Capítulo XXXV

239 19 9
                                    

**

-¡Entra! – Abrió la puerta al primer tirón y me empujó de la cintura hacia el interior del departamento

-No me trates así, ¿qué demonios te pasa? –Intenté detenerlo pero era evidente su fuerza mayor a la mía

-Ahora mismo me vas a explicar –Me sentó de los hombros en el sofá, quedándose de pie

-¿Explicar qué? ¡Tú eres el que tiene que explicarme! ¿Por qué iniciaste el divorcio, Gael? –Mi voz se quebró y mi sufrimiento salió de nuevo a flote

-¡No vengas con que te importa mucho! ¿No será que lo único que te importa es lo que te puedo ofrecer?

-¿Qué? ¡Eres un imbécil! Me ofendes, sabes bien que jamás me interesó tu dinero

-¡Por favor! No soy idiota, no hay mujer a la que no le interese eso y como tú misma lo has dicho: eres demasiado joven para mí

-Dios, eso es lo de menos ahora pero al parecer es lo único que a ti te importa –Remarqué esto último – ¡Me quedé contigo a pesar de que me usaste! No has dejado de tratarme como algo infinitamente poco a lo largo de estos meses, has hecho cosas horribles y a pesar del miedo y desconfianza sigo aquí, ¿por qué? ¿Qué no es obvio que no es por dinero?

-¡Oh! –Hizo una mueca insultante y fingida de tristeza –Pobrecita... La has pasado tan mal

-Eres un cínico

-Y tú no te quedas atrás –Su voz sonó ronca y viperina –Ni siquiera eres tan bonita o tan lista como para intentar usarme y usarlo a él también –Rodeó el mueble con impaciencia –Dime, ¿lo besaste antes? ¿Estabas por besarlo de nuevo? ¿Cuántas veces se han revolcado?

-¡Ya te dije que no! ¡No fue mi culpa! Se aprovechó... -Lo miré suplicante -¡¿Cómo puedes pensar que yo te haría una cosa así?!

-¡Mentirosa! –Gritó con tanta furia que me hizo cerrar los ojos, aterrada –Dímelo, Sigyn –Sujetó mi barbilla y me hizo mirarlo –Dime ¿qué demonios te hace para que no te alejes de él incluso cuando se suponía que ya estábamos bien?

-Nada –Apenas pude mover la boca que estaba aprisionada entre sus largas manos –Nada –Seguí llorando

-No te soporto –Dijo con un gesto de repulsión y me soltó –Qué bueno que voy a dejarte por fin, solo faltan un par de meses y ya

-¡No! –Chillé y me aferré a su saco – ¡No me vas a dejar! Tú me dijiste que...

-Que lo iba a hacer, te dije que un año y estúpidamente aceptaste. No soy el culpable, Sigyn –Sonrió resentido – ¿Qué puedo hacer si no logré enamorarme de ti?

-Pero estábamos bien... –Miré el suelo con apariencia incrédula pero resignada –Dijiste que no me dejarías

-Eso te iba a dejar más tranquila, ¿no? Así fue, así lo aceptaste y ahora que lo pienso eres bastante afortunada, si volviera a darse la ocasión no te buscaría a ti para que fueras la imagen de mi campaña –Sonrió de nuevo –No te buscaría a ti como esposa.

-Ya cállate –Con un gesto malhumorado me puse de pie, decidida –Si me vas a dejar entonces no voy a rogarte más, eso sí no me pidas que siga actuando como la esposa feliz que no soy –Subí las escaleras tan rápido como pude y lo escuché seguirme.

-¡Regresa aquí! ¡No hemos terminado de hablar! –Llegó hasta la habitación pero yo ya había entrado, me detuve y miré absorta lo que se encontraba sobre la cama, lo tomé y comencé a estrujarlo inconscientemente.

-¿Qué es esto? –Me volví para mirarlo con el vestido de seda escarlata entre las manos

-Hay una fiesta en el Caesar –Su voz se apaciguó –La ofrece el Notario Bradsbury

Bajo su espectroNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ