Capítulo 11.- Ladridos

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—Papá —Gonzalo abraza con mucha fuerza a Enrique, muy feliz con lo que ve.

En la casa nunca hubo un perro, a sus hermanos nunca les compro uno, y él decidió no decírselo tampoco pero ahí estaba, un perrito.

—¿Como lo llamaras?-poniendo a la mascota en sus brazos.
—Mr. Skittles —acariciándolo.
—¿Como el dulce? -río-que original.
—Pero papá, mi cumpleaños fue hace semanas. Creí que mi regalo había sido irnos a Disney.
—Así lo fue, pero creo que ya eres responsable, y puedes cuidar un perro-revoloteando el cabello.
—Gracias, ¿Puedo llevarlo al parque?
—No Gonzalo, aún es un cachorro. Debes esperar unos meses.
—Bueno —suspirando.
—Vamos, te voy a enseñar a alimentarlo.

Cuidaba al perro, lo alimentaba, jugaba con él después de la escuela, se volvieron inseparables muy rápido. Sus hermanos también estaban contentos con la mascota, Gonzalo no era celoso, compartía con sus hermanos al cachorro pero aún era pequeño, aún no podía sacarlo a la calle.

Tiene siete años, y es un niño muy inteligente, no estudia en casa, solo hace las tareas. Capta muy rápido las clases, le gustan las matemáticas, y tiene más amigos en el salón.

A la salida de clases, lleva clases de francés e italiano y sabe un cuantas palabras en alemán. Los idiomas se le hacen fáciles, aunque lo que más le gusta son los libros, su padre ya le ha comprado infinidad de libros de toda índole, historia, suspenso, fantasía, terror, biografías de personas importantes, etc.

Lo que menos le gusta como cuando era más pequeño eran de fantasía, lo aburrían a montones. Aunque siempre volvía a releer el principito, no recordaba cuantas veces lo había leído a su corta edad.

En este momento estaba pegado a libros de historia, leía sobre la Primera Guerra Mundial algo muy avanzado a su edad, pero le gustaba. Meses atrás aprendió los países del mundo, tenía un atlas y con el memorizo en un semanas los países de los cinco continentes.

Ya no jugaba con juguetes, ahora lo hacía con el perro, antes de tener la mascota había dejado sus juguetes guardados. Decía que era grande para eso, ahora su juego era ir al despacho de su padre y darle vuelta a su globo terráqueo, cuando paraba en un país, investigaba en internet todo lo resaltante del país .

Su padre lo encontró haciendo eso una noche y le preocupo, decidió hablar con el niño.

—Bebe ¿Que tal tu día?
—Ya no soy un bebé papá —refunfuñó.
—¿Como dices? —soltando una risa.
—Mis amigos escucharon la otra vez cuando me recogías que me llamabas así-poniéndose colorado-me estuvieron molestando.
—Esta bien, no lo haré delante de tus amigos, pero estamos en la casa -mientras le revolotea el cabello.
—No papá, ya soy grande-mirándolo serio-no me digas mas así.
—Tienes siete, aun eres pequeño-agachándose, y poniendo su atención a los ojitos azules.
—¡No! —gritó cruzando sus brazos.
—Gonzalo ¿Que hablamos de gritar?
—Lo siento —sonrió tiernamente.
—Te he visto jugar abajo.
—No volverle a entrar si no quieres -dijo molesto-por salir de la habitación, su papá toma su mano
—No me dejes hablando solo, Gonzalo.
—No se que es lo que quieres —replicó confundido.
—Lo que estás haciendo ahora, leyendo esos libros, no tocando tus juguetes —respiro hondo —hace un tiempo, salías más con tus amiguitos.
—Me aburren, se la pasan viendo televisión o jugando fútbol —una cara triste se asomó —soy malo en deportes.
—Sí, ya lo sé —tomándole la mano y llevándolo a su habitación.
—Papá ¿estoy castigado?-preguntó asustado.
—¿Castigado?—río—¿Qué de malo has hecho?—buscando con la mirada al perro-¿Dónde está Mr. Sparkies?
—Con Antonella —con voz infantil —papá puedo seguir leyendo.
—Sí, pero no quiero verte todo el día en casa —acariciando su mejilla.
—Sí, papá —suspirando —aunque la paso bien con mis hermanos.
—Ellos están creciendo Gonzalo, tienen su propios amigos.
—Sí lo sé —cruzándose de brazos.
—Hijo, ¿Te estoy presionando con el estudio? —cargándolo, y sentándolo en su regazo.
—No, a mí me gusta aprender nuevas cosas —abrazando a Enrique.
—No quiero que quemes etapas tan rápido, a tu edad debes estar jugando, no leyendo, y estudiando todo el día.
—No estudió papá, solo aprendo cosas rápido.
—Yo era igual —suspirando.

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