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- Oh, vaya. Iba a subir a veros pero... bueno, preferiría no haberos visto.- dijo Glenn abriendo la puerta.

- ¡Oh, venga ya! ¿Tú otra vez?- dijo Daryl resignado. Yo le empujé y fui a abrazar a primo.

- Gracias.- le susurré. Este asintió.

- No hay de qué. Rick te necesita, está allí, junto a Abraham.- dijo señalando hacia la derecha. Yo asentí y me dirigí hacia allí.

- ¡Rick!- grité. Este se giró y vino corriendo hacia mí.

- ¡Joyce! Oh, Dios... ¿Estás bien?- cuestionó, observándome la venda de la frente.

- Sí, tranquilo.

- Menos mal... Necesitamos que nos ayudes a levantar estos paneles de madera.- contestó señalando hacia una especie de muro con agujeros.

- ¿Para qué?- pregunté confundida.

- Para proteger este sitio. Aún nos queda la parte trasera.

- ¿Nos quedaremos aquí?

- Sí... los niños estarán seguros.- yo asentí, no muy convencida. Sabía que este sitio no iba a durar mucho, pero no quería quitarle la ilusión. ¿Sinceramente? Para mí, ningún sitio era seguro. Sí... Tal vez con unos muros que lo protegieran todo duraría algo más, pero yo lo dudaba. De todas formas, les ayudé a construir todo. Una vez solo nos quedaba colocar la "puerta" (si a eso se le podía llamar puerta), me empezó a doler la cabeza.

- Me voy dentro con los niños... Me duele la cabeza.

- Vale... ¿Antes podrías llamar a Jack?- me preguntó Abraham.

- ¿Jack? ¿Quién es Jack?

- Es aquel de allí.- dijo señalando hacia un chaval que estaba recostado en una de las paredes de la casa.

- Ah... Sí, de acuerdo.- Nadie me había hablado de Jack, ni siquiera Tara o Lydia lo habían mencionado. Eso me extrañaba. Me dirigí hacia allí, y una vez llegué, me planté delante de él.

Era un chaval de unos veintidós años, como yo. Tenía los ojos negros, las mejillas altas y prominentes como cabezas de hacha y pelo rubio con un mechón rojo.

- Hey, soy Joyce. Tú eres Jack, ¿me equivoco?

- Sí. Digo... no. No te equivocas. Quiero decir que sí... Sí, soy Jack. Jack Cranford.- yo reí ante la torpeza de este.

- Me lo imaginaba. Abraham me ha dicho que te necesitan para colocar esa especie de puerta.

- Vale... Voy. Encantado, Joyce.- yo le sonreí.

- Igualmente.- me dirigí con una sonrisa hacia dentro de la casa, donde los niños jugaban con muñecas.- Chicos, ¿cómo estáis?

- Bien. ¿Quieres jugar con nosotros?- me preguntó Sophia. Yo asentí, y esta me dio una Barbie rubia, como todas. Pero esta vez me fijé en que la muñeca no tenía el pelo largo, se lo habían cortado, dejando a la vista una mancha de sangre ya seca en la espalda de esta. Yo bajé la vista al pensar que la propietaria de esta muñeca, probablemente estaría muerta. De todas formas jugué con ellos, y a los minutos me percaté de que alguien nos estaba observando desde la puerta. Me giré y vi a Jack apoyado en la puerta con los brazos cruzados, con una sonrisa juguetona.

- ¡Ven a jugar con nosotros, Jack!- dijo Carl.

- Me encantaría, pero no puedo. Tengo trabajo que hacer. Otro día, ¿vale?

- Vale...- dijo Carl, alargando la a.

- Joyce, ¿puedes venir?

- Sí. Me voy chicos.- me levanté y me dirigí hacia Jack, que empezó a caminar hacia fuera.- La parte delantera está acabada.

The End {Daryl Dixon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora