Capítulo 3 - "Deseo morder esos labios"

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El pelinegro al escuchar esas palabras  se quedó helado por unos segundos.

---No deberías beber así, Yo siempre excedo los límites pero...Tú te pusiste en riesgo anoche.
-L-Lo sé... ---Respondió, agachando la mirada. Pues sentía que estaba siendo regañado por su propio padre.

Pero al regresarle la mirada sintió como se hundía el colchón y notó que el rubio se le estaba acercando lentamente hacía la cama hasta llegar a su oído y susurrarle.

---Si fueses mío, por algo como esto, te dejaría sin caminar por una semana.

Sentír la respiración de su jefe tan cerca le provocó un escalofrío que recorrió su cuerpo de pies a cabeza.
Lo único que pudo soltar de su pequeña boca fue un: ---¿Qué?

El mayor inclino su cabeza y como un felino, se comío la mitad de la galleta que Yūichirō tenía en la boca.
–-Ahora debo ir a ducharme. –Fue lo último que dijo hasta salir de la cama y dirigirse al baño. Pero el pelinegro tomo coraje y preguntó.
---¿Por qué estoy aquí, Mikaela?

El mayor salió del baño y le respondió.

---Estás aquí, Porque soy incapaz de dejarte sólo. escucha, No me interesa el romance. Sé lo que piensas. Pero gustos son algo...peculiares. No lo entenderías.
–-Dijo, Mientras se apoyaba seductoramente en el marco de la puerta teniendo un toallón colgando sobre su hombro. Y se regresó al baño.

Pasaron los minutos, Yūichirō decidió ponerse la ropa que su jefe había ordenado comprar. Este ya había terminado de bañarse y se encontaba leyendo el diario matutino.

Estaba concentrado en él mismo hasta que lo distrajo ver la puerta abrirse del baño lentamente y observar a  Yūichirō salie de él. Llevaba puesto una camisa blanca, un pantalón negro formal y zapatos de charol.

---Realmente, Eres hermoso. ---Musitó Mikaela ante ver la semejanza que estaba ante sus ojos.

---En realidad no...---Suspiró inclinando su cabeza para evitar que el mayor vea sus mejillas sonrojadas.

Mikaela se le acerca lentamente, y con una mano acaricia esos labios carnosos que lo volvían tan loco.

---No tienes idea, de cuantas ganas me dan de morder esos labios ---Le susurra en voz baja a su asistente.
---¿Qué? ---el jóven no puede comprender con exactitud a lo que se refiere su jefe.
---Te lo explico luego. Te llevaré a tu casa.

Se dirigen al ascensor. Mientras las puertas se cerraban se hizo un silencio incómodo, ambos evitaban cruzar las miradas hasta Mikaela miró fijamente a Yūichirō y exclamó: ---A la mierda con esto.
El menor notó que el mayor se le estaba acercando y puso sus manos como si fuesen una barrera de defensa. Pero este tomo sus muñecas y las colocó sobre su cabeza. Comenzó a besarlo apasionadamente, como si estuviese disfrutando de el plato más exquisito del menú. Sus lenguas conectaban, sentían las mejillaz ardientes rozar el uno con el otro, Mikaela lo reclamaba y el jóven se entregaba. Sus cuerpos ardían en llamas rozandose entre sí, se necesitaban como si uno fuese el complemento del otro, como si fuese la última vez. Y si de separarlos se tratara, provocarían el fin del mundo.

Se abren las puertas y se separan rapidamente. El grupo de hombres de traje negro que estaban esperando el acensor dejan de reír y se extrañan al ver a a un hombre tan serio junto a un jóven de cabellos albororados y rojo como un tomate.
Mikaela lleva a Yūichirō a su casa, no cruzaron miradas ni soltaron palabras en todo el transcurso del viaje y una vez allí se encontraba Yoichi. Caminando de un lado hacia otro en la cocina. Aparta la mirada y observa a su amigo ingresar a la casa con el gran empresario Shindó siguiendole el paso. Este auténtico se despide de Yūichirō con una pequeña reverencia y se voltea a guiñarle el ojo a Yoichi y se va.

---Yuu. ¡Cuéntame todo! ---Gritó el castaño lanzandose a los brazos de su amigo. ---¡Parece que te has divertido!
---Yoichi...El sólo me ayudó...-Le respondió. Revoleando la mirada y respondiendole el abrazo.
-Me preocupé anoche. Creí que te habían raptado...Pero un chico me dijo que ese hombre te defendió de un acosador y  te llevó hacia su auto. Estabas dormido, ¿cierto?
---Em. Sí...dormido...---Respondió, Rascándose la cabeza y con un par de carcajadas.

Unas horas luego, Yūichirō se encontraba en su trabajo de medio tiempo en la ferretería. Cuando al terminar su labor, Se despide de su compañero y se dirige hacia la puerta. Taylor se encontraba esperándolo.

---Disculpa, la tienda ya esta cerrada.---Informó el jóven respetuosamente ante el apuesto hombre de traje que tenía en frente.

---Joven Yūichirō. Mi nombre es Taylor. El señor Mikaela está esperándolo.–-Le respondió amablemente el sirviente mientras lo invitaba a entrar al lujoso auto.

Yūichirō sorprendido, aceptó la invitación, por dentro sentía cierta emoción y felicidad por reencontrarse de forma inesperada con su jefe.

Taylor lo escoltó hasta un edificio de varios niveles.
Al pasar los minutos, Las puertas del ascensor se separan una de la otra y dan lugar a una gran terraza, ocupada por un enorme helicóptero con la firma Shindō a un costado de la puerta.

---Buenas Noches, Yuu. -–Le dijo Mikaela amablemente, con su cabello alborotado y ropa casual. Mientras Abría la puerta del helicóptero invitandolo a subir.

---B-Buenas noches... -le responde algo nervioso con una pequeña sonrisa mientras camina hacia él.

Mikaela ingresa también, Toma lugar en el asiento del piloto y se dispone a abrochar el cinturón del joven dejandolo sorprendido.

---¿Qué, Tú eres el piloto? –Preguntó el pelinegro tartamudeando.

Mikaela se limitó a responder esa pregunta y apretó el cinturón rozando la parte intima del menor haciéndolo sonrojar. ---Ahora no podrás escapar de mí.


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-Niuya.




Cincuenta sombras de MikaWhere stories live. Discover now