Prólogo

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Estábamos en la sala de mi casa; mi padre se encontraba durmiendo en el sofá, y mi madre estaba en la cocina. Niall y yo nos hallábamos en el suelo, sentados, con restos de comida por la cara y la ropa. Probablemente nuestros padres nos matarían al vernos, pero, en ese momento, lo único que nos importaba era la película que estaban pasando en el televisor.

    —¿Te gusta eso? —le pregunté.

Era una comedia romántica -después supe- de las que tanto amaba mi madre; la había puesto para verla con papá pero, en vista de que tuvo que ir a hacer algo en la cocina, nos dejó solos a los tres. Ella le dijo a mi padre que cambiara cuando llegaran escenas cursis -¡Ya sabes que los niños después piensan que viven en esas películas y hacen lo que ven allí, Yaser!-, pero, en vista de que se durmió, pudimos ver las escenas que tanto ella detestaba que viéramos.

Aunque, en realidad, no las veíamos por mí.

A mí me daban igual.

Pero sabía que a Niall le llamaba la atención todo eso.

Lo sabía porque los ojos le brillaban más.

En la película, un hombre con vestimenta que parecía de pingüino entró a un sitio, en el que había mucha gente elegante, con alfombra roja, en la que estaba una mujer al fondo con un gran y largo vestido blanco, mientras parecía a punto de llorar de felicidad.

  —Sí —respondió él—. Me gusta.

   Sonreí y le besé la frente. Papá siempre hacía eso conmigo, y decía que era por cariño, y yo quería mucho a Niall, por lo que me parecía lo normal -y, en sí, lo correcto. Me levanté y fui a la cocina.

  —¡Mami! —chillé agarrándole la tela del pantalón.

Ella sonrió de inmediato y se alejó de la nevera. La estaba lavando.

  —¿Sí, pequeñín?

—¿Por qué se casan? 

  —¿Quiénes se casan, amor?

—Las personas. ¿Por qué se casan? 

Ella sonrió de nuevo.

  —Porque quieren estar juntas para siempre... Porque se quieren.

  Sonreí de inmediato pensando en mi mejor amigo.

  —¿Me puedo casar?

Mi madre abrió los ojos como platos, exclamó una risa rápida y negó con la cabeza.

—Aún eres muy joven para eso, amor...

Yo hice una mueca de disgusto y ella me revolvió el pelo.

—Pero... podrías hacer una promesa —comentó ella con una sonrisa.

—¿Promesa? —pregunté con ilusión.

—¡Claro! A fin de cuentas, los casamientos son promesas...

Sonreí tanto que pensé que se me iba a romper el rostro; una idea atravesó mi mente y solté una pequeña risa risueña.

  —¿Por qué sonríes tanto? —preguntó ella frunciendo el ceño, claramente  interesada.

Negué con la cabeza repetidas veces.

—¡Por nada! ¡Adiós! —agité mis manos y salí corriendo de la cocina. 

—¿Pero qué...? —preguntó y me siguió a la sala, aunque se tardó un poco, debido a que tenía las manos enjabonadas.

More than just friends  ~Ziall Horlik~ AU #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora