01- DOLOROSAMENTE MARAVILLOSO

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Ahí estaba, la nota más alta.

Miré hacia Levi al notarlo de pie frente a mí y me encontré con una amplia sonrisa. Por alguna razón, me pareció que se burlaba de mí.

—¿No deberías estar en el gimnasio? —pregunté. Aquello le hizo reír.

—Ya me voy. Vuelvo pronto, no me extrañes mucho.

Tomó un bolso deportivo que no había visto y se acercó a besar mi frente. Me frustraba que todavía tuviera esos gestos tan dulces conmigo aun cuando sabía lo mucho que me atraía.

—No te preocupes, no lo haré. —Intenté fingir indiferencia, pero estoy bastante segura de que no lo logré. El amor que le tenía se me notaba en cada gesto y mirada.

Su risa fue lo último que escuché antes de que la puerta se cerrara.

Aproveché el tiempo que tuve para intentar estudiar, pero cuando Levi volvió un par de horas después mi concentración se fue al carajo. Su cabello estaba húmedo tras haberse ejercitado y se le adhería a la frente, lo cual solo le hacía lucir mejor. Admiré la manera en que la ropa se aferraba a su cuerpo y desvié la mirada al sentir que me sofocaba.

Levi era un espectáculo digno de ser visto.

Mordí mi labio inferior cuando este pensamiento vino a mi mente y me regañé por no centrarme en lo que debía hacer. Se acercó al sofá donde estaba sentada y me rodeó con uno de sus brazos.

—¿Qué haces? —preguntó. Tenía la piel cálida y olía delicioso.

—Estudiando para historia. —Elevé mi libro al aire para que lo viera y volví a depositarlo en mi regazo sin mucho cuidado—. Mañana es mi examen final.

Hice una mueca al escuchar lo borde que había sonado. A veces el mal humor solo brotaba de mí, sobre todo cuando Levi invadía tanto mi espacio personal. Me ponía incómoda que no tuviera consideración de mis pobres hormonas frustradas.

—¿Supongo que no me acompañarás a la fiesta esta noche, entonces?

Fingí pensar por un momento en su pregunta para después sacudir la cabeza.

—No creo.

—Anda, vamos, aunque sea un rato.

—No puedo, tengo mucho por hacer —dije casi en una súplica.

Ir a una fiesta con Levi significaba estar de pie, sola, con el mismo vaso de cerveza durante todo el tiempo, mientras él andaba por ahí con otros amigos o coqueteando con alguna chica. Sabía que debía superarlo de una vez, empezar a salir, pero no era tan fácil. Mi corazón le pertenecía a un chico de ojos marrones sonrientes y no quería salir y experimentar con nadie más.

Sin embargo, yo siempre sería la amiga que lo adoraba desde la distancia.

Sacudí la cabeza una vez más cuando lo sentí hundirse a mi lado en el sillón.

—No se me ha olvidado la apuesta de hace rato, eh. Me debes algo.

—Yo no aposté nada —dije.

—Enana, por favor...

—Que no, Levi. Tengo que lavar mi ropa y ordenar el cuarto. También tengo que hacer la lista para la compra, esta semana me toca a mí ir al mercado y después de eso estudiaré un poco más porque la historia se me da pésimo, ya sabes. Además quiero visitar a Vick, no la he visto en una semana.

Sonreí tensa tras decir esto sin despegar la vista del libro frente a mí. En realidad no estaba enfocada en la lectura —las palabras nadaban sin orden frente a mis ojos—, pero no quería mirar a Levi porque sabía que podría convencerme si quisiera. No podía leer con él a mi lado cuando irradiaba tanto calor y olía tan bien; no era capaz de concentrarme, pero de igual manera no cerré el libro.

Siempre has sido tú ✔ (EN LIBRERÍAS)Where stories live. Discover now