27 •Te Amo•

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PDV:Cristiano:
Un molesto y ruidoso aparato molestan mis tímpanos, abro mis ojos lentamente mirando a los alrededores de la blanca habitación. Isco era el que estaba más cerca de mí mirándome, tratando de hacerse el gracioso, sin embargo por el maldito dolor no podía ni siquiera mostrar rasgos de alegría. Fruncí mi ceño alejándolo un poco de mí.

—¿Cómo te encuentras? .—James estaba mirándome divertido con sus brazos cruzados desde el marco de la puerta.

—Bien .—Contesté, mire mi hombro y este estaba vendado. Mi pierna estaba de igual manera.

—Vaya, no podemos creer que nuestro Cristiano haya ido a enfrentarse a ese idiota .—Isco se acercó a mi pierna y la miro fijamente—. Miren sus deditos .—Comenzó a tocar cada uno—. Este dedito salió a comprar.

—¡Isco! .—Regañaron los demás. Pero lo que llamó mi atención es que Jaiden no se encontraba ahí.

—Chicos .—Estos me miraron—. ¿Dónde está Jaiden? .—Pregunté.

—Sabíamos que preguntarías eso .-Ríe Marcelo. Y en eso Sergio abre la puerta y ahí estaba ella, venía caminando hacía mí. Se sentó a mi costado y acarició mi brazo.

—¿Cómo te sientes? .—Preguntó.

—Mejor ahora que estás aquí conmigo y estas a salvo .—Murmuré y no dudo en abrazarla con mi brazo sano.

—Cris, hay algo que debo decirte .—Y en ese momentos todos nos habían dejado a solas en la habitación.

—No lo digas .—Pedí.

—Volveré dentro de unos meses .—Sonríe y toma mi mano—. Lo prometo .—Miré a la ventana desviando su mirada.

—Creo que ya es hora de que vayas ¿no? .—Musito. Siempre que quiere irse, me deja con esta molestia en el pecho, quisiera gritarle y decirle que no aparezca nunca más en mi vida, pero sería cavar mi propia felicidad en una tumba.

—Creo que sí .—Se levantó de la camilla—. De verdad que volveré, solo serán dos meses, debo dejar todo en su lugar en Galicia .—Y antes de que se fuera la agarré del brazo y la atraje hacia mí, capturé sus labios al tomarla de sus mejillas. Estos encajaban perfectamente, llevándose al compás.

—Vuelve pronto .—Ella asintió con una sonrisa. Se levantó de la camilla y se dirigió a la salida.

—Hasta pronto .—Se despidió y se fue cerrando la puerta detrás suyo. Sólo serán unos meses. Te estaré esperando

•••

Un año después...

PDV:Cristiano:
Un año ya habrá pasado desde entonces. Aun recuerdo la última vez que la vi. Me prometió que volvería pero no cumplió su promesa. Pero manteniéndola lejos de mí lograré que se encuentre a salvo.

La puerta se abre lentamente, rechinando y haciendo estruendo a mis oídos, las miradas de los chicos se cruzan con la mía estimulando que la piel se me colocara de gallina.

Ladeo mi cabeza en dirección a la puerta del despacho y ahí...se encontraba ella. Me miraba de manera tímida, no me inmuto, me mantengo al margen, pero al verla fijamente, sin poder creerme aún que estaba aquí, noto que sus piernas comienzan a enflaquecer, mis manos sudan. Después de tanto tiempo sin verla...tal vez podría reaccionar de otra manera.

El susto se intenta apoderar de mi cuerpo, evadiendo sus ojos para no mirarla, no quiero hacerlo, recupero poco a poco el aire, hasta que tomo el valor suficiente para encararla. Observo sus labios y estos se encuentran sellados por completo sin delinear algún tipo de expresión. Subo mi vista, su rostro está fruncido.

—Hola .—Dice al fin. Yo por mi parte, solo sonrío de costado.

—Ha pasado mucho tiempo .—Murmuro.

—Sí... .—Podía notar por su expresión que estaba bastante nerviosa.

—¿Por qué me mentiste? .—Bajó la mirada. Pasan unos cuantos segundos de no responder—. ¿No me piensas decir?.

—No .—Me mira—. No te diré.

—¿Tuviste miedo? .—Negó.

—¿Por qué habría de tener miedo? .—Se defiende.

—Porque cuando te conocí eras una cobarde .—Ríe bajo.

—No soy la misma de antes .—Señaló con severidad—. Cambié...y me sirvió bastante.

—Sigues siendo la misma débil y cobarde para mí .—Me cruzo de brazos.

—Y tú...el mismo imbécil, frío e insensato que pude haber conocido en mi dura vida.

—¿Para qué viniste? .—Frunce aún más su ceño.

—Si gustas puedo irme... .—Alzó sus brazos en forma de paz—. Yo sólo venía a ver si aún seguías vivo .—Escucho por parte de los demás chicos, reír—. Adiós...estúpido .—Lo último lo susurró antes de cruzar por la puerta. La agarro bruscamente de su brazo jalando fuertemente hasta chocar con mi duro abdomen. Estrello mis labios con los de ella, formando un emocionante beso. La extrañaba. No podía seguir con esto, yo la amaba y se fue el sentimiento se volvió más fuerte. Nuestros labios se movían al compás, mi lengua pide acceso a su cavidad bucal y ella lo permite. Tenía tantas ganas de decirles a todos que se fueran para así poder hacerla mía en el escritorio y no dejarla ir. Nos separamos del beso y la rodeo por completo entre mis brazos.

—No te vayas otra vez... .—Murmuro—. Ya te protegí demasiado estando lejos de mí. Y ahora que las cosas han vuelto a la normalidad no podría soportarlo.

—Quién se podría imaginar que alguien tan...maldito como tú...se enamoraría de mí, y yo de ti .—Murmuró en mi oído.

—Porque eres el amor más peligroso que me sostuvo con una soga desde la primera vez .—Le doy un beso en la punta de su nariz—. Y sabes más que nadie...que el peligro es mi gran pasión.

—¡Iugh!, mucho amor por aquí .—Exclama Marcelo riéndose.

—¿Ustedes no deberían estar trabajando ahora? .—Ordeno en tono autoritario al afro.

—Vale, vale, Cristiano, ahora nos vamos .—Todos se van dejándonos a solas.

—De mí, no te me piensas escapar, no otra vez...porque si lo haces estás muerta .—Una pequeña risa se escapa de su boca.

—¿Me estás amenazando como aquella vez? .—Se burla irónicamente.

—No es una amenaza...es una advertencia .—La miro con orgullo.

—Cállate y ven aquí .—Me abraza.

—Odiaré decir esto, ya que no es parte de mis estándares...pero te extrañé y... .—Me quedo en silencio por unos cuantos segundos. Vamos Cristiano, tu puedes decírselo, no cuesta.

—¿Y...qué? .—Elevó una ceja mientras engendró una sonrisa de lado.

—Te amo .—Jaiden solo entreabrió su boca sin poder emitir ninguna palabra.

—Esperé tanto tiempo por escuchar esas palabras salir de tu boca .—La tomo desde su nuca y le doy un beso profundo, la tomo de la cintura y la siento en el escritorio de mi despacho, sin dejar de besarnos.

—Vas a pagar cada noche que dormí solo por tu culpa .—Vuelvo a atrapar sus labios con los míos.

—Y tú por dejarme ir, sin detenerme .—El sol se reflejaba en los ventanales del cuarto. Sentía una pequeña emoción y adrenalina correr dentro de mí.

Ahora sabía que podíamos estar tranquilos, no más enemigos, no más personas que quisieran hacernos daño. Por fin, puedo estar en paz.

Way Down We Go - Cristiano RonaldoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant