Capítulo II

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—Tenía cara de muñeca —dijo otra vez Aaron, alagando a la pequeña niña.

—Me alegra que la dejaras con su hermano. No creo que pudiera soportarla un poco más —murmuró con desagrado.

—¿Por qué no te gustan los niños? —preguntó el otro con la atención puesta en la revista de ropa que tenía entre las manos.

—Siempre viví en orfanatos y están llenos de niños —se burló.

—Está bien, no hablemos de tu vida. Te pones sentimental. —Aaron cerró la revista.

—No me pongo sentimental —exclamó a la vez que entraban a una gran tienda.

—Te entran ganas de pegarle al mundo —se burló su amigo y le dio una rápida mirada para luego chasquear la lengua—. Por cierto, el hermano de la niña era bastante pijo. Debiste verlo.

—Me desagrada la gente así. —Se apresuró en arrebatar la revista de las manos ajenas.

—¿Con dinero? —cuestionó divertido.

—Egocéntricos y superficiales. Todos los pijos son así. —Empezó a pasar las hojas.

—¿Sabes...? Deberías vestirte como el hermano de la niña —aportó el negro mientras asentía con la cabeza repetidas veces.

—Dime que se vestía bien —exigió y el contrario asintió.

—Ante mis ojos se veía bien. —Aaron lo tomó por el codo y lo llevó entre las distintas prendas de ropa—. Vamos.

No sabía cuánto tiempo transcurrió, pero pasaron toda la tarde en ese puto centro comercial, porque ya para cuando por fin pudo salir de entre tantas prendas se dio cuenta que anocheció.

—Al final terminamos comprándote el puto cocodrilo, ¿eh? —se mofó el más alto.

—Mejor piensa en cómo nos llevaremos esto a casa. Recuerda que venimos en tu estúpida moto —se quejó y afirmó con fuerza todas las bolsas que tenía.

—Llamaré al jefe.

—¿Crees que el viejo está para acarrearte las bolsas de la compra? Si lo llamas te llegará un golpe en la cara. —Hizo una mueca de desagrado, como si tratara con un niño pequeño.

—¿Y qué se te ocurre, Mr. Inteligente?

—Pedir un taxi, idiota. —Levantó la mano para detener el vehículo en cuestión.

—¿Y quién se lleva la moto?

Rodó los ojos y abrió la puerta del taxi como pudo entre tantas bolsas.

—Mete las cosas aquí y vete en la moto.

El negro asintió y luego metió las cosas que tenía entre las manos dentro del taxi.

—Es el vuelto —dijo el otro al pasarle unos cuantos billetes antes de cerrar la puerta del auto una vez que él estuvo dentro.

—Con esto no alcanzará —contestó después de echarle una rápida mirada al dinero, pero en ese momento el otro solo se echó a correr—. ¡Aaron!

Suspiró sonoramente para luego acercarse hacia el conductor y darle las indicaciones.

Cuando el vehículo se detuvo delante de su destino le pasó los billetes que le dio su amigo y unos cuantos que sacó de su propia billetera. Abrió la puerta del auto y dejó caer todo al suelo de tierra. Agradeció que todo estuviera en bolsas.

—Te demoraste bastante en llegar —comentó Aaron luego de abrir la puerta de entrada de la casa.

—¿Qué tal si te callas y me ayudas? —exclamó con desagrado mientras tomaba unas cuantas bolsas.

Versus • || YoonMin ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora