Eight scars.

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Eight scars.

-Ha dicho que si, apoyara tu idea del restaurante.

Sus ojos se cierran, relame los labios propios y sonríe. Por primera vez en tres años y demasiados meses sonríe sinceramente. Asiente, escucha el bufido del chico frente a suyo, pero lo ignora. El corazón le late velozmente y siente que el peso en su pecho se aliviana un poco, las nubles disminuyen su densidad y dejan filtrar unos tenues rayos de luz que entibian su congelado ser. Emociones que habían muerto reviviendo poco a poco, no ha olvidado, intento, rechazos animándolo a rendirse, llamadas cortantes y mensajes de odio recibidos por parte de su amor y más, pero no lo ha logrado. Sigue pensando en su castaño de ojos dulces. El solo pensamiento de estar en el mismo país, a unos kilómetros de él ya le hace feliz.

-Pero hay tres condiciones – Continua hablando el pelirrojo, mira su celular desinteresado y regresa la mirada al sonriente chico – La primera es que tienes seis meses para hacer que funcione, la segunda te la diré cuando crea pertinente y la última pero más importante...– Los ojos del pelirrojo se entrecierran y sonríe con malicia, deja caer el peso en una pierna y se cruza de brazos – Yo debo ir contigo.

El ahora joven de casi veintitrés años abre los ojos en sobremanera, escanea las fracciones que podrían pasar como propias y frunce el seño. No es que no lo quiera consigo. Más bien le incomoda. Se levanta del sofá y mientras camina demostrando con una negación su abrupto desacuerdo saca el celular de su bolsillo, marca velozmente, da un portazo al cerrar la puerta de su habitación, quejas pueden escucharse, el pelirrojo sonríe y se va al cuarto de al lado para preparar sus maletas, tiene mucho que hacer y poco tiempo.

Durante tanto tiempo ha logrado mantener el contacto con el chico al mínimo, conviviendo solo si era absolutamente necesario. Le pesa no poder mirarlo a los ojos como si nada, como si le hubiese perdonado por decisiones estupidez dignas de los adolecentes que eran. Simplemente odia la debilidad que lo invadió y permitió al otro arrastrarlo hacia el abismo. Lo detesta, se detesta.

***

-Tanto sin verte – Saluda la elegante figura de Heechul, la sonrisa ladina coqueta que lanza podría ser matadora, pero no hoy, no para el castaño que lo ignora y le hace una venia – Vamos! Como puedes no hablar seguido conmigo, solo algunas palabras, te he escuchado con Teuk, porque no yo? – Donghae rueda los ojos y sonríe.

-Lo lamento –El tono que usa da a notar que lo hace por molestar al moreno, se despide y entra en el consultorio siempre blanco de Jungsoo. Heechul lo ve perderse y la sonrisa en su rostro desaparece, suspira y se dirige a su consultorio, cierra la puerta, vacía café demasiado cargado y frio en una taza previamente usada, sucia, apenas su cuerpo descansa en la mullida silla el tono estridente de la banda sonora de alguna película infantil llena el lugar. No revisa el identificador, da un trago a la bebida y contesta.

-Habla Kim Heechul – Y otro sorbo.

Sus movimientos se paralizan, la manija de la taza se desliza y el liquido se derrama manchando el escritorio con papeles que olvido acomodar, se escurre por el borde, mancha su ropa, traga con dificultad y carraspea la garganta. Sonríe.

-Hyukjae...

***

Donghae pasea sus dedos por la superficie del escritorio del consultorio, lleva media hora esperando a Jungsoo, pero parece que su psicólogo se niega a aparecer. Bufa, piensa en marcharse pero la puerta se abre.

-Lamento la demora, me entretuvieron camino hacia acá – Hae lo mira estudiándolo, está nervioso, tal parece que todos están nerviosos últimamente, como si ocultaran algo, niega y sonríe.

Scars (EunHae)Where stories live. Discover now