Capitulo 36

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- Te he repetido mas de cien veces que no estoy discapacitada, puedo caminar sola- bufe molesta ante la insistencia de David porque fuera en silla de ruedas hasta el auto.

- Pero has estado postrada en una cama por cinco días- contraataco él molesto.

- Bueno por eso mismo, quiero caminar- esta vez me gire a verlo, paso sus manos por su cabello varias veces sin apartar su mirada de mi- si me sigues mirando de esa forma me iré en un taxi.

- Eso ni pensarlo- entrelazo nuestras manos y nos dirigió hasta el auto de forma lenta, quería gritarle de nuevo que estaba perfectamente bien pero era estúpido ya que el no aceleraría el paso.

Media hora más tarde ya estábamos en casa, al igual que la ultima vez un cartel de bienvenidos estaba colgado en el jardín, mis padres no dudaron en venir hasta mi y preguntarme qué había ocurrido pero aun no tenia respuestas para ello, solo sabía que había soñado con algo muy malo y que debido a eso había tenido un cuadro de estrés que me había hecho desmayar. Los padres de David también estaban preocupados y la situación me estaba cansando, todos se acercaban a mí con cara de pena, no me gustaba para nada ser el centro de atención, por lo que me excuse diciendo que estaba cansada y tenía ganas de dormir.

No quería sentirme de esa manera, no quería esa laguna en mi mente pero tampoco deseaba revivir el episodio, quise llamar a Manuel, pues a pesar de que David era mi esposo y debía esperar o hablar con él de esto, mi amigo siempre sabía cómo hacer para que el miedo se fuera de mi, para hacerme recapacitar sobre las cosas, de todas formas por algo estudiaba psicología.

Antes de seguir mi camino me tomé un gran vaso de agua, tome algunas uvas las cuales devore mientras  me preparaba un sándwich de pavo, saque algo de jugo de la nevera y me senté agradeciendo que ninguno de ellos haya venido a interrumpir mi momento de paz. Una vez terminado, lave los platos y deje todo en su sitio.

Fui a la habitación para cambiar mi ropa por una más cómoda, tome unos shorts cortos de seda color vino tinto junto a una camisa de tirantes del mismo color, recién eran las seis de la tarde pero me sentía demasiado agotada. No era lo mismo dormir en una cama diferente a la mía, por lo que solo tocar la almohada Morfeo me tomo en sus brazos.

(***)

Desperté a eso de las diez de la mañana y tuve la grata sorpresa de encontrarme a David a mi lado profundamente dormido, no quise despertarlo así que quite su agarre de mi cintura y baje para hacernos el desayuno, al entrar el olor del tocino inundo mis fosas nasales haciendo que mi estomago gruñera como ya era costumbre.

Me acerque un poco más para darme cuenta que Rosita era quien hacia el desayuno junto a mi madre, disimule la sorpresa y alegría que me dio verla allí con un vestido color lila que se moldeaba a su cuerpo junto a unos zapatos de tacón color negro, su cabello estaba suelto pero una pequeña trenza destacaba desde su coronilla hasta la mitad de su cabello.

- Buenos días- salude con un bostezo, ambas se voltearon a verme sonriéndome de forma dulce, bese la mejilla de rosita y luego hice lo mismo con mi madre añadiéndole un abrazo.

- Pensé que jamás despertarías cariño- me encogí de hombros quitándole un poco de importancia pero al mismo tiempo mis mejillas se sentían calientes, me senté en una de las sillas que habían en el pequeño comedor de la cocina y Rosita puso frente a mí un plato con panqueques, tocino, huevos, jugo de naranja y un poco de fruta verde- cariño come bien, te quitaré un poco de ese estrés llevandote de compras.

Asentí y termine mi desayuno en poco tiempo, iba a despertar a David pero el apareció en el umbral de la puerta  vestido de manera informal, unos jeans de mezclilla junto a una camiseta blanca y chamarra negra eran su estilo, tenía unas botas estilo militar del color de la chamarra y fue inevitable para mi morder mi labio, él  me regalo una sonrisa de lado y caminó hasta mí para darme un casto beso.

- Buenos días- saludo y todas respondimos al mismo tiempo- te vez muy linda cariño- volvió a besar mis labios de forma dulce.

- Tú no te vez nada mal- guiñe un ojo en su dirección haciéndolo reír, rosita me miro encantada ya que David casi nunca se reía de esa manera.

Tome una pequeña ducha y busque en el armario un vestido marinero que me había regalado Natalia de maternidad, unos converse, chaleco de mezclilla y un bolso mediano que combinaba, ate mi cabello en una coleta alta y salí para encontrarme con mis dos amores.

Tienda tras tienda, y mi madre junto a David seguían comprando cosas, no me importaba porque la ropa que no utilizara o que le fuera quedando chica a mi bebe la donaría a algunos orfanatos o casas hogar. Cerca del medio día mi madre se excuso con nosotros para ir a ver a mi padre, almorzamos juntos en medio de platicas, me sentía realmente feliz y relajada de esta manera, entre los dos había más confianza por lo que podíamos contarnos cualquier cosa.

Aprovechamos para comprar los muebles de la habitación de Leonard y mas juguetes, varias veces me queje porque los pies me dolían así que me ofreció comprarme un helado para poder descansar, pedí un cono de chocolate, junto a una botella de agua, David no quiso nada así que lo tome de la mano y fuimos directo al ascensor.

Me senté en una de las sillas de madera de la azotea del centro comercial y lleve mi helado a la boca notando como David se quedaba más tiempo de lo debido observando cómo lamia el cono de helado, decidí jugar con él un rato y lamí el helado de manera sensual soltando uno que otro sonido de satisfacción, su respiración se volvió más pesada e introduje la mitad de mi helado a la boca, se removió incomodo, su mirada viajo hacia todas partes evitándome, un medio gemido salió de mis labios y no pude evitar mirar su pantalón, una gran erección amenazaba con salir de ellos por lo que deje de jugar y no seguirlo atormentando.

- Quiero ir a casa- dije de forma inocente, pero él vio mis intenciones y de inmediato se puso de pie.

- También quiero irme a casa- me tendió su mano y me acerco a su cuerpo, su boca viajo hasta mi oído dándole un pequeño tirón al lóbulo de mi oreja- quiero sentir de nuevo tu boca en todas las partes de mi cuerpo.

Mi respiración se acelero al igual que un jadeo escapo de mis labios cuando volvió y tironeo el lóbulo de mi oreja, me dio una nalgada juguetona ganándonos malas miradas de la anciana que estaba frente a nuestra mesa me sonroje un poco y le di un codazo a David para que se comportara pero lo único que gane con eso fue que me besara intensamente, nos separamos cuando la necesidad de respirar pudo más que nuestro deseo, le susurre "en casa terminamos", camine directo al ascensor meneando las caderas un poco mas

Matrimonio infernal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora