se sienta en la misma silla en la cual estaba sentada Lucía.

—Espero que tu excusa sea buena, Adela—le advierto, tocándome las sienes—, porque esto está empezando a sobrepasar todos los límites.

Ella jadea cansada y mira en dirección al baño. Luego vuelve la mirada hacia mí y me mira con gran preocupación.

—Pablo, créame, esa mujer es mala—me advierte. Echo la cabeza hacia atrás, sin entender a qué se refiere. Me quedo boquiabierto, por lo cual continúa hablando—. ¡De verdad que es mala! La he estado investigando, porque siempre hago una pequeña investigación sobre los trabajadores de la tienda.

—¿Qué? —pregunto, esta vez enojado— ¿Me estuviste investigando a mí también? ¿Quién eres? ¿Sherlock Holmes?

—No.—Sacude la cabeza, un poco avergonzada. —Bueno, sí, Pablo. Pero eso no es lo importante ahora. ¡Creo que Lucía está metida en algo malo! Pero primero debo conseguir pruebas de ello.

Basta. Esto ya es demasiado.

—Adela, ¿de qué estás hablando? ¿Cómo va a estar metida en algo? ¡Es como una puerta, por dios!

—¿Como una puerta? —pregunta ella confusa.

—¡Que es tonta!

—Ay, no lo había entendido—asegura y se empieza a reír de buena gana como si hubiese lanzado el chiste del año.

Suspiro frustrado. ¿Qué voy a hacer con esta muchacha, por el amor de dios? En ese preciso instante llega el camarero con la lasaña para dos personas y se queda observando a Adela.

—¿Qué sucede?—pregunta ella al chico.

Él no le responde. Simplemente, rueda los ojos y se va negando con la cabeza. Sé lo que está pensando. Antes estaba con una chica hermosa y luego se transforma en... bueno, en Adela.

Me quedo mirando la puerta del baño al que ha entrado Lucía con preocupación. Como vea a Adela sentada en su silla, me quedo sin noche de pasión. Me dan ganas de gritarle a Adela: "¡¡¡No me arruines esto, por favor!!! ¿No ves que el pajarito quiere salir?", pero en cambio digo:

—Adela, tienes que irte

—Pablo, yo sé que usted encuentra que esto es de locos...

—¡Claro que sí!

—... pero necesito que me ayude a desenmascararla.

—Mira, a mí me gustaría hacer otras con ella, pero no precisamente desenmascararla.

—¿Cómo?—pregunta Adela, pero justo en ese momento Lucía sale del tocador.

Mierda, mierda, mierda.

El pajarito (pajarotote, en realidad) esta noche no va a salir.  



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Esto ya comienza a tomar forma, jajaja. Espero que les agrade. Me queda por escribir (no subir) un solo capítulo de El Despeñadero de los Sueños, así que ahora le estaré poniendo un poquito más de atención a esta novela y a Frances Dunham, que espero poder volver a subir dentro de las próximas semanas. 

Un abrazo infinito.
-Youngbird93

 -Youngbird93

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Pablo y Adela [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now