One scar.

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One scar

La mañana está llena de colores grises, como es habitual. Donghae estira sus extremidades intentando alejar de su jovial cuerpo esa pereza correspondiente a un hombre de cincuenta años, y bosteza. Su cabello castaño hecho una nube de rizos en diversas direcciones.

-Ya te has levantado – Afirma desde la puerta la voz, con mitad del cuerpo dentro de SU habitación, irrumpiendo la poca privacidad que tiene, aunque ya nunca ha tenido (ni tendrá) privacidad otra vez, no con el miedo que tiene su madre de que cometa suicidio. Baja la mirada a sus pies descalzos y la ignora. Toma el final de la enorme camiseta color gris y tira de ella hacia arriba, dejando su cuerpo desnudo, la mujer capta la indirecta y se marcha recalcando que el desayuno está listo.

Se ducha tranquilamente y cubre su cuerpo lo más rápido que le es posible, no quiere verse al espejo, no le gusta la fina redondez de sus mejillas y ojos chocolate. Odia ver su reflejo o sombra siquiera.

El grito malhumorado de su madre lo llama. Se ha tomado más tiempo del que se supone para bajar. Suspira, llega a la planta baja sin expresión alguna, arrastrando los pies con un ritmo marcado.

-Come, hoy deberás hacerlo, así sea lo último que haga... además vas a necesitarlo – Sentencia su madre, el castaño asiente y toma su lugar en la mesa sin probar alimento alguno. Frente a él una silla se mantiene vacía, ahora también odia a esa silla – Me tienes harta con tu depresión, ya te duro mucho, no? – Lo fulmina con la mirada, Donghae baja la vista a su plato – También yo me siento triste! Maldición, Hae.

El estruendo de los cubiertos, manotazos a la mesa de madera y la porcelana quebrarse inundan sus oídos, cierra los ojos, suspira y lame su labio inferior nerviosamente.

-Amor... háblame, por favor – Susurra desde el otro lado de la mesa, solloza. Donghae solo la mira y comienza a comer, ella sonríe un poco, se limpia las lágrimas con el dorso de la mano y comienza a limpiar el desorden de huevos revueltos y tostadas en el piso – A partir de hoy, todas las tardes iras a hablar con alguien, de acuerdo? – Afirma sin mirarla, siente la temerosa mano de su madre acariciarle el cabello y alejarse dejando un calor sutil en su mejilla – Te amo amor, es por tu bien – Le besa la frente y ríe. Al menos ya está comiendo, piensa.

*

Entra al consultorio con el rostro escondido en una bufanda roja, solo unos lentes redondos en un intento de difuminar sus tiernos ojos. El lugar es amplio y de un blanco enfermizo (o eso cree Donghae). Algunas personas van y vienen, le piden que se siente en una banca fuera de la puerta que le corresponde, su madre entra al consultorio para hablar a solas con el hombre de suéter blanco (maldición, todo es blanco) y cabello café oscuro peinado hacia atrás.

-Hola, vienes a la cita introductoria? Porque no te había visto por aquí y mira que me la vivo en este lugar – Una voz risueña llega a sus oídos, endulzando su día. Gira el rostro y se topa con una sonrisa de encías, labios gruesos levemente violáceos por el frio. Lo primero que Donghae piensa es que tiene una hermosa sonrisa y segundo, que debe tener frio – Oh! No tengo frio, una vez pase la noche entera fuera sin más que una camiseta y pantalones deportivos, me hice inmune– De nuevo le sonríe. Con los ojos ligeramente abiertos lo mira y barre con la mirada, aquel chico puede escuchar o leer su mente?, él ancha mas la mueca y niega – No puedo leer tu mente, si es lo que piensas – Las orbes casi se le salen de las cuencas, saca la mitad del rostro que escondía en la bufanda y su expresión sorprendida es notable ahora.

-Hae, es tu turno – Habla su madre, tuerce la boca y la mira. Se levanta con lentitud, dirige la vista a su "lector" y hace una reverencia en forma de despedida.

Scars (EunHae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora