Capítulo 15.- ¿Puede ser peor?

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Pensó que ya estaba sano y salvo pero... algo lo tomo por detrás. Al abrir sus ojos vio que era Rodrigo y su grupo de bravucones.

-Mira Rodrigo , parece que encontramos algo con que jugar - decía Lorenzo arrogante y temible.

-Lo se, pero no podemos hacer nada, estamos frente a la enfermería.

Por eso el maldito quería arrastrarlo, de seguro para llevarlo a un lugar oscuro y golpearlo hasta desfallecer. Quiso resistir, pero él y los chicos lo jalaban, obvio que estos no hacían el menor esfuerzo, solo estaba degustándose con su sufrir, rezo... rezo por su vida.

-¿Qué mierda están haciendo mocosos?  - al escuchar la voz del señor Johnson giraron los muchachos, la pandilla estaba aterrada. Mientras que Rodrigo permanecía inmutable.

- ¿Con que les gusta causar problemas durante las clases?  - con su voz particular de rectitud.

-Yo iba a la enfermería, señor - dijo el pequeño avergonzado.

-Están todos ustedes castigados menos Gonzalo, hoy saldrán tarde de la escuela  - moviendo sus manos bruscamente  - ¡ahora a sus salones!

Rodrigo bufo, pero antes de irse lo miró con una cara del demonio, igual que los demás.  Cuando se alejaron, sintió que se había salvado por un pelo, podía respirar por ahora.


-Gonzalo ¿Estás bien?  - lo miro preocupado y viendo su herida en la cara.

-Sí señor, no es nada. Me caí soy algo torpe.

-Si alguno de esos muchachos te molestaban, solo dímelo.

-Sí señor pero no tengo problemas con ellos - mintió sonriendo débilmente.

Se despidió del señor, y fue a la enfermería, ahí la mujer lo atendió amorosamente.




El resto de las clases transcurrieron tranquilamente, claro, sin contar las lanzadas de bolitas de papel, de bolsas de dulces, las ofensas, y toda la malditas cosas que le hicieron, estuvo entre todo bien el día. Por lo menos no se encontró a la banda de bravucones.


                                                                                               ***

Rodrigo se vengó luego de que lo castigaran, claro que ahora seguro de que nadie lo vea, Gonzalo le entregaba todas sus tareas a cambio no le pegaba, ahora se encontraba en el tacho del patio.



Todos los chicos se comenzaron a reír, dejándolo sólo, tuvo que tirar el tacho con él dentro para poder salir.



Pero eso no era lo único que había hecho, parecía que era su deporte favorito humillarlo. Una vez lo metió en su locker con llave, solo lo saco hasta que pidiera perdón.



Era inevitable reírse de Gonzalo, de su delgado físico, de su rasgos finos, parecía una muñeca, y con cabellos rubios si dejara crecer su cabello se confundiría con una chica.


En el colegio,  los jóvenes como él sufrían todo tipo de humillaciones públicas, golpes, y hasta algún que otro robo. Eran los muchachos más fuertes, crueles y más admirados los encargados de distribuir debida y dosificadamente dichos abusos.



Ocurrió que un día, al bravucón lo encontraron golpeándolo a otro muchacho, fue visto por  una profesora, y le dieron un sanción. Si volvían a enterarse que golpeaba a otro alumno lo expulsarían, eso asustó al joven.


No pudo con su genio, y volvió a golpearlo, pero el chico lo acusó al director. Rodrigo recibió un castigo, no como todos los chicos esperaban claro, su padre era una persona influyente, y solo expulsaron al chico por dos semanas.


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