Capítulo 1

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Era trece de enero, día de mala suerte dirán muchos, pero para Camila el día trece fue uno de los mejores de su vida.

Camila se encontraba en su cafetería favorita, leyendo un libro que había encontrado hacía unas horas en la biblioteca pública de Nueva York. La chica latina era capaz de estar horas y horas sólo recorriendo el gran edificio, mirando los miles de títulos y la variedad que había. La primera vez que se perdió por las calles de la ciudad se topó con aquel sitio y con el primer pestañeo se enamoró del lugar. Había estado allí metida hasta que el guarda de seguridad tuvo que avisarle de que iban a cerrar en 5 minutos. Desde entonces le pasaba casi siempre.
Esta vez había elegido " Las mujeres de Sara" por Eley Grey, se trataba del viaje solitario de una chica joven de provincia, que buscaba encontrar su lugar en la capital, en una búsqueda intensa de su yo interior.
Algo irónico pensó Camila, ya que ella aunque llevase ya un par de año en la gran manzana, seguía sin poder adaptarse del todo. Por supuesto, no necesitaba encontrarse a si misma, aquello ya lo había resuelto hacía unos años. Ahora era una mujer de 25 años con los pies en la tierra, aunque eso no quitaba el hecho de que le gustara divertirse. Según su mejor amiga, Dinah, su manera de divertirse no era normal.

Para ella leer era una escapatoria del mundo que la rodeaba, le encantaba meterse de lleno en la historia, lloraba.. Y reía como una niña pequeña, se enamoraba de los personajes, de los párrafos y de las aventuras más espectaculares.

Hacía un día bastante frío así que se había pedido un chocolate bien caliente para acompañarla mientras se sumergía una vez más en las aventuras de Sara. Y esperaba a que la pareja feliz, Dinah y Normani, llegasen.
Ese día, como de costumbre, habían quedado para charlar un rato.
Las tres amigas tenían una vida bastante ocupada y apenas tenían tiempo de estar juntas.
Normani y Dinah por su parte, estaban dirigiendo su academia de baile y Camila estaba metida en la industria de la música como solista.
No era una estrella mundialmente conocida pero si que a veces la paraban por la calle para echarse unas fotos con ella.
A ella le agradaba esas clase de situaciones aunque a veces se sorprendía de que la gente la reconociera.

- Aquí tienes, cielo - dijo la camarera con una sonrisa cuando llego con su pedido.

Camila levanto la vista un momento y le dio una pequeña sonrisa a la camarera antes de darle las gracias.
Antes de volver a posar su vista en el libro observó como la nieve empezaba a caer sobre la calle mientras los coches pasaban sin parar, tocaban el claxon y algún que otro conductor malhumorado gritaba. La cafetería donde se encontraba no estaba muy alejada de la biblioteca, que por cierto se llamaba Route 66. A Camila le parecía ingenioso el nombre. Se enamoró con el simple nombre de la cafetería.
Como casi con todo en su vida, para ella todo había ocurrido de casualidad. Todo era un hallazgo fortuito. Nunca se había quejado de ello, aunque a veces se topaba con malas experiencias pero nada que no se pudiera resolver o superar.
La mayoría de la veces, eran cosas maravillosas. Y eso era lo que al fin y al cabo lo que contaba
Como podéis imaginar aquel sitio estaba decorado con carteles de la ruta 66, con guitarras eléctricas, pósters de los mejores rockeros de la historia. Además, la cafetería tenía rinconcitos dedicados a varias ciudades del mundo: había uno para Londres, para Madrid y por último otro para París, donde la joven se encontraba ahora sentada.

Camila se había quedado hipnotizada por los copos de nieve dejándose llevar en sus recuerdos.
La latina pensaba en todo lo que había ocurrido aquel año, en todo lo que había crecido, en todas las noches que se había pasado simplemente mirando el techo de su cuarto.
Aunque evitase recordar a aquella chica no era capaz de olvidarla, no podía sacarla de su mente ni olvidar las miles de tardes que habían pasado juntas. Pensaba en sus ojos, en aquellos ojos que habían sido un océano de sentimientos, y ahora desgraciadamente eran sólo recuerdos.
La latina suspiró y tomó un sorbo del chocolate caliente, sintiendo como calentaba su cuerpo.
Se sobresaltó cuando escuchó como la campanita avisaba de un nuevo cliente, y giró su cabeza esperando que fueran sus amigas pero cuando vio quien era todo su cuerpo se paralizó por completo. "Esto no podía estar pasando, no era real," - pensó Camila antes de dejar caer su taza al suelo.

EternalTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon