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— Dios mío, no sabes cuánto lo siento. De veras. – murmuraba una y otra vez el moreno.

— Sí, imagino que no querías hacerlo a propósito. – rió el rizado y, por un momento, Calum pensó que su risa era preciosa. Además, no entendía como estaba riendo en una situación como esa: cubierto de un café ardiendo.

— Mierda, claro que no. – suspiró, buscando alguna forma de disculparse y de que él le creyera. – Te llevaré a mi casa y así podrás ducharte y te prestaré ropa mía para que no vayas manchado. ¿Bien?

Tal cual las palabras salieron de sus carnosos labios él mismo las repodució. Primero; fueron hasta su casa que quedaba relativamente cerca de la cafetería donde trabajaba. Una vez allí, dejó a Ashton ducharse tranquilo mientras él procedía a dejarle ropa que no usara tan diariamente para que se pusiera.

Esperó algunos minutos, bastante impaciente y con su pierna golpeando el suelo de los nervios. Se sentía mal por haberle tirado el café por encima, sin embargo por dentro se sentía feliz porque así podría conocerlo y hablar más con él que de las típicas conversaciones que mantenían en la cafetería.

Cuando se detuvieron los cantos que provenían del baño, supo que el chico ya había terminado de ducharse y fue hasta la puerta del baño para dejarle la ropa allí.

— Te dejo la ropa aquí fuera, ¿está bien?

— Por mi como si quieres entrar, soy nudista. – respondió abriendo la puerta del baño de par en par y mostrando su esculpido cuerpo frente a los ojos oscuros de Calum.

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