Al día siguiente, volví a ir al instituto como todos los días de lunes a viernes por el resto de mis futuros próximos años.
Y de nuevo, física. No es que no soportase esa asignatura, si no que ya había recibido muchas clases extraescolares y me costaba aguantar la misma charla, asique conecté los auriculares y me fui a la última fila de la aula. Me solté el pelo y tape el cable con algunos de los mechones que caían por mis hombros.
Algo tranquilo para empezar el día, no iría mal. Apoyé mi cabeza sobre mi mano izquierda y todo mi cuerpo sobre el mismo brazo que a su vez, apoyaba sobre la mesa. Así podía ver todas las pistas de deportes disponibles, a través de la ventana.
A lo lejos, podía apreciar al grupo de Chase, reunidos mientras hablaban en medio del campo de futbol. Al poco tiempo, apareció Jason sosteniendo el balón con el brazo derecho y su cadera. Ordenó cuatro cosas y enseguida empezaron a jugar.
Con el transcurso del tiempo y del partido, mis párpados iban cayéndose lentamente, y hasta la música iba dejando de sonar. Un dedo en mi espalda, el cual comenzó a picar en ella, me despertó. Quité inmediatamente mi auricular y me incorporé en la silla.
- Disculpe, ¿Me ha parecido verla durmiendo? - Preguntó la señorita Liss con un tono molesto. - Tal vez no le aparezca interesante mi asignatura y prefiera irse a jugar. - dijo ella mientras miraba en la misma dirección que yo, por la ventana. - Ya veo... le parece muy entretenido el futbol, ¿es eso?
Y sin dejar excusarme, continuó hablando.
- Tal vez se encontraría más cómoda en el despacho del director. - Decía ella mientras yo, negaba con la cabeza. - O tal vez prefiera pasar un tiempo ayudando al conserje o a los de mantenimiento. - Proponía ella en voz alta mientras paseaba por la clase en busca de una idea mejor con la cual poder castigarme.
En ese momento, picaron a la puerta. Jason hacia acto de presencia cinco minutos antes de acabar la clase.
- Vaya... mira a quien tenemos aquí... - Liss mantuvo la mirada en Jason y en mí en busca de un castigo digno, pero a pesar de eso, acabó mandándonos una redacción de 3.000 palabras a cada uno y limpiar los lavabos de todos los pisos del colegio, tras finalizar las clases.
Yo ya había aprendido que jamás podía volver a quedarme dormida en una de sus clases... pero ¿Jason? Si le dejaba librarse de algunas de sus clases, no entendía como ahora podía castigarle conmigo.
Empecé a recoger todo cuanto tenía en la mesa. Una mano sosteniendo mi libreta, me impidió continuar. Miré hacia la persona que interrumpía mi rutina.
- No vuelvas a implicarme en alguno de tus asuntos. - dijo Jason mirándome fríamente.
Sostuve su mirada un par de segundos y luego volví a mirar la libreta.
- Creo que te equivocas. - contesté agarrándola. - Si me disculpas, quiero acabar de recoger. - continué al ver que él no la soltaba.
- ¿Es que nadie te ha explicado las normas? - dijo él algo molesto.
- ¿Vas a hacerlo tú? - vacilé.
- Nunca perdería mi tiempo con una niñata como tú. - contestó él sin apartar la mirada.
- Entonces es lo que deben de pensar todos, porque nadie se ha tomado esa molestia. - dije indiferente mientras le intentaba arrebatar la libreta de su mano. - Si no quieres perder el tiempo, tampoco me lo hagas perder a mí, dame mi libreta. - le exigí.
- ¿Perdona? - dijo incrédulo y enfadado. - Si quieres tu libreta ves a por ella. - dijo él mientras tiraba mi libreta por la ventana.
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El perfecto experimento de mi vida
Teen FictionPróximamente en edición. Ashley Baker, una adolescente que tuvo bastantes problemas escolares a lo largo de su vida, decide mudarse a un lugar totalmente distinto y lejano. Ella, nunca ha querido llamar la atención, pero siempre, muy a su pesar, ha...