Capitulo 41

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- ¿Cómo la estas pasando?- susurre muy cerca de su oído notando como se tensaba ante el aire caliente que salía de mi boca.

- Bien, es solo que no se ve para nada bien que un hombre de veintisiete años tenga un sombrero de cumpleaños en su cabeza- beso mis labios mientras reía.

La pequeña celebración estaba saliendo bien, me encantaba ver a David feliz sonriendo y divirtiéndose como un hombre de su edad, su madre también lo había notado y en varias ocasiones me formulo un gracias desde lejos.

Se sentía bien tenerlo relajado a mi lado y no tenso como lo había estado en los últimos días, sabía muy bien que el hecho de no tener rastros de Scarleth lo preocupaba pero no por ello tenía que estar la mayoría del tiempo sumido en sus pensamientos o enojado con todos sus trabajadores.

Poco a poco nuestros amigos y familiares empezaron a irse dejándonos completamente solos, sentí las manos de David acariciar mi cintura o lo que aún podía decirse que era mi cintura, sus labios también dejaron besos por todo mi cuello haciéndome erizar la piel del mismo, pero estaba cansada y lo único que quería hacer en este momento era dormir, reponer todas las energías que había gastado para el resto del fin de semana ponerme al día con la universidad.

- Estoy cansada- acaricie su rostro, el asintió con una sonrisa pero se separo de mi.

- Voy a ver unas cosas del trabajo y enseguida estoy contigo ¿está bien?- negué, ya era tarde debía descansar, además me sentía más segura cuando estaba a mi lado.

- Es tarde David puedes hacerlo mañana- el sonido de la lluvia hizo que me sintiera más relajada, un bostezo abandono mis labios y se me ocurrió la idea perfecta cuando escuche los truenos- le temo a las truenos y relámpagos no me dejes sola.

Su risa se escucho por todo el salón, de un momento a otro estaba entre los brazos de David siendo llevada hasta la habitación, su sonrisa no abandonaba su rostro y de verdad me sentí mas llena que nunca al tenerlo así solo para mí, yo era una de las pocas personas que lo veían sonreír, llorar, sonrojarse o incluso patalear como un niño pequeño cuando no obtenía lo que quería, pero sobre todo era la única que podría ver al verdadero David Maestroni, un hombre que debajo de ese rostro frio era tierno atento y sobreprotector. De pronto ya no estaba cansada al verlo de esa forma lo único que quería hacer era observarlo toda la noche.

- Es toda una manipuladora señora Maestroni- volvió a reírse mientras me dejaba sobre la cama- no le temes a los truenos, rayos o centellas, solo me quieres a tu lado- asentí un poco sonrojada.

- Te amo- susurre muy cerca de sus labios.

- Quiero hacerte el amor- lo mire con intensidad- así que voy a atraerte a mis brazos por un tiempo, te diré al oído todo lo que siento por ti y me he guardo hasta el momento, voy a besarte como si no hubiera un mañana y luego te cargare hasta el baño, te quitaré el cansancio en la bañera, adorando de cuerpo de la forma más pura e inocente. Sólo voy a admirar a la diosa que tengo como esposa para luego traerla hasta mi cama y dormir junto a ella el rsto de la noche, ya en la mañana poder observarla en su máximo esplendor antes de que abra esos lindos zafiros y adorarla con mis besos y caricias antes de que vuelva a dormir entre mis brazos.

Y no pude esperar menos cuando todo, absolutamente todo lo cumplió en el orden en que lo dijo.

(***)

Mi cuerpo estaba sudoroso y pegajoso por lo que no dude ni un minuto en levantarme para ir al baño, antes de hacerlo vi a David entrar por la puerta con una charola mientras canturreaba una canción que hizo que mi corazón se estrujara de alegría. Amaba su voz. Al verme despierta su canto ceso y me regalo una sonrisa radiante, puso frente a mí la charola. Esta tenia huevos revueltos con pequeñas tostadas, tocino, pan con mermelada, jugo de naranja, fruta picada y chocolate. Mi boca se hizo agua pero no pude evitar que en mi cabeza de nuevo se repitiera la voz de David.

- ¿Qué cantabas?- tome un poco de jugo de naranja, me sonrió un poco tímido encogiéndose de hombros.

- ¿Quieres que te cante?- evadió mi pregunta con otra, asentí con rapidez pero él me interrumpió- bueno pues come, te duchas y te espero en el jardín en unos- miro su reloj y hasta ese momento me di cuenta de que el ya estaba listo- cuarenta minutos- beso mi nariz, mejillas, frente, barbilla y mis labios para luego salir rápido por la puerta.

Treinta minutos bastaron para estar lista, quería saber qué era lo que se tenía entre manos por qué no me había dejado salir de la habitación, jugué por un rato con mi teléfono hasta que escuche su grito en la parte baja. Despacio baje los escalones pero no estaba en la casa así que salí al jardín. Tal y como lo había hecho hace tiempo en el hotel, David tenía una guitarra en sus manos junto a un gran ramo de tulipanes, su mano me hizo detenerme en mi lugar pero lo único que yo quería era lanzarme a sus brazos.

- Te ame desde el primer momento en que te vi, pero fui un idiota y no quise aceptarlo, me negue a sentirme el hombre más afortunado en el mundo- en ese momento quería correr con más ganas - Sin proponértelo te metiste muy debajo de mi piel haciendo que mi corazón se aferrara al tuyo de una manera que jamás imagine, sé que soy odioso, celoso y posesivo, que aveces te hago rabiar pero lo hago porqué solo tú haces que mi corazón se hinche de alegría con solo nombrarte o verte, ninguna otra mujer provoca esas cosas en mi, eres tú, la única que ha hecho que desee llegar temprano a casa, que quiera mandarlo todo al carajo para poder verte, solo tu Alexa, eres tú la luz y la paz que le hacía falta a mi vida, jamás me cansare de repetirte lo feliz que soy a tu lado o de lo mucho que te amo- sonreí mientras limpiaba mis lagrimas, esto era como una ilusión.

David se acerco hasta mi rodeándome con sus brazos sin aplastar mi vientre ni las flores, la guitarra había quedado en el suelo pero yo quería oírlo cantar así que le pedí que lo hiciera asintió y la melodía de la canción junto a su voz inundo mis oidos.

Si tu corazón me guarda, no habrá fuerza que me aleje
No se que nos traiga el mundo, ni el destino, ni la muerte
Solo se que desde tu alma, una música me invita
A navegar entre tus manos, por el resto de mi vida.

Y por supuesto que lo iba a guardar en mi corazón por el resto de mi vida, porque lo amaba como nunca había amado a nadie, y que ni el tiempo ni las circunstancias me harían cambiar de opinión. David abarcaba tanto en mi vida que ni siquiera podía imaginarme no tenerlo a mi lado.

Matrimonio infernal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora