Capítulo 2 -"Violación"

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Ya había caído la noche por completo, Yūichirō llega cansado a su hogar. Se encuentra con su amigo Yoichi sentado en el sillón y se dirige a él muy alegremente.

----¡¡Yuu!! Me alegra que estes aquí, Esta noche habrá una fiesta ¡ven conmigo!
---Lo siento Yoichi...mañana tengo trabajo. -Exclamo, mientras deja escapar un bostezo.
---Lo conseguiste... ¡felicidades! Pero ya en serio. Nunca sales a divertirte, siempre estas ocupado con el trabajo.
---Lo sé, pero así tiene que ser.
---No digas eso, tienes que regalarte tiempo para ti Yuu. Aun eres joven, es sólo esta noche. ¿Si? ¡Por favor!
Yoichi una vez más, con sus ojos de perro desamparado, le rogaba a su compañero de habitación que salga a divertirse con él. Aunque este siempre le rechazaba por la misma razón, aún no perdía la esperanza.
---Esta bien...iré a cambiarme. ---Responde entre suspiros como un niño caprichoso que debe obedecer a sus padres. ---Sólo por esta noche.
---Te divertirás, creéme. Encargé el taxi esta tarde para que llegue en quince. Pero quince minutos no es nada para alguien tan rápido como tú
---Le dice a su amigo en tono burlón. Aunque ambos reconocen que el pelinegro es un adicto al trabajo.
---Noté tu tono de burla. Ja, Que gracioso. ---Le dirige mientras le saca le lengua.

Pasaron 13 minutos, Estaba listo. Con el cabello húmedo, una remera azul, pantalones negros y unas zapatillas converse negras.

---Que bien te va esa ropa, ¿Será que irás a conquistar alguna chica? ¡Jajajaja!
---No tengo tiempo para esas cosas idiota. ---Yoichi le provocó a su amigo un pequeño sonrojo en las mejillas. A pesar de que estan juntos desde la preparatoria, su amigo Yuu siempre tuvo problemas con las mujeres, y Yoichi no se queda atrás, aunque hable tanto, es un auténtico virgen al igual que él.

El taxi llega, y los lleva hacia el bar donde se encontraba el festejo. Ahí se encontraron con varios compañeros de la secundaria. A pesar de ser una ciudad grande, era inevitable que se crucen de vez en cuando.

La mayoría estaba en la pista de baile, con la música en alto, las luces de colores, y bailando sin parar.

Las horas pasaban y la noche seguía en festejo.

Habían bebido demasiado alcohol, Yoichi esta vez pudo controlarse porque la última vez terminó gritando a los cuatro vientos el por qué Kimizuki se mudó de la ciudad. Pero Yūichirō decidió tomarse hasta la última gota aun sabiendo que no acostumbra a consumir bebidas alcohólicas, para olvidar toda la tensión que sintió esa tarde.

---Oye Yoichi...Voy al baño, no aguanto más. ---Gritó para que su amigo lo escuche entre tanta gente, balbuceando por el efecto del alcohol y sus mejillas ardientes.
---Oh Yuu... ¿Quieres que te acompañe? ---El jóven castaño se sorprende al ver a su amigo así por primer vez.
---Jajajaja ¿Pero, qué dices? ¡Somos hombres! Ir juntos al baño...pff. ¿Acaso quieres sexo? ¡No podemos tener sexo en un baño público! Piensa mejor las cosas Yoichi quieres.

Los amigos de Yoichi al escuchar eso lo miran al pobre castaño como si fuese el aprovechador en la situación del desamparado ebrío que tenia en frente.

---¡Y-yo no dije nada de eso! ¡Vete al baño de una vez, idiota! ---Esas palabras hicieron avergonzar por completo al castaño. Se imaginó a si mismo tras las rejas y sus amigos siendo testigo en la corte suprema.

Había poca gente esperando ingresar al baño, Yūichirō era el último. Se apoya sobre la pared algo impaciente. Desbloquea su movíl y se sorprende al ver un mensaje de su jefe.
---Agenda este número, es el de mi celular privado---Mikaela shindö.

Sin preguntarse el cómo su jefe logró obtener su número, decide marcarlo.

Mikaela estaba escribiendo en su laptop, en el escritorio de su casa. Cuando siente la vibración de su celular, se detiene y lo atiende.

---¿Si?
---Oye tú, ¿Mikaela cierto? ---Le dice con un tono despreciable.
---¿Y-Yūichirō? ---Al notar ese tono en su voz, dudaba de si era su secretario o le habían robado el celular.
---Yo soy tu secretario... ¿Sabes? Fue muy descortés de tu parte el hacerme ponerte el saco. ¿Acaso no puedes hacerlo por tu cuenta? Fue tan incomodo tocar tu cuerpo con mis manos. ¡No pude evitar sonrojarme! ¿Tu mami también tenía que vestirte así? Aunque a decir verdad, tu perfume es embriagante. ¿Masticas caramelos de menta? Te odio.
---Yūichirō ¿Has bebido alcohol?
---No mucho... Sólo un par de copas. ¡Hip! ---El pelinegro se siente empoderado al poder vengarse de la presión que su jefe le hizo vivir.

Mientras hablaba con Mikaela, ve a lo lejos como un hombre alto y musculoso camina hacia el mismo pasillo y se detiene frente a él.
---Tú eres muy lindo, ¿te lo han dicho? te ves hermoso con el cabello alborotado y tus mejillas enrojecidas. ---Le dice el extraño sin una gota de vergüenza.

El rubio se percata de la voz masculina que aparece sorpresivamente en la llamada.
---Yūichirō, ¿con quién estás hablando?
---Apestas a a alcohol. Y Mikaela... como te decía. ---El pelinegro se comportó como si aquel hombre no existiera en la faz de la tierra.
El extraño al darse cuenta del desprecio del jóven le toma las manos sorprensivamente y las coloca contra la pared a la fuerza.
---Oye...imbécil. Suelta mis manos. ¡Estoy en plena llamada! ¿No te das cuenta? ---Grita con dificultad para hablar correctamente.

Mikaela aún podía escuchar todo lo que estaba sucediendo.

---Cierra la boca niño. ---Le advierte antes de lamerle el cuello a lo que el jóven lanza un gemido ahogado y alarma al Shindō de lo que esta sucediendo.
---¡Yūichirō! ¡Maldición! ---Corta bruscamente la llamada, cierra la laptop, se pone su chaqueta de cuero y toma las llaves del auto.

Estaba preocupándose, rastrea su celular hasta encontrar la ubicación de la llamada y se dirige hacia allí a toda velocidad en su AUDI SQ7.

Estaciona su coche perfectamente como si hubiese manejado toda la vida. Entra al bar, lo recorre por completo hasta llegar al baño. Entra pateando la puerta ya que estaba con traba, y ahí se encontraba, SU secretario, Con las manos amarradas a un caño con un cinturón, pudo ver como sus lágrimas caían. Y el hombre voltea a mirarlo sorprendido sin quitarle las manos de encima. Apenas estaba intentando bajarle la bragüeta del pantalón a Yūichirō.

El jóven no podía defenderse por estar bajo el efecto del alcohol. Mikaela reacciona. Lo voltea bruscamente y sin dejar que el extraño termine de insultarlo, el rubio le da un fuerte puñetazo en la cara obligandolo a soltar al jóven y salir de ese lugar.

FIN del capítulo 2.

/ Espero que lo hayas disfrutado
¡Nos leemos en el siguiente! /

-Niuya.


Cincuenta sombras de MikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora