Capítulo XXXIII

244 20 10
                                    

Disculpen el retraso, estoy en miles de entregas y no quise subir un capítulo feo o que no estuviese correctamente editado. Espero que lo disfruten y recuerden unirse a mi grupo de FB para estar al tanto de cualquier actualización, adelanto o novedad de esta historia. El grupo se llama "Bajo el espectro de Tom Hiddleston". Gracias por todo, besos.

--

Capítulo XXXIII


-¡Sigyn abre la puerta! –Golpeó y enseguida se escuchó un ruido ligero y hueco, había pegado su cabeza a la puerta del baño. Silencio total. – ¡Carajo! Ya sal y deja de lloriquear

-¡No! ¡Ya vete!

-¡Si dejas de actuar como una niña entonces podremos hablar con tranquilidad!

-¡No puedo! –Comencé a llorar de forma inconsolable –No puedo porque me avergüenza que me veas así, odio que sepas lo que siento por ti

-No me importa cómo te veas –Su voz se había tranquilizado –Solo quiero que entiendas que a pesar de que esto se vaya a terminar tarde o temprano, yo te amo y aunque no lo entiendo o puedo explicar de otra forma sé que es real, pero no puedo permitir que esto interfiera en todas las cosas que he planeado, sé que estoy mal y... -Con un suspiro se interrumpió a sí mismo –Perdóname, Sigyn. Yo no pensé en todo lo que iba a causar y si lo hice, no me importó. Perdóname por eso, iré fuera de la casa, necesito relajarme.

Continué llorando por una cantidad de tiempo que hasta ahora no podría calcular con claridad pero en cuanto dijo que se iba, salí de inmediato del baño, definitivamente quería que siguiera ahí conmigo, por lo menos en silencio. No esperaba que aún estuviera pero así fue, unos centímetros lejos de la puerta, observando el suelo, sombrío y totalmente callado.

-¡No! –Mi forma de salir se vio tan melodramática que bien habría parecido la parodia de alguna telenovela romántica y de bajo presupuesto –No me dejes ahora, no me des la espalda ahora que no tengo nada –Lo abracé por la cintura, mi frente quedó a la altura del tercer botón de su camisa –Si me amas quédate conmigo hasta que pase un año y si entonces no estás convencido de lo que sientes por mí, yo misma te dejaré ir –Mi voz sonaba amortiguada por su pecho y por el llanto que no tenía intención de ocultar. Vacilante acarició mi cabeza como si fuera un objeto desconocido o de otro planeta a punto de ser inspeccionado, bajó sus labios y la besó.

-Ya no llores –Se encontraba absorto, sin saber qué decir o hacer exactamente

-No puedo –Su camisa estaba empapada –No puedo dejarte ir, no quiero.

-No me voy a ir a ningún lado, aquí estoy.

-Y así quiero que te quedes, quédate conmigo siempre –Me apreté más a su pecho

-Vamos a dormir, necesitas descansar

-No, tengo miedo de despertar y que no estés, tengo miedo de todo. ¡Mierda! ¡Entiéndelo ya! Jamás había dependido tanto de alguien.

-Yo tampoco, Sigyn. Vamos a dormir y mañana regresamos a Londres, todo va a estar bien.

-Promételo –Por primera vez alcé mi vista enrojecida hacia la suya que se veía sin expresión alguna, inmutable tal vez

-Lo prometo –Dijo tranquilo

-Dime que vas a recordar esta promesa

-La voy a recordar –Repitió

Asentí y lentamente me alejé de él. Subí a la cama con la ropa que tenía puesta que ni siquiera era para dormir, desaté mi cabello y me cubrí con la sábana. Vi cómo se sentaba junto a la cama quitándose los zapatos. Puso el reloj junto al buró y se recostó junto a mí, me miró y de nuevo no pude saber qué significaba esa expresión, qué era lo que me quería decir, se veía preocupado por algo que en ese momento resultaba indescifrable para mi dolor.

Bajo su espectroWhere stories live. Discover now