26

2.2K 125 10
                                    




-Todavía no me puedo creer que boxees -comenté, cuando casi eran las dos de la mañana. Observé las grandes manos de Dani, que todavía se hallaban en mi regazo. Sus pulgares trazaban círculos sobre las mías.

Sus nudillos todavía daban pena.

Dani sonrió, sin decir nada. Desde luego, no era precisamente una persona habladora.

-¿Y haces combates? -asintió-. Ah, pues podría ir a verte algún día... si quieres, claro.

Él me miró con asombro.

-¿Quieres venir a verme boxear? -se sorprendió-. ¿De verdad?

-¿Por qué no? -inquirí.

-A veces... no es agradable. Y no sé, nunca nadie había querido venir a verme, excepto Nerea.

-Pues ahora yo también quiero. ¿Me puedes avisar para el próximo?

-Es mañana -se rió brevemente-. Se supone que tendría que estar descansando.

-¿En serio?

-¿De verdad quieres venir? -insistió Dani.

Asentí, con un resoplido cómico, dándole a entender que estaba siendo muy pesado.

-Verás, seguramente... tengamos que ver a Nerea.

-Me da igual, creí que había quedado todo claro después de esta noche -alcé las cejas.

Dani se llevó mi mano a la boca y dejó un tierno beso en ella. Yo lo miré, sin aliento.

-Está bien, te guardaré un sitio en primera fila para que veas cómo le parto la cara a mi contrincante -sonrió, engreído. Después se puso serio-. Gracias.

Iba a responderle que no me las tenía que volver a dar, pero entonces oí la puerta principal de casa abrirse.

-¡Ostras, mi hermana! -exclamé. Me había olvidado por completo de ella.

Miré a Dani.

-Es muy tarde -susurró él-, debería ir a dormir si quiero ganar mañana.

-¿Dónde y cuándo es el combate?

-¿Quedamos en la puerta del instituto a las seis? Yo te llevo.

Asentí. Dani apartó con delicadeza mi pierna de las suyas, y sin soltar mi mano derecha, se levantó de mi cama. Yo lo imité, tiré de él hacia la puerta de mi cuarto y abrí.

Mi hermana estaba en ese momento cruzando el pasillo en dirección a mi habitación, probablemente para ver si yo ya estaba en casa también.

Su mandíbula se desplomó al ver a Dani saliendo de mi cuarto, cogido de mi mano.

-Eh... hola -saludó Sarah, y sonó más bien a pregunta.

-Hola -la saludamos Dani y yo con normalidad.

-¿Estáis... bien? -preguntó, estupefacta.

-Perfectamente. Voy a acompañar a Dani a la puerta, ahora vuelvo, ¿vale? -y tiré suavemente de él.

-Buenas noches -se despidió él, con toda la simpatía que le fue posible.

Ambos bajamos las escaleras y cruzamos el vestíbulo en silencio. Podía notar la mirada de Sarah clavada en nuestras espaldas, y no pude evitar soltar una risita. Dani me miró, curioso, pero no dijo nada.

Abrí la puerta de entrada y ambos salimos. Yo la cerré detrás de nosotros, para poder despedirme de Dani con intimidad.

-Entonces... nos vemos mañana -susurró, y yo asentí, con una sonrisa.

-Eso parece -pero yo ya no le estaba prestando atención. Sus manos me agarraron de la cintura, pegándome a él.

Me volvió a besar, el último beso de la noche. Sus suaves labios acariciaron los míos, y mis dedos se deslizaron por sus mandíbulas hasta su cuello. Él acarició mi espalda, con tranquilidad.

Tras unos instantes, finalmente nos separamos. Me miró a los ojos y no pude evitar sonreírle de nuevo.

-Anda, hasta mañana.

-Hasta mañana, Álex. Que duermas bien -me deseó, y tras apretarme suavemente la mano, se separó de mí y caminó hasta su moto. Antes de ponerse el casco, se giró y me guiñó el ojo. Y finalmente, se marchó.

Nada más entrar en casa, un torbellino llamado Sarah corrió escaleras abajo y se estampó contra mí.

-¡¡¡CUÉNTAMELO TODO!!! -chilló.

-No pensaba en hacer lo contrario -me reí, mientras mi hermana me sacudía.

-Madre mía, Álex. Es que. Dios -no le salían las palabras-. ¿Y Mario?

-¿Eso es lo primero que se te ocurre preguntar? -la reñí.

Se encogió de hombros.

-Lo he echado de casa, al pobre.
-Pero, ¿qué ha pasado?
Suspiré, y se me escapó una sonrisa tonta. Sarah ahogó un chillido.
-Ay. Madre. Mía. Os habéis besado.
-Anda, ven a mi cuarto. Tengo mucho que contarte.

Ángel de la guarda (Daniel Oviedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora